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Universitat Autònoma de Barcelona

Carlos Lopes: «Hay que ver a la juventud africana como una oportunidad mundial»

24 mar 2023
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El sociólogo y economista Carlos Lopes (Guinea-Bissau, 1960), profesor honorario en la Universidad de Ciudad del Cabo (Sudáfrica) y alto representante de la Unión Africana en Naciones Unidas, impartió la conferencia «África en tránsito: diversidad, dilemas, futuros» el pasado 17 de marzo en la Facultad de Traducción y de Interpretación de la UAB. El acto fue organizado por la Cátedra José Saramago y el propio centro.

Carlos Lopes

Explica usted en su blog que, desencantado ante la deriva política de su país, decidió hacer carrera en Naciones Unidas. ¿Está satisfecho con el resultado de ese «salto vital»?

Después de 28 años de experiencia en Naciones Unidas, yo creo que sí. Me permitió entender los límites de una visión muy ideológica del panafricanismo e intentar contribuir a una evolución de ese concepto hacia la transformación estructural de las economías africanas. En el origen, el panafricanismo era un concepto relacionado más bien con la dignidad de la población negra y desarrollado en la diáspora más que en el continente; tenía mucho que ver con la liberación del colonialismo. Actualmente supone una discusión sobre la creación de una zona de libre cambio, entre otros aspectos, y he podido contribuir a esa discusión trabajando en la Comisión Económica para África de Naciones Unidas.

¿Los estados deberían ceder más soberanía a las grandes organizaciones internacionales como la Unión Africana o Naciones Unidas para avanzar hacia una gobernanza global más eficaz?

Sin más delegación de soberanía, África no puede tener una mayor participación en las grandes negociaciones internacionales. En materia de comercio, es muy evidente: si África habla con una sola voz, tiene una gran capacidad de intervención. Durante la pandemia, los países africanos querían que hubiera un régimen especial de propiedad intelectual sobre las vacunas y lograron algunos cambios en la legislación de la Organización Mundial del Comercio porque hablaron con una sola voz; fue una demostración de fuerza. Otro ejemplo fue la negociación sobre los cereales a raíz de la guerra en Ucrania: había que desbloquear la circulación de cereales y fertilizantes, y los africanos ejercieron una fuerte presión para llegar a un acuerdo con la participación de las dos partes y la mediación de Turquía.

Se habla mucho de la gran influencia de China en el continente. ¿África corre el riesgo de convertirse, como en la época colonial, en un terreno de disputas entre las potencias mundiales?

Disputas va a haber porque estamos entrando en un periodo de tensión geopolítica, pero no creo que haya la posibilidad de un control chino. Lo que pretende China es tener un mercado mucho mayor para su comercio, así como más influencia política en un escenario de tensión internacional. Ahora bien, cuando se observa de cerca la presencia de China en África, la conclusión es que no es para tanto. Parece mucho porque los demás no están presentes. Por ejemplo, toda la inversión china en África es equivalente a la inversión en Pakistán. Para un territorio con la extensión y la población de África, invertir 10.000 millones de dólares al año no es tanto, pero es suficiente para que China se transforme en el proveedor más importante de deuda soberana. Se podría decir lo mismo en materia de comercio. O, si hablamos de infraestructuras, lo que hace China es muy visible, mientras que las inversiones de otros países no se notan tanto. Si inviertes en un puerto, un aeropuerto o una línea ferroviaria, se nota mucho más que si inviertes en una extracción minera.

La imagen de África en Occidente está muy asociada a graves problemas de paz, alimentación y sanidad. ¿Cuál es la parte que no vemos de la realidad africana de hoy?

Todo eso que se dice es cierto pero no está contextualizado. Por ejemplo: hay más homicidios en el estado de Rio de Janeiro, en Brasil, que en la región de los Grandes Lagos de África. Y hay más víctimas de conflictos en la India —entre Cachemira y la insurgencia naxalita— que en el Cuerno de África. Pero no es esa la percepción, porque los conflictos en África están muy expuestos. El Consejo de Seguridad de Naciones Unidas siempre tiene a África en su agenda, el 60 % de la discusión trata sobre el continente y no debate tanto sobre lo que pasa en Myanmar o Corea del Norte porque siempre hay algún miembro permanente que no permite integrar esos países en la agenda.

La otra parte de la explicación es que África responde a una dinámica demográfica, climática y tecnológica a largo plazo que la posicionará en el centro de las grandes decisiones mundiales. África acumula juventud en un periodo en que los sistemas de seguridad social no van a poder absorber la modificación de la pirámide poblacional de los países más ricos. Desde el punto de vista tecnológico, el consumo de productos tecnológicos apela mucho más a los jóvenes, por lo que África se convertirá en un mercado indispensable para el futuro. Y, desde el punto de vista climático, la transición energética y las nuevas formas de transporte van a necesitar recursos que se encuentran en gran cantidad en África. El continente se va a transformar en una especie de megapotencia energética y mineral para una transición necesaria ante el problema climático.

Centrándonos en el crecimiento demográfico, ¿los gobiernos africanos están tomando medidas para gestionarlo de alguna manera?

Los demógrafos hablan de transición demográfica cuando se alcanza el pico de fertilidad y la pirámide de población empieza a cambiar. Eso está pasando ahora en China y ya pasó hace tiempo en Europa. Salvo Estados Unidos, que es un caso peculiar porque tiene mucha inmigración, los países de la OCDE pasan por una transición demográfica que les lleva a tener una población más envejecida. Así pues, hay que ver la juventud africana no como un problema continental, sino como una oportunidad mundial. Los países se están enfrentando a problemas de mano de obra para determinado tipo de funciones que precisan de mano de obra joven, y la demografía africana tiene que ser observada en ese contexto mundial.

El Servicio de Publicaciones de la UAB ha publicado África: cambio climático y resiliencia. Retos y oportunidades ante el calentamiento global, de Johari Gautier. Trata, entre otros aspectos, del proyecto de creación de una gran muralla verde en el Sahel que contenga la desertización. ¿Se está avanzando en ese proyecto?

Desde el punto de vista científico, es la demostración de que es posible hacer reforestación en una zona que se creía ya perdida ante el avance del Sáhara hacia el sur. Y es también una manera de movilizar los apoyos necesarios para tratar el Sahel de una manera distinta. No es solo un proyecto de plantación de árboles, sino también un proyecto de integración de las poblaciones de la región. En todos los países con una importante población pastoril hay conflictos porque los pastores manejan una economía entendida en términos de ganado y les resulta muy difícil pasar a una forma de economía más formal y compleja, basada en criterios de cadenas de valor, etc. No se sienten integrados y eso les incentiva a usar sus conocimientos sobre el territorio y sus capacidades en otras cosas como el yihadismo. Hay que conseguir cambiar esa estructura económica.

¿Qué papel desempeñan las universidades africanas en el desarrollo social y económico del continente?

Yo trabajo en una universidad, la Universidad de Ciudad del Cabo, que está entre las 150 más avanzadas del mundo y en algunas áreas como la medicina está entre las 60 mejores. Salimos en todos los rankings como la principal universidad del continente, y funciona como un centro de conocimiento panafricano. Pero hay diferencias bastante grandes entre universidades y algunas sufren grandes dificultades. Durante los años ochenta y noventa hubo una gran reducción de la financiación de las universidades, que tuvo un gran impacto en la calidad de la oferta, y se está recuperando muy lentamente. Y, ahora, lo que hace falta es también integrar las nuevas tecnologías digitales y fomentar la enseñanza a distancia o híbrida.

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