Sala de prensa

“La parte más bonita fue la gran relación que tuve con los niños y niñas”

Mercè Clapés
Mercè Clapés, estudiante de logopedia, ofrece su testigo de la experiencia de hacer un voluntariado de un año en Varsovia.

22/11/2019

El Cuerpo Europeo de Solidaridad es una iniciativa de la Comisión Europea que se rodea dentro del marco de la Estrategia Europea de Juventud 2019-2027 que profundiza en el itinerario educativo y formativo de la gente joven. El descubrimiento de nuevos horizontes y la adaptación a otras culturas, mediante actividades de voluntariado, posibilitan la profundización personal y social.

“Sentí a hablar de los voluntariados europeos a una amiga de mi hermana y pensé que sería una buena oportunidad. Buscando y buscando encontré uno que se ajustaba realmente al que me gusta: trabajar en una escuela cuna (con niños hasta 9 años) con diversidad funcional.

Varsovia fue mi destino. Antes de llegar al que sería mi país de acogida durante 9 meses, poca cosa sabía sobre el que me encontraría. Con el que me fue diciendo la gente y el que previamente conocía, la imagen que me creé fue: hace muy frío, los polacos son gente bastante distante, es muy barato, la ciudad quedó totalmente destruida después de la Segunda Guerra Mundial y el polaco es uno de los idiomas más complicados de Europa. Por suerte, mi imagen sobre Polonia y la sociedad polaca cambió a medida que iban pasando los días (a pesar de que algunas expectativas se cumplieron)”.

Un aprendizaje enriquecedor en todos los sentidos
“Con esta experiencia, he podido descubrir y aprender de un ámbito muy desconocido por mí dentro de mi profesión (comunicación aumentativa y alternativa y terapia alimentaria) y que me ha abierto todo un mundo para descubrir. En todo momento, me he sentido muy acogida en la escuela por las maestras y las diferentes profesionales que trabajan. La parte más guapa que me llevo de estos meses es la gran relación que acabé teniendo con los niños y niñas: a pesar de que hablábamos poco (podríamos decir que mi polaco no ha mejorado mucho y la mayoría de ellos no podían hablar), hemos acabado entendiéndonos y hemos creado un vínculo muy afectivo y sincero.

Gracias a este voluntariado, he podido viajar por países totalmente desconocidos y muy diferentes socialmente y cultural que desde Barcelona me quedarían muy lejos (como por ejemplo, Estonia, Letonia, Lituania) y conocer gente fantástica otros países de Europa (Portugal, Italia, Georgia, Francia...) que seguro que pasarán los años y seguiremos en contacto. También me ha servido para descubrir cosas de mí que desconocía y que me han sorprendido. Todo ello, me ha hecho disfrutar de un gran año que no dudaría al repetir”.