Muere Alberto Blecua, maestro de la Literatura Española

Traspàs Blecua
Fotografia de Jean-Marie Fritz
Alberto Blecua Perdices, catedrático emérito de Literatura Española de la Universitat Autònoma de Barcelona ha muerto el 28 de enero, festividad de Tomás de Aquino, mentor y patrono de las universidades.

29/01/2020

Figura y semblanza
De rostro enjuto y porte tímido, de andar meditado y abrazo estrecho, de verbo magistral y conversación sin fin, de nombre brillante y noble y apellidos de raigambre  popular, cesaraugustano de cuna y barcelonés de corazón, Alberto Blecua (1941-2020) empezó su magisterio como catedrático de Lengua y Literatura Españolas de Enseñanza Media para pasar en 1971 a profesar Literatura Española en la Universidad Autónoma de Barcelona, de la que llegó a ser catedrático. Pero por encima de todo, maestro.

Nunca entendió de programas estrictos ni hubiera entendido de guías docentes. Sus clases, sin embargo, rebosaban de alumnos –matriculados y oyentes- a los que ha embelesado y entusiasmado con su método socrático: pregunta, respuesta, discusión. Así, los textos literarios (mayormente de los siglos áureos de la literatura hispánica) iban mostrando sus entresijos sin más final que la hora: una palabra, una variante, un tópico, una coma colocada aquí o allí, han servido para revivir épocas y ambientes lejanos ante centenares de alumnos.

Obra
Alberto Blecua queda como un hito en el ámbito de la crítica textual, a la que regaló su Manual de crítica textual (1983), obra pionera en su campo, que sigue alumbrando a  generación tras generación. Se suman a él En el texto de Garcilaso (1970), La transmisión textual del conde Lucanor (1982), y los Estudios de crítica textual (2012), que recogen sus mejores trabajos sobre la materia. Este afán por la fijación del texto le llevó a fundar y dirigir durante treinta años el grupo de investigación PROLOPE, con el objetivo de editar toda la obra teatral de Lope de Vega.

Sus ediciones con introducción, comentario y notas eruditas de La vida de Lazarillo de Tormes, de El Libro de buen amor y de El Quijote, pero también de  Las seiscientas Apotegmas de Juan Rufo, de El Trovador de García Gutiérrez o Don Álvaro del Duque de Rivas han servido para formar a centenares de estudiantes e investigadores en la literatura española. Las bibliotecas cuentan a su vez con sus estudios sobre poesía (Boscán, Garcilaso, Herrera, Fray Luis, San Juan) y prosa (Cervantes, Gracián) del Siglo de Oro, algunos de los cuales fueron reunidos en el volumen Signos viejos y nuevos (2006).

Conferenció en universidades de todo el planeta (Roma-La Sapienza, Bolonia, Istituto Universitario Orientale de Nápoles, Colonia, Tours, Berkeley, Harvard, Princeton, Kioto); dirigió más de veinte tesis doctorales y ha sido miembro de número de la Real Academia de Buenas Letras de Barcelona desde 1984, miembro correspondiente de la Real Academia Española, y presidente de la Asociación de Cervantistas (1995-1999).

Sirva la paráfrasis que sigue del epitafio plautino para honrar su recuerdo y  para que “cosas tan señaladas y por ventura nunca oídas ni vistas vengan a noticia de muchos y no se entierren en la sepultura del olvido, pues podría ser que alguno que las lea halle algo que le agrade, y  a los que no ahondaren tanto los deleite”:

      Postquam est mortem aptus Adalbertus,  litterae lugent
      scaena est deserta, dein Lazarusculus, Quixanus
      et auctores saeculi aurei simul omnes conlacrimant


Més informació: Mor el professor Luis Alberto Blecua