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La precariedad laboral de los adultos jóvenes no ha parado de aumentar

DemografiaGent
Un estudio del Centro de Estudios Demográficos de la UAB que se acaba de publicar -que calcula, por primera vez, los años vividos en precariedad en España de los adultos jóvenes, entre 30 y 39 años, - ha comparado 22 generaciones. La investigación concluye que el número de años en precariedad laboral de los adultos jóvenes en España no ha parado de aumentar en los últimos 30 años.

28/09/2018

Un estudio del Centro de Estudios Demográficos (CED) de la Universidad Autónoma de Barcelona (UAB) -elaborado por las investigadoras Mariona Lozano y Elisenda Rentería, titulado "El imparable aumento de los años en precariedad laboral de los adultos jóvenes en España desde 1987 hasta 2017 "y que hoy se publica en la revista divulgativa Perspectivas Demogràfiques- demuestra que, desde 1987, los años de vida laboral en condiciones precarias del adultos jóvenes (entre 30 y 39 años) no han dejado de crecer, especialmente entre las generaciones femeninas.

Justo cuando se cumplen diez años de la crisis económica de 2008, los años de vida en precariedad laboral no han parado de aumentar entre los adultos jóvenes. La primera generación observada, nacida en 1957, pasó la mitad de los años que la de 1978, en temporalidad e inseguridad laboral.

Es la primera vez que se calcula para España los años vividos en precariedad. El estudio del CED-UAB compara 22 generaciones entre 1987 y 2017. Se ha estudiado la evolución de las tasas de desempleo y precariedad (contratos temporales, horas de trabajo y tipo de trabajo insatisfactorias) para hombres y mujeres según su año de nacimiento, y se ha estimado los años de vida activa en el mercado laboral en condiciones de inseguridad contractual. Los datos han sido extraídos de los registros de población del Instituto Nacional de Estadística (INE) y de la Encuesta de Población Activa (EPA).

Así, se ha observado como el desempleo ha tendido a fluctuar según los ciclos económicos. En cambio, las tasas de precariedad, no han dejado de aumentar a lo largo del tiempo, aunque en épocas de crisis económica, los trabajadores precarios han sido los primeros expulsados ​​del mercado.

En 1993, y especialmente en 2008, el desempleo creció fuertemente tanto para hombres como para mujeres (aunque afectó especialmente los hombres). El paro registró su pico más alto, situado en 26%, en el año 2013 para la generación de 1978. Más tarde, el desempleo descendió, y las generaciones más jóvenes se situaron cerca del 10% para los hombres, y el 15% entre las mujeres (aún así, todavía lejos de los niveles pre-crisis).

La inseguridad y la temporalidad se ha doblado en los últimos 30 años. Se ha constatado el número de años vividos en condiciones precarias. La duración es relevante porque no es lo mismo vivir en la temporalidad y la incertidumbre durante un año que en cinco o diez años.

Así, los hombres nacidos en 1957 pasaron un año ocupados en condiciones precarias entre los 30 y los 39 años, mientras que los nacidos en 1978 han pasado a dos. La larga incertidumbre laboral en la que los adultos jóvenes se exponen dificulta la entrada plena a la vida adulta y pospone su emancipación, el logro de la independencia económica, la formación de parejas estables, el matrimonio y el nacimiento de los hijos.

Las cifras entre las mujeres todavía aumentan más, y pasan de 1,5 a 2,6 años. Las nacidas en 1978 han pasado casi el 50% de su vida activa entre los 30 y 39 en inseguridad contractual. Las generaciones nacidas después de 1972 son las que se han visto más afectadas por la precariedad.

Se observa una brecha de género (es decir, el resto del número de años que las mujeres viven en precariedad laboral respecto a los hombres) para estas generaciones. La brecha pasa de 1 año de diferencia por los nacidos en 1957 a casi 2 por las generaciones de 1978. Es decir entre los 30 y los 39 años, las mujeres del 78 viven dos años más que los hombres del mismo año en condiciones laborales precarias.

Para las investigadoras Mariona Lozano y Elisenda Rentería, "el aumento de la precariedad, especialmente en estas edades, es un derroche de recursos que un país como España, con un progresivo envejecimiento, no se puede permitir, ni en términos de cotizaciones ni en términos de fecundidad frustrada, o de riesgo social ".

Además, uno de los resultados más relevantes es que si bien los hombres un mayor nivel de estudios se demuestra como un factor positivo que disminuye la exposición a la precariedad, este no es el caso entre las mujeres. Para ellas, un mayor nivel educativo no parece protegerlas de la precariedad.

En conclusión, el estudio apunta a la necesidad de reducir la precariedad de la vida laboral entre los adultos jóvenes, especialmente para las generaciones femeninas, ya que "esta es la mejor política para contrarrestar el aumento de la infecundidad, y el impacto negativo del progresivo envejecimiento de la población sobre la sostenibilidad del Estado del bienestar ", señala el estudio del CED-UAB.

ARTÍCULO DE REFERENCIA:

PERSPECTIVAS DEMOGRÁFICAS: "El imparable aumento de los años en precariedad laboral de los jóvenes adultos en España, 1987-2017", Octubre, 2018. Mariona Lozano y Elisenda Renteria. Centro de Estudios Demográficos. Universidad Autónoma de Barcelona (UAB).