Ya existía una gran diversidad canina milenios antes de las prácticas modernas de cría
Un innovador estudio publicado en Science con participación de arqueólogos de la UAB ha revelado que la notable diversidad que caracteriza hoy en día a los perros se originó hace al menos 11.000 años. El trabajo cuestiona las hipótesis tradicionales de que esta gran diversidad se debía en buena parte a la cría selectiva de los clubes caninos de la época victoriana británica.
El equipo de investigación ha rastreado la aparición de formas diferentes en perros de la prehistoria mediante la aplicación de análisis morfométricos de última generación a centenares de especies que abarcan decenas de miles de años y ha identificado el momento en el que los perros empezaron a diversificarse en tamaño y forma. La investigación demuestra que hace miles de años, poco después de su divergencia con los lobos, ya existía una variación significativa en la forma y el tamaño del cráneo de los perros domésticos.
El estudio, dirigido por la Universidad de Exeter y el Centre National de la Recherche Scientifique (CNRS) francés, es el más completo de su tipo en términos de alcance geográfico y duración, e incluye especímenes que van desde el Pleistoceno hasta la actualidad. La investigación, que comenzó en 2012, ha analizado 643 cráneos de cánidos modernos y arqueológicos (incluidas razas reconocidas, perros callejeros y lobos) que abarcan los últimos 50.000 años.
El equipo internacional de arqueólogos, conservadores y biólogos de más de 40 instituciones ha colaborado para crear modelos 3D de los cráneos para estudiar su forma y tamaño utilizando un método conocido como morfometría geométrica.
Desde el Laboratorio de Arqueozoología de la UAB, el equipo dirigido por la investigadora Maria Saña ha participado aportando el muestreo de restos procedentes de yacimientos de la península ibérica. «Hemos contribuido a la contextualización arqueológica de estos restos con una interpretación en clave histórica. Nunca antes se había abordado así la diversidad de los perros en la prehistoria, y este trabajo será referencia para muchos estudios actualmente en marcha y futuros», manifiesta.
Los resultados muestran que, en los periodos mesolítico y neolítico, los perros ya presentaban una amplia variedad de formas y tamaños. Es probable que esta variación refleje las diversas funciones que tenían en las primeras sociedades humanas, desde la caza y el pastoreo hasta la compañía.
«Estos resultados ponen de relieve la profunda historia de nuestra relación con los perros», afirma la coautora principal, Carly Ameen, del Departamento de Arqueología e Historia de la Universidad de Exeter. «La diversidad entre los perros no es solo producto de los criadores victorianos, sino un legado de miles de años de coevolución con las sociedades humanas».
El espécimen más antiguo identificado como perro doméstico procede del yacimiento mesolítico ruso de Veretye (que data de hace unos 11.000 años). El equipo también ha identificado perros primitivos de América (de hace unos 8.500 años) y Asia (de hace unos 7.500 años) con formas craneales domésticas. A partir de ahí, el estudio muestra una gran variedad que surge con relativa rapidez.
«La reducción del tamaño del cráneo de los perros se detecta por primera vez en especímenes de hace 9.700-8.700 años, mientras que el aumento de la variación del tamaño aparece hace 7.700 años. Hace unos 8.200 años empieza a surgir una mayor variabilidad en la forma del cráneo», explica Allowen Evin, coautora principal del CNRS e investigadora del Institut des Sciences de l’Évolution de Montpellier. «Los perros modernos presentan morfologías más extremas, como pasa en los buldogs de hocico corto y los borzois de hocico largo, que no se encuentran en los primeros especímenes arqueológicos. Sin embargo, ya en el Neolítico existía una gran diversidad entre los perros, el doble que en los especímenes del Pleistoceno y la mitad que se observa en los perros actuales», añade.
El estudio también subraya las dificultades que conlleva rastrear los primeros perros. Ninguno de los especímenes del Pleistoceno tardío (algunos de los cuales se habían propuesto anteriormente como «protoperros») tenía formas craneales compatibles con la domesticación, lo que sugiere que las primeras etapas del proceso siguen siendo difíciles de captar en los registros arqueológicos.
Greger Larson, autor principal del estudio e investigador de la Universidad de Oxford, afirma que «las primeras fases de la domesticación del perro se mantienen ocultas y los primeros perros todavía se escapan de nuestro alcance. Pero lo que ahora podemos afirmar con certeza es que, una vez aparecieron los perros, se diversificaron rápidamente. Su variación inicial refleja tanto las presiones ecológicas naturales como el profundo impacto de la convivencia con los seres humanos».
Al demostrar que la diversidad canina surgió milenios antes de lo que se suponía, el estudio abre nuevas vías para explorar cómo los cambios culturales y ecológicos humanos moldearon la historia evolutiva de nuestros compañeros animales más cercanos.
Artículo de referencia: Allowen Evin et al. The emergence and diversification of dog morphology. Science 390,741-744 (2025). DOI: 10.1126/science.adt0995