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“Una forma de interpretar el conflicto sirio es entendiendo el cambio climático”

David Castells
Entrevista a David Castells-Quintana, Ciencias Económicas UAB ’04, máster en Relaciones Internacionales y Desarrollo UAB ’06 y profesor del Departamento de Economía Aplicada de la UAB. 
 

24/10/2019

David Castells-Quintana, Ciencias Económicas UAB ’04, ha cursado un máster en Relaciones Internacionales y Desarrollo y otro en Economía y es doctor internacional por la Universidad de Barcelona. Actualmente ejerce de profesor e investigador en el Departamento de Economía Aplicada de la UAB. 
Una de sus líneas de investigación principal relaciona el cambio climático con procesos migratorios y conflictos sociales en grandes ciudades. ¿Qué tipo de planificación deberían estar haciendo los países para adaptarse a las consecuencias del cambio climático? ¿Qué tiene que ver el cambio climático con el conflicto de Siria? Nos lo explica a lo largo de la entrevista.



Naciste en Colombia, y empezaste ahí los estudios. ¿Como llegaste a la UAB? 
Me establecí en Barcelona a los 19 años, aunque ya había venido antes porque mi padre es de aquí. Una razón importante para venir a Barcelona fue mi interés por los temas de desarrollo económico, la pobreza, la desigualdad. Eso es algo que en Colombia, aunque suene paradójico, no se estudia, allí la economía es lo que a veces la gente piensa que es: empresa, finanzas, hacer dinero, y para mí la economía es estudiar el bienestar de las personas.

¿Cuales fueron tus primeros pasos profesionales?
Durante los estudios, combinaba la facultad por la mañana y el tenis por la tarde, de hecho, me dediqué varios años a jugar y a enseñar tenis, un deporte que aun practico. Luego seguí estudiando, trabajé varios años en empresas privadas, como Decathlon o Desigual, e hice un master en Relaciones Internacionales y Desarrollo en la UAB y uno en Economía en la UB. Finalmente conseguí una beca de la Generalitat, que me permitió entrar al doctorado, mi tesis se tituló: “Concentración de recursos y desarrollo económico.” Cuando me doctoré en 2015, buscando trabajo, tuve la suerte de que me contrataran en la UAB y fue muy bonito volver donde había estudiado.

Durante el doctorado, hiciste una estancia en la London School of Economics. 
Sí, un requisito para obtener el doctorado internacional es hacer una estancia internacional y presentar la tesis en inglés. En Londres es donde empecé de una forma más profesional a investigar sobre cambio climático, participé en un proyecto a nivel mundial para entender sus efectos, a largo plazo, en las dinámicas socioeconómicas. Muchas veces se estudia el cambio climático en relación a un impacto económico concreto, por ejemplo, cuantos millones le cuesta a Barcelona que suba el nivel del mar. O a veces se calcula la adaptación, cuanto nos costaría adaptarnos al cambio climático. Pero este proyecto estudiaba el cambio climático en relación al desarrollo institucional, en cuanto al conflicto o a migraciones, dinámicas que no relacionarías directamente con el cambio climático, pero que, en una escala de tiempo más larga, son efectos muy importantes que hoy ya podemos ver. 

¿Y cómo se relacionan exactamente estas dinámicas?
El cambio climático, tarde o temprano, desplaza la población y acaba generando conflictos. Es una de las tragedias del África subsahariana, por ejemplo, porque tienes mucha gente pobre viviendo en una de las zonas rurales que se está desertificando más rápidamente, el Sahel. Esta gente, ya no puede vivir ahí, y se va a las ciudades como Lagos o Nairobi, ciudades que de repente explotan en población, o es gente que intenta cruzar el Sáhara, y se quedan ahí, o mueren en nuestras costas. Esto es en parte por la pobreza, en parte por conflictos, pero también es consecuencia del cambio climático. En Asia también hay muchos desplazamientos, pero al revés, allí es porque llueve mucho, porque el monzón ahora es más intenso. 

Empezaste a estudiar los efectos del cambio climático en Londres y lo incorporaste como línea de investigación propia.
Sí, cuando volví de Londres, seguí trabajando con algunos investigadores y ahora son mis coautores con los que trabajo en una de mis líneas de investigación. Somos un equipo internacional de cuatro investigadores, con los que ya he publicado sobre cambio climático y desarrollo, y con quienes tenemos dos proyectos paralelos en marcha. Cuando haces estos grupos de investigación normalmente buscas gente con intereses comunes, pero que sean complementarios. Nosotros tenemos un experto en datos climáticos, una experta en datos satelitales de luminosidad nocturna y yo soy más experto en los temas de urbanización. La investigación moderna permite que sea muy fácil trabajar con universidades o gente distinta y te da la oportunidad de combinar diferentes áreas de experiencia, capacidades y puntos de vista.

La estancia internacional te ofrece la oportunidad de investigar en otros proyectos, pero también una conexión con otros investigadores, entonces.
Claro, de hecho, ahora mismo soy coordinador de Erasmus de la Facultad de Economía i Empresa y le digo a los alumnos que hacer una estancia en el extranjero cambia tu forma de pensar, es un antídoto además a muchos problemas, cuando viajas fuera, te das cuenta que quizás tu religión no era tan importante, como pensabas, tu bandera, no era tan importante como creías, tus convicciones, tal vez, no eran las adecuadas o hay otras. 

Volviendo a vuestro grupo de investigadores. ¿Qué líneas de investigación seguís ahora?
Uno de nuestros proyectos en curso es mostrar los desplazamientos migratorios causados por el cambio climático usando datos de temperatura y precipitaciones. A través de unos datos públicos de la NASA, montamos una base de datos donde puedes ver en cada región del mundo, en cada momento, el nivel medio de precipitaciones y de temperatura y esto lo combinamos con una base de datos global de la distribución de la población. Con técnicas econométricas estimamos el impacto del cambio de temperatura o en precipitaciones en los desplazamientos de población, y vemos como las condiciones climáticas extremas expulsan a la población, normalmente del campo a las ciudades 

Y relacionáis todos esos movimientos migratorios, derivados del cambio climático, además con conflictos sociales.
Sí, una de las consecuencias de todos estos desplazamientos, es que muchas ciudades crecen desproporcionadamente. Miramos qué pasa en esas ciudades, y aquí tenemos otra base de datos internacional que te muestra el número y la intensidad de los conflictos en esa ciudad, que pueden ser des de manifestaciones o protestas más estructuradas a guerras civiles, y esos conflictos pueden ser el último eslabón del cambio climático. Gente que vivía en las zonas rurales, y ya no lo puede hacer, se tiene que ir a la ciudad sin nada, no consiguen trabajo, viven normalmente en zonas urbanas paupérrimas, y claro, esto terminan generando conflictos sociales. 

Es una manera diferente de entender los orígenes de un conflicto social.
Sí, y lo interesante que vemos es que es mucho más global de lo que uno pensaría. Una forma de interpretar el conflicto sirio también es entendiendo el cambio climático. Siria era un país relativamente desarrollado, pero donde mucha gente dependía, directa o indirectamente, de la agricultura y la vida rural, y es uno de los países que en las últimas décadas más se ha desertificado. La lucha por los territorios y por el agua es un factor para entender el conflicto, no digo que sea el único determinante, pero es un factor más que puede intensificar conflictos.

También relacionas el extremismo político y el cambio climático.
Claro, si eres pobre, has perdido tu trabajo en las zonas rurales, te ves desplazado, tu vida es un desastre, cualquiera que te venda una historia fantástica, te la crees: “Lucha por mi religión, lucha por mi bandera…”. Entonces el cambio climático termina generando más polarización, y es algo que muchas investigaciones ya muestran.

La mitad de los habitantes del planeta viven hoy en áreas urbanas. ¿Qué implica esto en el bienestar de las personas?
Desde la revolución industrial, el mundo se ha vuelto cada vez más urbano y este proceso de urbanización es normal y positivo, en el sentido que las zonas urbanas son más productivas, te ofrecen más, y la realidad es que la mayoría de la gente prefiere vivir en zonas urbanas. Pero este es un proceso normalmente lento, el problema es que en los últimos años se ha acelerado muchísimo y se ha desconectado del proceso de industrialización, de la parte natural de desarrollo económico. Ahora muchas ciudades crecen porque mucha gente está empujada a esas ciudades, y hay muchas ciudades que crecen de forma no sostenible, se convierten en una aglomeración de personas, pero sin infraestructuras básicas, sin posibilidad de empleo, con millones de personas sin acceso a electricidad, agua potable, sin un sistema de transporte…

En España, hubo un movimiento migratorio importante del campo a la ciudad en los años 50-60. Unas 100.000 personas llegaron a vivir en barracas en Barcelona, la últimas no se demolieron hasta antes de los Juegos Olímpicos de Barcelona ’92.
Es parecido, la diferencia es la dimensión. Siempre va a llegar gente a las ciudades, y siempre va a haber un exceso de gente que durante un tiempo no encuentra trabajo, no tiene ingresos, y viven en suburbios y barriadas, como en Barcelona. Pero si la ciudad es una ciudad mínimamente productiva, las oportunidades se van a ir generando, que es lo que pasó en Barcelona, con más o menos tiempo, la ciudad termina absorbiendo a esa gente, encuentran un empleo y las infraestructuras van creciendo. El problema es si esto sucede una ciudad pobre, por ejemplo, Lagos en Nigeria. Barcelona tiene ahora mismo 1,6 millones de habitantes, Lagos tiene un estimado de 24, de los cuales, 20 son relativamente nuevos. La asimilación de 20 millones de personas tarda muchísimo más que la de 100.000.

Hablas en uno de tus artículos de la injusticia que supone que la consecuencias de la contaminación sean mucho más exageradas en países poco contaminantes.
Sí, es muy triste que los países que más sufren son, por ejemplo, los países del África subsahariana, por estar en el trópico y justo debajo del Sahara, por una situación geográfica que no depende de ellos y son justamente los que menos contaminan. Y en cambio Europa o los Estados Unidos, que son de los países que más han contaminado, de momento no sufren tanto las consecuencias. Y esto es un problema, que impide que solucionemos el problema, porque si yo sufriera el costo de mi propia contaminación, sería más consciente y dejaría de contaminar, el problema global es ese, que unos contaminan y otros lo sufren.

Una de tus áreas de estudio es la urbanización, explicas en un artículo que es esencial la planificación para afrontar el cambio climático. 
Claro, asumiendo que las ciudades van a empezar a recibir cada vez más gente, tienes que hacer una planificación a largo plazo de las infraestructuras necesarias. Y también me gusta recordar la planificación a nivel nacional, es decir, asumiendo que va a haber desplazados climáticos, cómo puedo evitar que todo el mundo se vaya a la capital. O hasta qué punto les puedo intentar ayudar para que se queden en la zona rural o si realmente si es una zona que se está desertificando y no tiene sentido, entonces les puedo ayudar a desplazarse o a adaptarse en otras zonas.

¿Esta planificación la está haciendo algún país? 
Bien hecha, yo creo que, de momento, ninguno. Naciones Unidas sí que hace un esfuerzo en ese sentido, hay mucha investigación y se avanza en estos temas, pero no suele estar en sus planes de desarrollo, ahora empiezan a estar, pero no es algo que a un político le dé votos.

Has publicado dos libros, “Los riesgos de un planeta abarrotado”, y recientemente, “Qué planeta heredarán nuestros nietos”.
Sí, en el primero hablo del crecimiento de la población mundial, hace dos siglos éramos alrededor de mil millones de habitantes y ahora somos siete mil millones y medio; nos hemos multiplicado por siete en muy poco tiempo. Por lo tanto, más consumo, más producción, más contaminación. 
Y en “Qué planeta heredarán nuestros nietos”, plasmo mis investigaciones, de una forma sencilla, es un libro de divulgación. Intento explicar todas estas dinámicas globales de una forma reflexiva, incluso entretenida, pero siempre mostrándole al lector que hay una investigación científica detrás. Quiero hacer reflexionar sobre el mundo que estamos creando, en cuanto al cambio climático, pero también en cuanto a los conflictos, los fundamentalismos. Y un mundo sin especies, hablo de la extinción masiva de especies que estamos viviendo, con una tasa actual de extinción 100 veces mayor a la natural. Un mundo donde a mí no me apetecería vivir.

Explícanos algún proyecto de futuro.
Cuando terminemos los proyectos en los que estamos trabajando, nuestro reto futuro es intentar entender el impacto que tiene el cambio climático sobre la desigualdad, porque normalmente sufren más los pobres que los ricos, porque cuando eres rico te puedes adaptar. Lo cual, por tanto, es probable que, a más cambio climático, más desigualdad. Queremos entender los mecanismos, las formas, intentar cuantificar, también teniendo un enfoque global de como acentúa el cambio climático la desigualdad. 

Hace unos meses, la UAB declaró el estado de emergencia climática, y dedicará la Fiesta Mayor y todo el año a actividades bajo el lema: ‘Emergencia climática: la UAB actúa!’. ¿Qué te parece?
Genial, a mí lo que me enamoró de la Autónoma es eso, la plaza cívica, la diversidad de opiniones, y este activismo, del que, aunque desafortunadamente a veces se abusa, es un gran capital que la Universidad tiene. Y aprovechar eso, para intentar concienciar a la gente del cambio climático, me parece fantástico.