Intérpretes, poder y ética profesional

Poder_Etica
Mourad Zarrouk es doctor en Filosofía y Letras por la Universidad Autónoma de Madrid y licenciado en Traducción e Interpretación en la escuela de traductores de Tánger (Marruecos). Es especialista en historia de la traducción y autor del libro Clemente Cerdeira: intérprete, diplomático y espía al Servicio de la Segunda República (Madrid: Editorial Reus).

17/01/2018

Las interferencias entre traducción-interpretación y poder han hecho correr mucha tinta debido a la influencia que dichas interferencias ejercen sobre el texto meta o el discurso restituido. El poder recurrió en muchas ocasiones a los traductores e intérpretes, hasta el punto que algunos intermediarios lingüísticos acabaron ejerciendo un poder que, en teoría, se contradice con el papel tradicional del truchiman tal y como lo describió Valery Larbaud en su obra Sous l’invocation de Saint Gerome. Estas interferencias variaban según el contexto y la naturaleza del poder al cual estaba sometido el traductor o el intérprete. En pleno contexto colonial, la relación entre el poder y la traducción e interpretación era clara. También lo es hoy en día en plena “guerra semántica” lanzada contra los habitantes de las antiguas colonias, contra su cultura y su forma de ver el mundo. Se trata de la guerra que viene a sustituir el colonialismo directo. El estudio de esta problemática desde un enfoque científico se vio obstaculizado debido al papel meramente descriptivo desempeñado por la mayoría de los historiadores de la traducción y debido también a la magnificación del papel del traductor y de intérprete, a veces, a expensas de los preceptos de los códigos de ética cuyas líneas maestras empezaron a ser cada vez más claras después de la Segunda Guerra Mundial. Aquí no se trata solamente de un problema de códigos deontológicos, pero también de ética del historiador de la traducción. Asimismo, los códigos de ética, hechos a la medida de los traductores e intérpretes free-lance no abarcan el resto de los profesionales ni de las condiciones de trabajo. Ante esta situación hay que ampliar el concepto de ética para que abarque los estudiosos de la traducción e interpretación y para que podamos salir del enfoque reducido de los estudios de la traducción y del derecho a la inmensidad del campo de la filosofía con el fin de tratar problemáticas estructurales de la ética en el ámbito de la traducción y de la interpretación, y para que podamos debatir también el papel del traductor e intérprete en lo que se refiere a la elaboración de otros moldes de pensamiento y conceptos que no consagren la hegemonía de la visión de la filosofía de los discursos traducidos e interpretados.