"No podemos decir que vivimos en una democracia plena si tenemos a gente que duerme en la calle. Hay que arreglarlo."

Alaaddine Azzouzi, exalumne de periodisme, a Catalunya Ràdio
Alaaddine Azzouzi, exalumne de periodisme, a Catalunya Ràdio

Alaadine Azzouzi Rahmouni decidió estudiar la problemática de las personas sin hogar y cómo informar de ello desde los medios de comunicación. El resultado es un reportaje novelado llamado “Invisibles: los que nadie quiere ver” que ha sido galardonado por el premio Arcadi Oliveres a los mejores trabajos de fin de grado de temáticas de transformación para la justicia global. El trabajo está conformado por voces expertas, entidades sociales y los testigos en primera persona del sinhogarismo.

24/01/2023

En los últimos doce años, el número de gente que vive en la calle en Barcelona ha aumentado un 80%. Además, los expertos dicen que los datos podrían ser aún más alarmantes si pudiéramos contabilizar todas las formas de sinhogarismo.

Partiendo de esta realidad, Alaadine Azzouzi Rahmouni decidió estudiar la problemática de las personas sin hogar y cómo informar de ello desde los medios de comunicación. El resultado es un reportaje novelado llamado “Invisibles: los que nadie quiere ver” que ha sido galardonado por el premio Arcadi Oliveres a los mejores trabajos de fin de grado de temáticas de transformación para la justicia global.

El 5 de mayo se realizará el acto de entrega de estos premios, en el marco de la IV Jornada ApS de la UAB. El trabajo está conformado por voces expertas, entidades sociales y los testigos en primera persona del sinhogarismo. 

¿Qué le motivó a la hora de elegir el tema de su TFG?

Sabía que quería hacer algo relacionado con alguna temática social y desigualdad. Siempre me había interesado por hacer reportajes sobre por el racismo y migraciones, pero quería salir de este tema. Justamente hice un reportaje por La Directa sobre el sinhogarismo de Barcelona unas semanas antes del TFG. El tema me pareció muy duro y difícil, y me sensibilicé mucho. La cuestión del sinhogar en Barcelona es muy fuerte e invisibilizada y quería conocerlo más a fondo. Estoy muy contento por haber elegido este tema.

No hay más ciego que lo que no quiere ver. ¿Por qué no queremos ver a los sinhogar?

Tenemos nuestras conciencias muy poco sensibilizadas con los sinhogares y cuando pasamos por su lado deshumanizamos a la persona y no pensamos qué le ha llevado a vivir esto. Tendemos a pensar que si una persona está en la calle es porque se lo ha buscado y ha hecho algo mal en la vida y no que hay condiciones estructurales de desigualdad. El sistema capitalista empuja a la gente a quedarse sin casa y sin trabajo hasta que acaban en la calle.

Cierto es que hay mucha adicción a la calle y exclusión social, pero lo que más marca son los factores estructurales y no tanto las causas personales porque éstas las podemos tener todos. Yo puedo caer en la adicción el alcohol, pero no por eso acabaré en la calle. Es la combinación entre factores personales y factores estructurales lo que determina la causa.

Mientras tanto nosotros nos complacemos con actos caritativos pensando que con esto es suficiente. Lo que debe cambiar son las dinámicas de la sociedad. No podemos decir que vivimos en una democracia plena si tenemos a gente que duerme en la calle. Debe arreglarse.

Ha optado por hacer un reportaje novelado. ¿En qué consiste y porqué ha decidido este formato?

Me apetecía hacerlo de una manera narrativa, que no fuera aburrido y que tuviera un cierto atractivo periodístico y literario. Creo que es un recurso chulo. Pero también me ha planteado muchos debates porque la literatura tiene el riesgo de romanizar una realidad que no hace ninguna gracia. He intentado ser muy cuidadoso a la hora de escribir la narración porque si me paso de metáforas y sentimiento estoy banalizando el sufrimiento de una gente que ha querido hablar conmigo y que lo está pasando mal.

¿Cuáles suelen ser los errores de los medios de comunicación a la hora de abordar el sinhogarismo?

Responsabilizar a las personas de haberse quedado sin hogar, un factor muy repetido en la cultura mediática; poner el foco en los factores personales y no en los estructurales; estigmatizar la pobreza; utilizar términos como vagabundo, palabras muy feas que se utilizan en los medios y no son positivas... Estos son algunos, pero hay más.

Solo un 10,7% de las personas sin hogar en Barcelona son mujeres. ¿Por qué?

Las mujeres se quedan menos en la calle por estadística porque aceptan condiciones muy extremas y queman muchos más vínculos antes de quedarse en la calle. Hay casos en los que aceptan vivir con maltratadores o tener un techo a cambio de sexo. Sus recursos son lamentablemente más extremos para hacer frente a la pobreza. Pero tener un techo no significa que estés bien. No significa tener un hogar.

Las situaciones de sinhogarismo de las mujeres son más invisibles, más difíciles de cuantificar. No tienen una vivienda estable ni una vida digna y las situaciones que viven pasan de puertas adentro, en situaciones de dominación y machismo.

Sin embargo, lo que les espera en la calle es brutal. El 64% de las mujeres sin hogar dice haber sufrido violencia en la calle. Que no las vemos en la calle, no quiere decir que no estén en situaciones difíciles. Existen muchas relaciones de abusos en un contexto con techo.

Más allá de la violencia física y verbal, los sinhogares sufren otros tipos de violencia más difíciles de ver. ¿Nos puede dar algún ejemplo?

Vivir en la calle es estar expuesto a múltiples violencias: violencia física como robos, peleas, agresiones aporofóbicas; adicciones a las drogas para aguantar lo que implica vivir en la calle; agresiones verbales, delitos de odio como el caso de Rosario Endrinal que la quemaron viva en un cajero en Sarrià... También hay violencia institucional, ya que desde los órganos políticos quizás no te dan el estatus de sin hogar y ni ninguna solución y tienen muchos problemas económicos. La media de quedarse en la calle son tres años según fundación Arrels. Es muy difícil salir de la situación y se cronifica.

¿Qué impacto ha tenido conocer de cerca esta problemática con los testimonios que recoges?

No es relevante en tanto que no soy el protagonista. Pero confirma unas tendencias que ya pensaba y que son muy complejas. Es un drama social y no concibo que como sociedad no estemos dando respuesta. Me genera un rechazo y dolor profundo. Pero no creo que sea relevante lo que pueda generarme a mí sino a las personas que lo sufren. Les jode la vida. Poner fin al sinhogarismo debe ser una prioridad política con más dinero y más recursos. La solución está construida: se necesitan casas y que la gente tenga condiciones de vida dignas. En otros países de Europa se están implementando programas como Housing First de Finlandia que han reducido los porcentajes de sinhogarismo. Creo que ésta es la vía a seguir.

¿Qué ha significado recibir este premio que reconoce su trabajo?

Evidentemente, estoy muy contento de que se pueda premiar mi trabajo y más que haya sido por un trabajo dedicado a ello, algo tan invisibilizado y tan importante. Es un honor que sea el premio Arcadi Oliveres que para mí es un referente en toda la lucha por los derechos sociales.