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Helena Sandín: «Cuando yo empecé a jugar no había referentes de rugby femenino porque tampoco existían como tal»

Helena Sandin
La ex jugadora de rugby y actual coordinadora del equipo femenino de la Asociación de Veteranos Rugby Barça (AVRFCB), Helena Sandín, explica en una entrevista para la UAB su experiencia como jugadora de rugby. 
 

02/04/2019

La ex jugadora asistió el pasado 11 de marzo a una charla en la UAB sobre la mujer en el mundo del rugby, enmarcada en las actividades del 8 de marzo y organizada por Centaures, el equipo de rugby  de la Autónoma. En la charla también participaron la ex centauresa y jugadora del Club de Rugby Sant Cugat (CRSC), Txell Turbe, y la jugadora de Centaures, Gis Ferro

Sandín empezó a jugar a rugby cuando tenía 16 años en el equipo Club de Rugby Bonanova, el actual Club Esportiu Universitari (CEU) de Barcelona, en un momento en el que apenas se hablaba de rugby y del deporte femenino menos: «Cuando yo empecé a jugar entre el año 1985-1986 no había referentes de rugby femenino porque tampoco existía como tal. Mi mayor referente era mi entrenador, Jordi Villalante, y la que era capitana del equipo en aquel momento, Otilia Grosche». 

En esa época, no se veía con buenos ojos que una mujer jugara a rugby. De hecho, como confiesa la ex jugadora, para poder apuntarse al club tuvo que firmarse ella misma la autorización porque era menor de edad y porque sus padres no veían con buenos ojos que practicase este deporte: «Mi padre no lo veía bien y  sigue sin verlo. Piensa que no es un deporte de mujeres». 

En ese sentido, Sandín considera que tuvo mucha suerte con la persona que dirigía su club porque estaba «muy implicado en el mundo del rugby y nos trataba igual a unos y otros» y también con su entrenador porque «cuando nos veía jugar, sólo veía rugby».

«En mi club las chicas eran un valor añadido. Fuimos muy buenas en muy poco tiempo, éramos muy organizadas y autosuficientes», señala. 

En seis años armaron un equipo de cero, ganaron la liga catalana dos veces y optaron a disputar los campeonatos nacionales. Hoy serían el equivalente a un equipo de División de Honor. «Fuimos las mejores de todos los clubes de Cataluña», afirma.

Sandín explica que si había discriminaciones o comportamientos machistas los ha percibido a posteriori: «Con los años, me he dado cuenta de todo lo que pasaba. Habíamos ido a campeonatos de España a jugar y las chicas siempre jugaban en el peor sitio, con los peores vestuarios y, sobre todo, en las peores horas».

Uno de los partidos más importantes que Sandín jugó y que se le ha quedado grabado para toda la vida en su memoria fue contra la selección femenina de rugby de Nueva Zelanda, las All Blacks: «Estaban a horas lejos de nuestro nivel, pero fue una gran experiencia».

En la gira por Inglaterra, la ex jugadora recuerda alucinada que fuera «tan fácil» practicar el rugby siendo mujer, porque era «un sitio con escuela y tradición femenina, donde ya se visualizaba este deporte». 

Sandín jugó durante doce años a rugby hasta que tuvo que retirarse por culpa de una lesión en la rodilla derecha. En ese momento, ya estaba trabajando como enfermera. Con 28 años se casó con su pareja, Jaume Capell, ex jugador de rugby del Futbol Club Barcelona (FCB) y actual presidente de la Asociación de Veteranos Rugby Barça, con el que tuvo dos hijos, Oriol y Alba, que han heredado su pasión por el rugby. 

Durante diez años, tanto Sandín como Capell desaparecieron del mundo del rugby, pero sus hijos decidieron jugar y ellos los apoyaron: «Mi hijo tiene ahora 17 años y juega en el FCB, aunque ha tenido que dejarlo por una lesión en el hombro y Alba, que tiene 15 años, está trabajando para seguir en la selección catalana y llegar a la española. En este deporte la pasión no se termina nunca».

Ahora, treinta años después de formar parte del Bonanova, la ex jugadora ve cómo, aunque sigue habiendo mucho desconocimiento sobre este deporte, el rugby femenino ha empezado a visibilizarse más y han aparecido algunas referentes: «Las chicas ya no quieren parecerse a Jonah Lomu sino a Kendra Cocksedge. Mi hija ya me dice que quiere ser como María Casado o María Ribera». 

Sandín también considera que en el rugby femenino se han mejorado las condiciones y se han multiplicado las posibilidades: «Las chicas ahora tienen la selección catalana –que ya existía-, la española, hay campus de las selecciones, talleres, los técnicos se forman mucho más, los clubs están más preparados, también hay gimnasios cuando yo jamás pensé que podría ir a uno a prepararme deportivamente».

Pese a la mejora de las condiciones, ahora más que nunca, la ex jugadora se da cuenta de las desigualdades que hay entre el rugby masculino y el femenino: «Cuando he querido entrar otra vez e intentar lograr que el rugby femenino se desarrolle y tenga una gran visualización, entonces sí he visto que el machismo realmente existe».

Como coordinadora del Rugby Barça, Sandín intenta normalizar la práctica del rugby femenino haciendo que las jugadoras tengan espacios propios con sus compañeras (clínicas, encuentros de jugadoras juveniles), utiliza el Instagram para difundir noticias de sus propios partidos y las anima a asistir a otros partidos para apoyar a sus compañeras.

«No me he dado cuenta hasta ahora pero, cuando yo empecé, también tuve a alguien que velaba por mí. Espero poder colaborar mucho tiempo a que este deporte siga su ascenso y su visualización», concluye.