Las habilidades de convivencia y el contexto social, olvidados en los programas educativos de primera infancia
Los programas de educación de la primera infancia descuidan las habilidades de convivencia, que son importantes para vivir y trabajar juntos. Así lo demuestra un estudio en el que ha participado la UAB y que ha examinado las directrices de política educativa en más de 50 países de todo el mundo. El estudio alerta también que dichos programas apenas tienen en cuenta la influencia que el contexto socioeconómico tiene para el éxito educativo de los niños y niñas.

El estudio, publicado en la revista PLOS ONE y liderado por Katarzyna Bobrowicz, investigadora de la Universidad de Luxemburgo, ha contado con la participación de Pablo Gracia, investigador doctor distinguido del Departamento de Sociología de la Universidad Autónoma de Barcelona (UAB) y del Centro de Estudios Demográficos (CED-CERCA). También han participado investigadores de la Universidad Técnica de Múnich.
La educación en la primera infancia, que se imparte a los niños de hasta los 6 u 8 años, según cada país, puede impartir habilidades que son importantes a lo largo de la vida, como han demostrado numerosos estudios internacionales. Tanto para la cohesión de las sociedades como para el mundo profesional actual, es importante que los niños aprendan a cooperar, a desarrollar una comprensión básica de la tolerancia y el respeto y a resolver problemas juntos, incluso antes de empezar la escuela. Igualmente, las condiciones estructurales en las que crecen los niños son de gran importancia para el éxito educativo.
Sin embargo, el equipo de investigación de este estudio había observado que las habilidades de convivencia, a las que también llaman habilidades ciudadanas, y que son cruciales para el funcionamiento de una sociedad, y los requisitos educativos previos, no se incluían —o se hacía rara vez— en los programas de educación infantil. En este estudio han investigado por primera vez si se puede trazar una imagen global de las actitudes fundamentales en las que se basan estos programas. Para ello han analizado más de 90 documentos oficiales de 53 países de todos los continentes, así como de la Unión Europea y de la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos (OCDE). Los documentos abarcan el período comprendido entre 1999 y 2023 y son principalmente directrices, planes educativos y publicaciones similares que describen las orientaciones fundamentales de la política educativa.
Centrados en las habilidades cognitivas
El estudio muestra que los programas de educación de la primera infancia se centran en las habilidades cognitivas, como el lenguaje, el procesamiento de la información y la conciencia espacial. Por el contrario, las habilidades ciudadanas, que son importantes para vivir y trabajar juntos, solo juegan un papel subordinado. Las habilidades socioemocionales, como el reconocimiento y la gestión de las emociones propias y ajenas, sin embargo, sí se incluyeron en los documentos de posicionamiento de las organizaciones internacionales y de algunos países.
Los programas consideran predominantemente el talento, el esfuerzo y la responsabilidad personal como fundamentales para el éxito educativo posterior. Apenas se mencionan factores que no pueden ser influenciados por el individuo, como condiciones socioeconómicas de su contexto familiar, rasgos de personalidad y eventos estresantes como la migración forzada o la enfermedad. La importancia del apoyo de la familia, los amigos, los maestros y la sociedad también se mencionan raramente.
Preocupación sobre los valores sociales y educativos promovidos
«Nuestro estudio plantea preocupaciones sobre los valores sociales y educativos promovidos actualmente por las políticas de la educación en la primera infancia», explica Pablo Gracia. «Se priorizan las habilidades para la competencia individual en la educación, como la capacidad académica, mientras que las habilidades basadas en la ciudadanía y la comunidad reciben poca atención, y las reformas que no suelen reconocer las desigualdades estructurales, como los antecedentes familiares o los privilegios sistémicos, a la hora de definir a los "ganadores" de la sociedad. Estas políticas impulsan una mentalidad económica meritocrática: el éxito se enmarca como una cuestión de talento y esfuerzo, minimizando el papel del contexto social», señala el experto de la UAB.
Los investigadores consideran que se necesitan más estudios para explorar hasta qué punto las pautas de política educativa se reflejan en la práctica de la educación de la primera infancia. «A nivel individual, los niños pueden interiorizar la idea de que todo se puede conseguir con esfuerzo, sin entender que el éxito también depende de sus semejantes o simplemente del azar», indica Samuel Greiff, investigador de la Universidad Técnica de Múnich y coautor del estudio. «A nivel del sistema, vemos el peligro de que, en algunos países, ya está surgiendo una competencia en guarderías y jardines de infancia en cuanto a qué instituciones invierten más en el rendimiento cognitivo de los niños, y se descuidan otros objetivos educativos. En tiempos en los que nos preocupa la cohesión social y la comprensión de la democracia, no promover las habilidades necesarias es contraproducente», añade.
«Si queremos construir sociedades que sean más eficientes e iguales, hemos de promover una amplia variedad de habilidades importantes para niños y adultos, y transmitir a la ciudadanía el hecho de que el “éxito“ se explica en gran medida por factores contextuales y aleatorios, y esto captura en buena parte lo que hoy se llama "talento" y "esfuerzo" dentro de la mentalidad meritocrática hegemónica», concluye Pablo Gracia.
Artículo: Bobrowicz K, Gracia P, Teuber Z, Greiff S (2025) «The meritocracy trap: Early childhood education policies promote individual achievement far more than social cohesion». PLOS One 20(7): e0326021. https://doi.org/10.1371/journal.pone.0326021