Los hilos de pesca matan a las tortugas

24/01/2008
La tortuga boba (Caretta caretta ) es una especie de tortuga marina de distribución mundial que se encuentra amenazada debido, entre otras causas, al aumento de las capturas accidentales en la pesca comercial. Cuando capturan estas tortugas, los pescadores las liberan con el anzuelo todavía clavado y existe muy poca información sobre el efecto que esto puede tener en su supervivencia. En el Mediterráneo, anualmente tiene lugar la captura accidental de miles de tortugas con los anzuelos de palangre, muchas de las cuales probablemente acaban muriendo.
En este nuevo trabajo, publicado por investigadores del Servicio de Ecopatología de Fauna Salvaje de la UAB, se describen las lesiones encontradas en cuatro tortugas bobas ingresadas en la Fundación para la Conservación y Recuperación de Animales Marinos (CRAM), situada en Premià de Mar. Los cuatro animales, llevados al Centro por los pescadores, quedaron atrapados en redes de pesca. Los dos primeros llegaron muertos, probablemente por haberse ahogado al quedar atrapados en la red. La primera tortuga presentaba un anzuelo clavado en el esófago, con una reacción inflamatoria crónica con fibrosis, y la segunda tortuga tenía dos anzuelos clavados, con inflamación, fibrosis y un granuloma de cuerpo extraño.
Sin embargo, en un experimento previo con 11 tortugas que tenían un anzuelo clavado en su aparato digestivo, se comprobó que la mitad de ellas lo eliminaban de forma espontánea, sin consecuencias negativas aparentes. Eso fue lo que sucedió con la tercera tortuga estudiada, que ingresó con vida en el Centro. Una radiografía permitió detectar un anzuelo en el colon, cerca de la cloaca. Al cabo de una semana, la tortuga lo expulsó de forma espontánea. Esto indica que la detección de un anzuelo mediante una radiografía no prueba necesariamente que éste esté clavado, puesto que algunas tortugas lo expulsan espontáneamente. Por lo tanto, antes de intervenir quirúrgicamente a una tortuga, se recomienda la realización de dos radiografías en un intervalo de 72 horas, para comprobar si el anzuelo se ha desplazado.
Fue distinta la suerte de la cuarta tortuga: llegó al Centro en estado de shock y murió al cabo de 24 horas. En la necropsia se encontró un anzuelo en el esófago, con un hilo de 40 cm que producía un plegamiento y necrosis (muerte del tejido) intestinal, lo cual le produjo la muerte. Los anzuelos encontrados en todos estos casos eran más pequeños de los habitualmente utilizados en el palangre (2-3 cm), por lo que debían provenir de la pesca deportiva o tradicional y no parecen que tengan consecuencias graves para la vida de las tortugas, siempre y cuando el hilo sea cortado lo más corto posible.
La conclusión que se puede desprender de este estudio es que las tortugas que tienen un hilo largo en el anzuelo tienen un muy mal pronóstico. Esto se debe a que los movimientos del aparato digestivo tiran del hilo caudalmente (a lo largo del cuerpo del animal), mientras que el anzuelo, clavado en algún punto del aparato digestivo, impide que se desplace. Recordemos que son hilos de pesca extremadamente resistentes y que no se degradan en el interior del aparato digestivo, por lo que la tensión del hilo acaba produciendo el plegamiento y la necrosis del intestino.
En este trabajo se clarifican los efectos de los anzuelos en el aparato digestivo de las tortugas bobas y se determina que los efectos letales de los anzuelos son debidos más al efecto de tracción del hilo que por el mismo anzuelo en sí. La medida del anzuelo, su localización, la presencia o no de un hilo largo y la tracción que produce son decisivos para la supervivencia de estos animales. Mientras se trata de encontrar una solución, los investigadores recomiendan a los pescadores que, cuando una tortuga quede atrapada en un anzuelo, corten el hilo lo más corto posible. La vida del animal va en ello.