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"Estamos donde estamos gracias al Aula de Teatro de la UAB"

Serbi Belbel i Toni Casares
El Aula de Teatro de la UAB fue creada el curso 1983-1984 por Jordi Castellanos y Manuel Aznar. Sergi Belbel y Toni Casares pertenecieron a la primera hornada de estudiantes que se implicaron en el aula. Ahora, han recibido el premio "Amic dels Amics" que otorga la Asociación de Amigos de la UAB.

30/11/2016

Los dramaturgos Sergi Belbel y Toni Casares recibieron el premio "Amic dels Amics" el 24 de noviembre pasado, en el marco de la fiesta anual de la Asociación de Amigos de la UAB. Además de ser dos figuras destacadas de la escena teatral catalana, Belbel y Casares fueron, el curso 1983-1984, dos de los impulsores del Aula de Teatro de la UAB cuando entonces cursaban sus estudios en la Facultad de Filosofía y letras. Ambos evocan los orígenes de aquel proyecto complementándose con gran complicidad en sus respuestas.

Sergi Belbel: La iniciativa partió de dos profesores, Jordi Castellanos y Manuel Aznar, del Departamento de Filologías Hispánicas. Vieron la necesidad de que el teatro no fuera sólo una asignatura teórica. La idea consistía en llevar un profesor que diera teatro desde un punto de vista semiótico y no sólo literario y, al margen de eso, en horas no lectivas, crear un aula con gente que quisiera hacer teatro.

Toni Casares: Castellanos y Aznar pidieron que el departamento se dotara de un docente para impartir esa asignatura. Consiguieron que el Instituto del Teatro les cediera un profesor, que fue el José Sanchis Sinisterra. Entonces, hablaron primero con unos alumnos de literatura y luego hicieron una convocatoria con carteles en los pasillos.

S.B.: Yo vi un cartel y me apunté.

T.C.: Yo también. Y fuimos a una primera reunión donde había gente con muchas ganas.

S.B.: De repente, había alumnos muy entusiasmados con la idea. Enseguida tuvimos también la complicidad de la universidad. La vicerrectora Assumpció Cros y el decano nos mimaron mucho y el proyecto comenzó a crecer.

T.C.: El primer año, llevamos a cabo algunas actividades: ciclos de charlas sobre teatro y sobre espectáculos que se hacía en Barcelona, ​​etc. Y un curso de interpretación con una profesora de Terrassa, Rosa Pareta. Hacíamos ensayos durante todo el curso y, al final, un espectáculo.

¿Recuerdan la primera representación?

T.C.: Aquel primer año, no fue ni un espectáculo, sino la representación de piezas breves.

S.B.: Eran unos textos de Karl Valentin (Encuadernador Wanninger) y otros de Sanchis (L'anell, El bagul) que trataban sobre el franquismo tomando como modelo Terror y miserias del Tercer Reich, de Bertolt Brecht. Y, a partir del segundo año, llegamos a conseguir que se detuvieran las clases de toda la Facultad de Filosofía y Letras para venir a ver los espectáculos. Era una proeza porque teníamos unos plenos que no te lo puedes imaginar.

¿Qué supuso para ustedes esta experiencia?

T.C.: De hecho, estamos donde estamos gracias a aquello. Y la gracia es que, en ese momento, ¡quién nos habría dicho que nos dedicaríamos al teatro!

S.B.: Íbamos para filólogos... Para mí, el teatro no era una opción profesional. Fue a partir de esto cuando todo el mundo empezó a decirme: "Pero si lo que te interesa de verdad a ti es el teatro".

T.C.: Y, de repente, veníamos a la universidad supermotivados. Íbamos a clase, sí, pero era lo de menos. [ríen] Además, el Aula de Teatro hacía que estuviéramos en la universidad en unos horarios intempestivos. Y cogíamos, por ejemplo, autobuses que salían del campus para ir a hacer una representación en Girona... Hacíamos cosas muy raras comparadas con las que hacían los otros estudiantes.

S.B.: Nos pasábamos horas y horas, deteníamos clases y hacíamos desfiles para Carnaval...

T.C.: Y, cuando íbamos a ver espectáculos en Barcelona, ​​lo copiábamos todo. O Íbamos a ver a Pina Bausch a Aviñón y copiábamos a Pina Bausch. O a otros como Peter Brook, etc.

¿Qué otros profesionales destacados han surgido del Aula de Teatro de la UAB?

S.B.: Laura Conejero, Mercè Sarrias, Litus... que ya son de generaciones más jóvenes.

T.C.: El aula vivió unos primeros cinco años esplendorosos y, cuando se fue la primera generación, continuó pero perdió algo de empuje hasta al cabo de unos años.

S.B.: Hay que decir también que coincidió con una época en que el teatro catalán dio un giro muy fuerte. En los años ochenta, las instituciones comenzaron a dar dinero para el teatro, se hizo el Centro Dramático de la Generalitat, se buscó a nuevos talentos... y nosotros éramos un foco. El centro se fijó en nosotros y pasamos de la UAB al Teatro Romea, de un espacio universitario a otro profesional, en dos o tres años. Y con una formación universitaria, no de escuela de teatro.

T.C.: Eso resultaba nuevo en ese momento. Antes, en los años sesenta, la universidad había sido un foco de creación teatral importante. Pero eso había quedado atrás y, en ese momento, la gente a la que gustaba el teatro y que tenía una formación universitaria era algo insólito. Los estudiantes del Instituto del Teatro hacían sólo interpretación, mientras que nosotros teníamos un equilibrio entre la afición al teatro y los estudios.

S.B.: Manolo Aznar y Jordi Castellanos, el año 89, estaban eufóricos: quién les habría dicho, cuando crearon el aula, la repercusión que tendría, es decir, la gente que pasamos y que después nos incorporaríamos al escenario profesional. Fue una idea muy feliz y una sorpresa que fue más allá del concepto con el que fue creada.

¿Recomiendan empezar en este tipo de experiencias de teatro amateur?

S.B.: Absolutamente. Pero el aula era más que algo amateur. Al estar en el ámbito universitario, tanto la dedicación que poníamos como el nivel que se nos exigía eran bastante superiores al de un teatro amateur que tú puedes hacer en horas nocturnas, uno o dos días a la semana.

T.C.: Y compara también el repertorio que elegíamos. Buscábamos lo más nuevo de Europa, lo que nadie conocía.

S.B.: Georges Perec, unas cosas alucinantes... [risas]

T.C.: Y otra cosa muy recomendable es que Castellanos, Aznar y Sinisterra tenían algo imprescindible para ser un buen profesor, que es generar entusiasmo y dar confianza. Entonces, cuando Sergi empezó a escribir y ganar premios, Sanchis la empujaba a presentarse a aquellos premios.

S.B.: Y me ofrecía su compañía para hacer espectáculos, un acto de generosidad máxima.

T.C.: Por tanto, es recomendable para los estudiantes que se apunten a hacer estas cosas pero también es muy importante que los profesores de hoy confíen en ellos, que les den la posibilidad de expresarse y que no se guarden el conocimiento para ellos mismos sino que lo compartan.

¿Y qué piensan de la situación del teatro en Cataluña hoy en día?

T.C.: Vive un momento único en cuanto a la creatividad: hay más autores que nunca escribiendo un teatro de mucha calidad y muy diverso que se estrena en todo el mundo. Quizás aún falta que sea más regular la posibilidad de estrenar en teatros de la cartelera profesional de la ciudad, aunque es poco. Y quizás hay también que sea más fácil romper lugares comunes, sorprendernos, encontrar nuevas maneras de hacer... A veces cuesta un poco innovar.

S.B.: Añado que la calidad es muy alta en todos los ámbitos, tanto en la autoría como la dirección y la interpretación. Lo único que nos castiga un poco, como a tantos y tantos sectores, es la crisis. Y hemos notado mucho la subida del IVA. Ahora nos recuperamos poco a poco pero todavía cuesta. Por otra parte, esto no ha afectado a la calidad, sino a las condiciones laborales. Hay un cierto sufrimiento y eso hace que la gente piense en emigrar, que es una lástima.