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"Después de la crisis, el salario de los hombres ha aumentado más que el de las mujeres"

Rosalía Vázquez-Álvarez
El último informe mundial de la OIT sobre salarios constata un débil aumento salarial durante los últimos años, así como una diferencia en la remuneración de hombres y mujeres del 20%. Rosalía Vázquez-Álvarez presentó el estudio por primera vez en una universidad en la UAB.

06/03/2019

Rosalía Vázquez-Álvarez, miembro de la Organización Internacional del Trabajo y coautora del Informe mundial sobre salarios de la OIT, presentó los resultados del estudio y habla de la desigualdad salarial entre hombres y mujeres el pasado 1 de marzo, en un acto que tuvo lugar en la Facultad de Derecho. Fue la primera vez que se presentó el informe en una universidad.

El informe de la OIT indica que el incremento de los salarios en 2017, a  nivel mundial, fue el más modesto desde 2008. ¿Se sabe por qué?

En el informe anterior, habíamos notado que había aumentado, a nivel mundial, el crecimiento de salario. Pero era sobre todo porque en los países emergentes había habido un cambio: un paso de lo informal a lo formal que incrementó salarios en países como China o Brasil, que tienen un peso impresionante a nivel mundial. Esa tendencia, ahora, se ha revertido, lo cual ha hecho que los salarios en el mundo hayan bajado. En los países de alto nivel, no ha habido un cambio muy brusco en los últimos cuatro o cinco años. Lo cual es muy preocupante porque la productividad sí que ha seguido aumentando.

¿Qué implica eso?

La productividad laboral es uno de los mejores indicadores para saber por dónde tendrían que ir los salarios. El problema es que la bajada de los salarios implica un descenso en la parte de PIB correspondiente al trabajo y eso implica un incremento de la desigualdad muy preocupante. ¿Qué hemos tenido en los últimos diez años? Desde las primaveras árabes, a causa de la desigualdad, ha habido movimientos en contra de la clase política, así como fenómenos políticos en países avanzados, pero también en otros del Sur, en los que se están defendiendo políticas hasta cierto punto antisociales.

¿Por qué no aumentan los salarios al mismo nivel que la productividad?

Hay muchos factores. Uno es la globalización: hay trabajos que se están yendo a otras partes del mundo y eso implica que ciertos mercados tienen más posibilidad de incrementar el número de asalariados formales pero en sectores de otros países, como España, la gente pierde el trabajo. Otro es la precariedad laboral: hay más productividad posiblemente porque la gente sigue trabajando al mismo ritmo pero a menor salario. Y otro es lo que llamamos en la OIT la financialización: en los últimos veinte años, las empresas, en lugar de invertir en crear trabajo, han visto que tienen otra manera de incrementar sus beneficios invirtiendo en el sector financiero. Además, las relaciones laborales -el diálogo social, el peso de los sindicatos e incluso el de la patronal- están bajando drásticamente a causa de la precariedad. Cuando los trabajadores eran menos precarios, eran más proclives a ser miembros de un sindicato y tenían más voz.

¿Se ha detectado también una evolución de la brecha salarial entre hombres y mujeres?

En el caso de España, hemos detectado que, entre los años 2000 y 2006, el salario de los hombres bajó y el de las mujeres aumentó sensiblemente, aunque no tanto como la bajada de los hombres. Después de la crisis, el salario de los hombres ha aumentado relativamente más que el de las mujeres. Por tanto, la bajada de la brecha salarial que se observó a principios de los años 2000 se ha revertido y ahora volvemos a estar más o menos igual. Pero, si alguna vez hubo una disminución de la brecha salarial, no fue porque las mujeres ganaran terreno sino porque los hombres perdían salario.

¿Por qué?

Sobre todo porque, en España, hubo una pérdida importante en los trabajos altamente masculinizados como el de la construcción. Hay sectores que, por mucha crisis que haya, no van a dejar de necesitar a gente que trabaje en ellos, como la salud, la educación o el cuidado de personas dependientes; pero otros, como la construcción, son mucho más vulnerables a la coyuntura. Cuando se han recuperado trabajos en esos sectores, a pesar de ser precarios, han aumentado más los salarios de los hombres que los de las mujeres.

Entonces, el hecho de que haya sectores altamente feminizados incide mucho en la brecha salarial.

Por supuesto. Los sectores que están más feminizados son aquéllos donde hay menos salario por persona que trabaja. Sólo puede haber dos razones para que esto pase. Una es que, en estos sectores, la productividad laboral sea baja. No tenemos datos para saber si esto es verdad; es posible que en esos sectores haya una productividad tan alta como en el financiero pero la parte que se lleva el trabajador sea muy baja. Otra razón es que las mujeres tienden a trabajar en sectores a los que la sociedad no les da el peso adecuado que deberían tener. Si mañana cierran los hospitales, las escuelas y todo el sector de atención a dependientes, el país se para. Ya se demostró el 8 de marzo del año pasado. En cambio, si para la construcción, el impacto no es tan fuerte. Hay trabajos que, por haber sido asimilados por la mujer, parece que tengan menos valor. Si los hubieran hecho desde un principio hombres, la brecha sería seguramente más baja.

Y ha comentado en su conferencia que los hombres tenemos mucho mejor retorno de la inversión en educación.

Si yo participo en el mercado laboral con una educación determinada, lo que yo voy a ganar gracias a esa educación va a ser menos que lo que ganaría un hombre. Por ese décalage, se crea una situación en la que el retorno es más bajo. O, por ejemplo, en los puestos ejecutivos, hay un 40% de brecha salarial, por lo que esa posición da un retorno muy diferente a los hombres y a las mujeres.

¿Qué papel puede jugar la universidad para corregir la brecha salarial?

Una de las cosas más importantes es crear oportunidades de igualdad y yo creo que la universidad, que es un centro de educación y de libertad de expresión, es el ámbito correcto para que se creen esas oportunidades y los hombres y mujeres puedan salir al mercado laboral en igualdad de condiciones.

También está el problema de la elección de una carrera según estereotipos, roles de género...

Pero, cuando los chicos y chicas llegan del instituto y se incorporan a una carrera, ya llegan con esos estereotipos. De hecho, no me extrañaría que llegaran con ellos desde la guardería. Una vez en la universidad, poco vas a poder hacer: la mayoría de mujeres ya ha elegido estudios que les llevan a ámbitos de trabajo altamente feminizados.