“Queremos tener una imagen en tiempo real de como están cada uno de los animales de la granja”

Nos explica su trajectoria y hablamos sobre el bienestar animal en animales de producción, su línea principal de investigación.
19/09/2019
Pol Llonch, Veterinaria UAB ’07, hizo un máster en Investigación Veterinaria y otro en Agroecología y Agricultura Sostenible y se doctoró en la UAB el 2012, después de cinco años como investigador en el Instituto de Investigación y Tecnología Agroalimentarias (IRTA). Su línea de investigación se ha centrado especialmente en el bienestar animal en animales de producción.
¿Qué indicadores científicos nos muestran el grado de bienestar de los animales? Como consumidores, ¿nos interesa esta información sobre los productos que compramos? ¿Está relacionado el bienestar animal con la conservación del planeta? Haciendo un repaso a su trayectoria, Llonch nos responde a todas estas preguntas.
¿Por qué decidiste estudiar Veterinaria?
Lo típico es decir que te gustan mucho los animales, y es cierto, no puedes ser veterinario si no te gustan los animales, pero yo no entré a Veterinaria para estudiar animales pequeños, sino que yo tengo una vinculación con el mundo rural que no sé bien de dónde sale. Con 15 o 16 años pasé algunos veranos trabajando en granjas de vacas, y mira que yo soy de Sabadell, pero de pequeño ya tenía este interés. Encaré los estudios para dedicarme a animales de producción, de ganadería, como el cerdo, la vaca de leche, la vaca de carne, las ovejas.
¿Cómo fue tu experiencia estudiando en la UAB?
Me gustó mucho, lo volvería a hacer, la Facultad de Veterinaria de la Autónoma tiene unas instalaciones notables, está el Hospital Clínico Veterinario y las granjas experimentales, dónde hay algunos animales, como las ovejas, de forma permanente y eso permite un contacto más o menos cotidiano. Sí que es verdad que faltarían otras especies o tener más contacto, sobre todo los que nos dedicamos a producción.
El último año de carrera hiciste un Erasmus en Toulouse.
Sí, en la Escuela Nacional Veterinaria de Toulouse, fue muy interesante. En Francia se usa un sistema muy selecto para acceder a los estudios de veterinaria, hay cuatro escuelas en todo el país, y había un ambiente muy diferente al que se vivía aquí. Allí se le da más importancia a la relación con los animales de producción, también porqué es un país que vive mucho de la ganadería con pequeños agricultores que están distribuidos por todo el territorio. Muy buena experiencia, conoces a gente de todo el mundo. Es una vivencia que recomendaría a todo el mundo, ver otro sistema de educación, exámenes orales, prácticas...
Cuando acabas, ¿cómo empieza tu trayectoria profesional? ¿Cuáles fueron tus primeros pasos?
Hice prácticas en un centro veterinario en Tona. Y allí fue mi primer contacto real con la veterinaria de animales de producción. Me gustó, pero me sirvió para saber lo que no quería hacer y eso me hizo volver a la universidad a buscar eso que sabía que seguro que quería: hacer cosas diferentes y aprender cada día.
A través de Xavier Manteca, profesor de Etología y Bienestar Animal de la Facultad, me puse en contacto con un grupo de investigación en bienestar animal del IRTA, que en esos momentos empezaba un proyecto, era el año 2007. Ahí comenzó mi carrera en investigación.
¿Qué es el bienestar animal?
El bienestar animal es estudiar las estrategias que conducen a mejorar las condiciones de vida de los animales: des de la salud, a la nutrición, al alojamiento, que estén cómodos, y la libertad para poder expresar su comportamiento natural. Por ejemplo, un cerdo está diseñado, entre comillas, para escarbar, es lo que hace en la vida natural, pues es necesario establecer que en los corrales de cría se puedan desarrollar estas conductas, porque si no, puede desencadenar una serie de problemas de comportamiento.
¿Hay un país que sea un referente en la legislación del bienestar animal?
Reino Unido es pionero en materia de bienestar animal y derechos de los animales a nivel europeo y también todos los países escandinavos. Todo está ligado a la percepción social, y el bienestar animal preocupa más al ciudadano del norte de Europa, aunque la consciencia está aumentando mucho en todo el mundo.
¿Tu tesis iba en esta área de investigación?
Sí, fue una tesis un poco dura, porque buscaba estrategias de mejora del bienestar animal previas al sacrificio, por ejemplo, el aturdimiento de los animales, que es el momento en qué se produce la pérdida de consciencia para que no sufran durante el sacrificio. De todas maneras, el grupo de bienestar animal era muy pequeño, y todos participábamos en los diferentes proyectos que iban entrando, des de mejorar las condiciones de alojamiento de las cerdas cuando están gestando, hasta estrategias para disminuir la cojera de las vacas. Mi período en la IRTA fue muy gratificante.
Acabas el doctorado en la UAB y tu etapa como investigador en la IRTA el 2012. ¿Qué haces después?
La IRTA incentivaba mucho la salida de los doctorados. Por cuestiones personales, mi pareja y yo decidimos que nos apetecía irnos fuera y buscamos un contrato post doctoral. En octubre, me contrataron en la Universidad de Warwick, en el Reino Unido, para trabajar en un proyecto sobre indicadores de bienestar animal con ovejas, pero había pedido otras becas, una de ellas, una beca Marie Curie y me la dieron, así que acabé en Edimburgo, en la Scotland’s Rural College, una institución asociada a la Universidad de Edimburgo.
¿Y cuál fue tu línea de investigación allí?
Tuve la oportunidad de hacer ciencia básica, no tanto aplicada. Relacionaba comportamiento y bienestar animal con emisiones de gases de efecto invernadero. Era la primera vez que alguien ligaba dos campos importantes, que están en la agenda social del siglo XXI, buscaban estrategias para mejorar el bienestar animal y que al mismo tiempo ayudaran a mitigar las emisiones de efecto invernadero, principalmente las emisiones de metano, que son las que emiten más los rumiantes. Mi proyecto pretendía buscar estrategias de comportamiento alimentario, con el objetivo no solamente de mejorar su bienestar, sino también de reducir sus emisiones.
Y finalmente, vuelves a la UAB el 2015.
Vine con una beca postdoc Beatriu de Pinós, después seguí con una beca Tecniospring INDUSTRY de ACCIÓ y ahora estoy con una beca Juan de la Cierva. En la universidad recientemente nos han dado un proyecto europeo, Clear Farm, que empezamos en octubre. Sigue en la línea de evaluar el bienestar animal: cómo podemos saber si los animales están bien, encontrar los indicadores científicos y fiables que nos digan si tienen problemas, se estresan o están mal de salud. A través de sensores, que se están ya desarrollando, analizamos el comportamiento de los animales, por ejemplo, cómo se mueven por la granja, o las veces que van a comer o a beber, todo esto nos da información sobre su bienestar. Queremos tener una imagen en tiempo real de cómo están cada uno de los animales de la granja, un sistema informatizado que empaquete todos los datos de los sensores. Información útil para los ganaderos que quieran saber cómo están los animales y saber si tienen que hacer algún cambio o mejora, pero también para el consumidor, por ejemplo, con un etiquetaje que le diga cómo han estado los animales.
¿Qué reto supone este proyecto?
Es una línea que queremos seguir investigando, nos interesa mejorar los métodos para poder saber qué sienten los animales, qué les pasa, poder ponernos más en su piel y entenderles. Una vez seamos capaces de entender qué hacen los animales, el otro punto es por qué lo hacen, es decir, por qué un jabalí tiene un comportamiento nocturno y qué ha pasado en el proceso de domesticación del cerdo que ha hecho cambiar eso. Responder preguntas sobre la evolución de su código genético, bases que puedan explicar por qué los animales se comportan y son de una determinada manera.
Recientemente habéis creado AWEC, una empresa participada por la UAB y surgida del Servicio de Nutrición y Bienestar Animal (SNiBA) de la Facultad de Veterinaria, con sede en el Parque de Investigación de la UAB.
Sí, todo este conocimiento, des del minuto cero, vimos que tenía que ser aplicado, queríamos que tuviera un impacto y mejorara realmente las condiciones de los animales. Hemos estado buscando maneras de encontrar este impacto y finalmente creamos AWEC Advisors S.L., una empresa de base tecnológica (EBT) para poder focalizar más el servicio o la transferencia de conocimiento a las empresas, porque al final es allí donde consigues el impacto. Tenemos clientes de todo tipo, desde empresas farmacéuticas a cooperativas de ganaderos de aquí pero también con base en otros países europeos y hasta de fuera. Tenemos un abanico muy amplio y básicamente lo que hacemos es transmitir el conocimiento o buscar la aplicación del conocimiento que se genera en un ecosistema como es el de la universidad hacia la práctica diaria. En este sentido, me ayudó mucho el curso que hice en la UAB “U2B: From University to Business”, donde aprendíamos maneras para incrementar la transferencia de los resultados de nuestra investigación en el mercado.
Explícanos algún proyecto aplicado en lo que estéis trabajando.
Ahora mismo en Riudellots de la Selva trabajamos en una granja pequeña, una empresa familiar, ellos hacen sus productos, esquilan sus propios cerdos y los venden a los carniceros, no forman parte de una cadena de granjas muy grande, eso en Cataluña es muy infrecuente. Tenían ganas de mejorar el bienestar animal para aumentar su valor añadido y porque se sienten más cómodos trabajando así. Buscamos una manera de mejorar el alojamiento de las cerdas. Cuando paren se pasan entre 3 y 4 semanas con sus crías dándoles de mamar y en condiciones intensivas convencionales están enjauladas, y lo único que pueden hacer es levantarse y estirarse. Lo que hemos hecho en esta granja es diseñar un sistema para que las cerdas tengan más espacio, se puedan mover libremente y puedan interaccionar sin limitaciones con los lechones, mostrar el comportamiento materno-filial sin limitaciones y al final aumentar su bienestar. Hace dos años que llevamos este proyecto y estamos teniendo muy buenos resultados tanto por los resultados de bienestar y productivos, como por la acogida del consumidor, del granjero y de la sociedad. Los medios de comunicación se han interesado mucho en esta práctica.
¿Conseguir estas mejoras de bienestar animal entiendo que no debe de ser una preocupación para las granjas de producción más masiva, pero la demanda del consumidor, puede empujar al cambio?
Exacto, al final es el consumidor quién dice cómo quiere que se produzca y el ganadero o el productor lo que hará es adaptarse, siempre y cuando el consumidor pague por lo que pide. Al final el bienestar animal es un estándar de cualidad ética y si quieres un mayor estándar, es posible que eso provoque un incremento del precio. Por ejemplo, una manera de aumentar el bienestar de los animales es disminuir la densidad, por tanto, si tienes una nave de una determinada superficie y en condiciones convencionales tienes 50 cerdos, para aumentar el bienestar animal es posible que tengas que reducir la cantidad de animales, por lo tanto, el precio de ese cerdo es posible que aumente. Si el consumidor quiere realmente una mejora del bienestar, tiene que estar dispuesto a pagar ese incremento.