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Universitat Autònoma de Barcelona

Màrius Serra: "Quien utiliza la lengua para dividir no respeta la lengua"

03 oct 2022
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Este curso, la UAB dedica una campaña institucional al compromiso con el catalán bajo el lema "No em toquis la llengua". En el acto de inauguración de curso, el escritor, periodista y miembro de la Sección Filológica del Institut d'Estudis Catalans Màrius Serra pronunció la conferencia «Català, a l'atac en l'era del lingüicinisme».

Màrius Serra

Supongo que la afición por los juegos de palabras y el crucigrama comienza con el hábito de la lectura.

Por lo general, el hábito de lectura amplía el vocabulario de cualquier persona y, en mi caso, la lectura va muy asociada al placer. Lees una cosa y te lleva a leer otra... Y esto tiene que ver con cierto espíritu lúdico, una voluntad de relacionar elementos como si fuera un juego.

¿Siempre ha cultivado la afición por la novela negra?

Soy un lector omnívoro, pero sí, la novela negra forma parte de mi menú y he leído siempre. Tiene unas leyes de un rigor extremo, como el crucigrama. Es decir, puedes experimentar todo lo que quieras pero debes permitir llegar a una respuesta y que todo encaje. Incluso en la novela negra más ambiental que argumental, como los libros de Montalbano de Andrea Camilleri, o social, en el caso de Petros Márkaris.

¿Se siente más bien discípulo de Georges Simenon o de Georges Perec? ¿O me equivoco de referentes?

No se equivoca, aunque yo soy especialmente anglófono. A Simenon, siempre lo he leído traducido. No es el caso de Perec, porque por el tipo de juego que hace formalmente, me apetecía más leerlo en versión original. Pero mi pasión por la experimentación verbal tiene una óptica narrativa. En este sentido, un referente que hermana a Simenon y Perec y que tiene más peso para mí como lector es un determinado Julio Cortázar, que juega y experimenta formalmente pero nunca rehúye la narratividad, al contrario que algunos de los libros de exploración más radical de Perec.

Y en inglés, ¿siempre en versión original, pues?

Sí, yo estudié filología anglogermánica y recuerdo un gran momento de iluminación cuando leí a James Joyce, especialmente A Portrait of the Artist as a Young Man. Cuando te apuntabas a Filología Inglesa te hacían un cuestionario y te preguntaban por qué querías hacer esos estudios. Respondí: “porque quiero entender Finnegan's Wake”. [Ríe] Un absurdo, porque es una obra oscura donde precisamente el inglés es un vehículo instrumental para llevarnos a un montón de juegos de palabras en no sé cuántas lenguas.

Supongo que existe también un componente lúdico en la traducción.

La traducción es la lectura más profunda porque debes añadir una decodificación en la lengua de llegada. Hay libros que te apasionan tanto que te dan ganas de traducirlos, mientras los estás leyendo ya te pondrías a ello. Es un proceso de reescritura que se parece mucho a la creación ex nihilo, pero con una sutil diferencia: tú no te responsabilizas del chorro inicial, ya te viene dado.

Además, la traducción es una especie de "lengua de Europa" que nos acerca entre diferentes culturas, en la línea de lo que decía George Steiner.

¡En After Babel, sí! La traducción es el acto de comunicación documentable y documentado. Fíjese que, a veces, debemos traducir dentro de una misma lengua, interpretar los diferentes registros. La traducción hace más evidente la diversidad porque, al traducir, te das cuenta de que no hay sinonimia perfecta. Traducir siempre implica decir algo de otra manera, y eso es muy enriquecedor.

Las lenguas deben servir para acercarnos y no para dividirnos.

Claro. Cualquiera que utilice la lengua para dividir no respeta la lengua. En cualquier situación de conflicto, si analizas a quien utiliza la lengua como arma arrojadiza, ves que la está instrumentalizando. La utiliza como podría utilizar la inmigración o cualquier otro tema socialmente candente.

¿Comparte la idea de que cada vez se lee menos o es un tópico falso como tantos otros?

Sí, creo —aunque sea una opinión de boomer—, que cada vez se lee peor, con menos tiempo y concentración. Al inicio de la era digital, una de las metáforas que nos decíamos era distinguir entre la cultura de cazador y la de pescador: la lectura paciente, ese contrato que hace el lector con un texto largo que suspende el tiempo a su alrededor, y la lectura del pim pam pum en la que saltas de un hipervínculo a otro. En fin, probablemente se lea más, aunque sean tuits, pero se lee con menos conciencia. Y se hace simultáneamente a otras actividades, lo cual es más bien sospechoso.

¿Cómo describiría usted la situación de la lengua catalana a día de hoy?

Admite cierta visión negativa e, incluso, alarmista. El uso de la lengua catalana, desde las ópticas de la sociolingüística y de la calidad y la consideración social, está en un momento de recesión. Soy optimista, y analizando los últimos años, creo que estamos en un movimiento pendular, pero no estoy especialmente tranquilo por la situación y hay que poner el foco sobre el tema.

¿Cómo le suena el catalán de los medios de comunicación?

Por lo general, me suena pobre. Sería bastante urgente una especie de trabajo académico e institucional que podría concretarse en un observatorio de la calidad lingüística (pero en ningún caso desde una óptica coercitiva, sin señalar a nadie), porque los medios de comunicación son los principales difusores del modelo de lengua. La misma influencia que tenían los escritores a mediados del siglo XX la tienen ahora los periodistas televisivos y radiofónicos.

¿Es posible que se hable más pero no mejor?

Sí. El problema es que la lengua es muy fácil de utilizar como arma política. Cuando entras a discutir sobre la calidad de la lengua con alguien, es probable que se mezclen elementos extralingüísticos de carácter político, social, de género... Es duro decirlo, pero los feminismos, por ejemplo, han hecho de la lengua un terreno de batalla que ha terminado repercutiendo en su empobrecimiento, es decir, en un exhibicionismo ideológico que no hace la lengua más fluida, ni más eficaz, ni más rica. Discutir sobre palabras es muy fácil, y la lengua es un vector de conflictos irresueltos.

¿Qué le diría, por ejemplo, a alguien que tenga reparos en investigar en catalán?

Debemos ser muy conscientes de que el inglés es evidentemente imprescindible, el castellano tiene mucha difusión y en ciertos ámbitos es muy importante, por ejemplo, el alemán. La cuestión fundamental es que pueda haber divulgación en catalán, ensayo en catalán. Hay referentes de científicos catalanes que han investigado en inglés, francés, etc. y que también han realizado, en paralelo, divulgación en catalán, como un matemático, Ferran Sunyer, que es el padre de mucha terminología matemática en catalán. Es cuestión de actitud, sentido común y de no cerrarse ninguna puerta. Toda lengua suma.

¿Qué le parece la campaña "No em toquis la llengua" de la UAB?

Me parece muy bien. Nos llenamos la boca hablando de salvar ecosistemas, especies, culturas... Y algunas de nuestras actuaciones, para evitar el conflicto, propician el retroceso de una lengua con una tradición central en Europa. Somos una de las culturas europeas más importantes desde Ramon Llull hasta ahora. Que una universidad apueste por decir “no la toquéis” y le dé valor me parece muy positivo.

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