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Universitat Autònoma de Barcelona

«Haciendo un voluntariado en prisión aprendes a valorar más la vida»

27 feb 2024
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La estudiante de Sociología en la UAB, Itziar Infantes, nos explica su experiencia desde hace un año como voluntaria en el centro penitenciario Brians, dentro del programa de Justicia de la Fundación Autónoma Solidaria (FAS), un voluntariado que la ha hecho crecer a nivel personal y le ha permitido descubrir su vocación.

Estudiant Itziar Infantes asseguda a l'entrada de la facultat de sociologia

«Dentro del centro penitenciario, me he dado cuenta de que ni los buenos son tan buenos, ni los malos son tan malos»

«En la cárcel me dicen que están muy contentos conmigo porque les aporto aire fresco, la visión de la calle de una persona joven»

A la estudiante de Sociología de la UAB Itziar Infantes le pusieron el mismo nombre que la hermana de José Mari Bakero, el futbolista luchador y constante del Barça, unos valores que con el tiempo y a lo largo de su vida podrían definir perfectamente la forma de ser de esta estudiante de Santa Coloma de Gramenet. Con una adolescencia complicada por motivos personales y de salud que la hicieron deambular de un instituto a otro sin saber muy bien qué es lo que quería hacer en la vida, ha sabido salir adelante y ahora mismo sus palabras nos muestran una Itziar empoderada, madura y contenta consigo misma. Esa misma fuerza es la que le empujó a decidirse a hacer el voluntariado en una carcel.

El paso por el Instituto Poeta Maragall, en Barcelona, dice que la salvó y le cambió la vida. Después empezó su etapa universitaria. Desde hace un año compagina las clases en la UAB con un trabajo de monitora en el comedor de un centro educativo y con el voluntariado que lleva a cabo los domingos por la mañana en el centro penitenciario de Brians, en Barcelona (dentro del Programa de Justicia de la Fundación Autónoma Solidaria —FAS—), un voluntariado en el que se ha ido implicando cada vez más porque se siente muy a gusto.

- Empezaste a estudiar Humanidades en la UAB y después te cambiaste a Sociología.

Sí. En Humanidades no estaba descontenta pero no era lo que yo quería hacer en la vida realmente. Mi sueño ha sido siempre el ámbito social y entender la sociedad. Siempre me he preguntado por qué hay personas que hacen daño a otros sin ningún motivo. Así que volví a presentarme a la selectividad y entré en Sociología. Pero tengo que decirte que, cuanto más estudio la carrera, menos entiendo la sociedad, la verdad.

- ¿Qué buscas en Sociología?

Busco esto, encontrar respuestas a los motivos por los que los individuos cometen delitos. Por qué, por ejemplo, hay gente que, dentro de una misma familia, puede llegar a dañar a sus miembros, a personas con los mismos valores o similares.

- ¿Cómo te enteraste de este voluntariado?

Me llegó por el correo electrónico de la UAB y me llamó la atención. Además, yo estoy haciendo, desde hace un tiempo, en mis horas extra, un proyecto de observación en un centro penitenciario que me servirá para el trabajo de fin de grado.- ¿En qué consiste el proyecto?

En la lectura de clásicos entre los internos para extraer lecciones esenciales de vida. Por ejemplo, se toma La Celestina, un clásico donde salen muchos tipos de amor (pasional, posesivo, etc.), se lee y después se puede interpretar de mil formas. También lo hacemos con El niño del pijama de rayas o El Lazarillo de Tormes. Todos estos libros son historias con muchos valores y pequeñas lecciones de vida detrás y de las que se puede aprender mucho. Se trata de tomar párrafos y analizarlos y debatirlos en grupos pequeños, de unos 20 internos.

- ¿Qué haces exactamente en prisión como voluntaria?

Hago tareas de dinamización de grupos y participo en la organización de juegos y actividades lúdicas. Tengo como referente a una persona de la cárcel, una profesional, y estoy con ella en todo momento. Estoy aprendiendo mucho. Poco a poco he ido ganándome la confianza de todos ellos y de mi referente en la cárcel. Al principio solo estaba en un módulo y ahora voy pasando por distintos módulos.

- El mundo penitenciario se ve desde fuera con mucho respeto.

Sí. Algunos amigos me han preguntado que si no me da miedo ir a la cárcel. ¡Pero yo no tengo ningún miedo! Son personas. Yo me siento bien, cómoda. ¿Sabes lo que pasa? Que en la sociedad hay muchos prejuicios y mucho estigma hacia el mundo de los presos.

 - ¿Qué relación tienes con los presos y trabajadores del centro penitenciario?

La verdad, muy buena. Allí me dicen que les aporto otra visión, la de la calle, la de una persona joven, y están muy agradecidos y contentos conmigo. Por ejemplo, en verano, cuando hacía mucho calor, el grupo de mujeres estaban muy aburridas y les propuse hacer algo especial para animarlas, y organizamos un karaoke. Fue genial. Un fin de semana estuve 10 horas cada día, porque celebramos el Día de Reyes y estuve ayudando. Aquello fue excepcional. Normalmente voy un día a la semana. Yo creo que hemos hecho una piña y me siento supercómoda. Me han invitado incluso a comer con ellos.

- ¿Has llegado a hacer amistad con algunas de las personas presas?

No, eso no. Yo estoy a gusto y cómoda entre ellas. Pero la amistad es algo muy distinto. Esto debe tenerse muy claro.

 - ¿Qué aprendizaje principal has extraído?

Me han hecho ver que ni los buenos son tan buenos, ni los malos son tan malos. Y que la mejor forma de enfrentarte al miedo es enfrentarte a él.

 - ¿Crees en las segundas oportunidades?

Totalmente. Sí creo. A mí también me las han dado a lo largo de mi vida en distintas ocasiones. Por ejemplo, el propio profesorado de la UAB, sin ir más lejos. En alguna ocasión cuando no he llegado a tiempo para entregar algún proyecto y un profesor me ha dado la oportunidad de presentarlo al día siguiente.

 - ¿Has podido ayudar a los presos? o al contrario, ¿quizás ellos te han podido ayudar a ti a valorar otras cosas?

Creo que ha sido mutuo. Es decir, a mí no me ven como una funcionaria de prisiones, no estoy allí para vigilarlos. Yo creo que mi aportación es la de una persona de la calle, sin traspasar el límite, porque no dejan de ser internos, pero yo creo que me ven como una figura más cercana.

- ¿Y cómo lo haces para conseguir que te vean así?

He aprendido a escucharlos y a saltar el prejuicio que existe en este ámbito. Allí a mí personalmente me han enseñado a valorar la vida. Ahora soy más consciente del valor que tiene salir cuando quiero ir a tomar una bebida en un bar o en una terraza con mis amigos, por ejemplo. Esa libertad hay personas que no la tienen. Hablo con mis amigos y les intento explicar que no es todo como parece. Si los presos están ahí, obviamente, es porque han hecho algo, pero debemos saber escucharlos.

- Como futura socióloga y como persona joven que eres, ¿cómo ves a la gente joven?

Trabajando con alumnado de ESO, en el comedor, veo que la juventud necesita más límites. Es necesaria más educación en este sentido. Se ha perdido la comunicación entre las familias y el avance de la tecnología está siendo desastroso. No existe vida en sociedad. Y no sirve de nada que un día vayamos a una manifestación multitudinaria y al día siguiente veamos una injusticia por la calle y nadie sea capaz de detenerse a ayudar a esa persona.

- Tu futuro laboral, ¿cómo lo ves?

Los trabajadores de Can Brians me han dicho que me apunte a la bolsa de trabajo de la cárcel, no paran de animarme a que me prepare para entrar a trabajar allí. Sería mi sueño, poder trabajar en un centro penitenciario. He descubierto mi vocación.

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