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Universitat Autònoma de Barcelona

Las ayudas económicas a sectores clave suponen una amenaza para la biodiversidad del planeta

23 may 2025
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Los subsidios a sectores económicos clave como la agricultura, los combustibles fósiles, la pesca y la minería perpetúan la degradación ambiental, con un impacto negativo sobre la biodiversidad, el clima y la salud pública, según destaca una nueva investigación del ICTA-UAB.

AJUTS A LES INDUSTRIES

La naturaleza es fundamental para la vida y el bienestar humano: hace posible la producción de alimentos, regula el clima, mantiene los ciclos del agua y del carbono, y contribuye directamente a la salud. Más de la mitad de la economía mundial depende, en mayor o menor medida, de los servicios que brinda la naturaleza. Sin embargo, las acciones humanas están causando un deterioro acelerado y generalizado del planeta y de todas las formas de vida que lo habitan.

Un estudio liderado por la investigadora del ICTA-UAB Victoria Reyes García, publicado recientemente en la revista Ambio, analizó las ayudas públicas concedidas a seis sectores económicos clave (agricultura, combustibles fósiles, silvicultura, infraestructura, pesca y acuicultura, y minería) y los impactos indirectos de su actividad. Datos recientes indican que estos sectores reciben entre 1,7 y 3,2 billones de dólares anuales en subsidios públicos, mientras que los daños ambientales que generan como impactos indirectos en el planeta se estiman entre los 10,5 y los 22,6 billones de dólares al año.

El estudio indica que el deterioro ambiental que generan ya está teniendo consecuencias económicas significativas. El Banco Mundial advierte que la pérdida de servicios esenciales de la naturaleza, como la polinización, la pesca marina o la provisión de madera, podría reducir el PIB mundial en 2,7 billones de dólares en el año 2030. Solo en el Reino Unido, se estima que el impacto de la pérdida de biodiversidad podría provocar una caída del PIB de entre el 6 y el 12 % en ese mismo periodo.

La investigación analiza los sectores más críticos mediante una amplia revisión documental:

  • Combustibles fósiles: en el año 2022 las ayudas a este sector alcanzaron los 7 billones de dólares. La eliminación de estos subsidios podría reducir las emisiones globales de CO₂ en un 43 % y evitar hasta 1,6 millones de muertes prematuras al año, debido a la mejora en la calidad del aire.
  • Agricultura: sus impactos incluyen emisiones de gases de efecto invernadero, degradación del suelo y contaminación de aguas superficiales y subterráneas.
  • Forestal: en el año 2024 las actividades forestales recibieron 175 mil millones de dólares en subsidios. Sin embargo, la deforestación bruta en 2023 fue de 6,37 millones de hectáreas. Esto contribuye a que no se cumplan los objetivos climáticos establecidos a nivel global.
  • Infraestructuras: la construcción de infraestructuras, como carreteras o sistemas de riego, contribuye a la pérdida de hábitats naturales y a un uso insostenible del agua. En 2015 este sector recibió 2,3 billones de dólares en subsidios a nivel global.
  • Pesca y acuicultura: las subvenciones en este sector alcanzaron los 55 mil millones de dólares en 2023. Muchas de ellas promueven prácticas insostenibles, como la sobrepesca y la pesca ilegal, que amenazan la biodiversidad marina.
  • Minería: este sector recibió al menos 40 mil millones de dólares en subsidios, aunque gran parte de ellos no se reportan de forma transparente. Además, el 80 % de la minería metalúrgica se realiza en regiones del planeta con gran riqueza de biodiversidad, lo cual causa impactos ecológicos profundos.

«Uno de los mensajes principales del estudio es que no hay un sistema que permita monitorear cuántos subsidios se dan, a qué industria ni en apoyo a qué actividades. Esa información es difícil de conseguir, y este estudio aboga por una mayor transparencia de los gobiernos en dar esa información», explica Victoria Reyes García.

Esta falta de información se vuelve aún más preocupante si se considera la magnitud de los subsidios a los diversos sectores económicos y sus impactos indirectos que impulsan el deterioro ambiental. Por ello, la investigación del ICTA-UAB pone de manifiesto que el modelo económico actual necesita una transformación urgente.

Afortunadamente, ya existen ejemplos positivos. Nueva Zelanda ha eliminado subsidios pesqueros y los ha reemplazado por incentivos con criterios de sostenibilidad, Zambia está redirigiendo subsidios agrícolas hacia prácticas respetuosas con el clima y la biodiversidad, e Inglaterra ha implementado un sistema de pagos por servicios ecosistémicos en el sector agrícola.

Estas experiencias demuestran que es posible redirigir los recursos públicos hacia modelos de desarrollo que protejan la biodiversidad y garanticen el bienestar de las generaciones presentes y futuras.

 

Referencia al artículo
Reyes-García, V., Villasante, S., Benessaiah, K., Pandit, R., Agrawal, A., Claudet, J., Garibaldi, L. A., Kabisa, M., Pereira, L., y Zinngrebe, Y. (2025). «The costs of subsidies and externalities of economic activities driving nature decline». Ambio. https://doi.org/10.1007/s13280-025-02147-3

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