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Universitat Autònoma de Barcelona
Institut de Ciència i Tecnologia Ambientals (ICTA-UAB)

El conocimiento ecológico de las poblaciones locales permite un mejor control de la fauna silvestre en la Amazonía

07 dic 2021
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Un estudio internacional liderado por el Institut de Ciència i Tecnologia Ambientals (ICTA-UAB) y el Departamento de Sanidad y Anatomía Animales de la Universitat Autònoma de Barcelona demuestra que el conocimiento de los pobladores amazónicos podría mejorar las evaluaciones sobre tendencias poblacionales de fauna silvestre usando metodologías de bajo costo, en un momento en que es urgente establecer medidas de conservación efectivas.

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En el estudio, publicado recientemente en la revista Methods in Ecology and Evolution, han participado investigadores de instituciones de España, Brasil, Perú, Estados Unidos e Inglaterra.

La selva amazónica alberga 390 mil millones de árboles y posee una de las mayores biodiversidades del mundo en la principal cuenca fluvial del planeta. Sin embargo, la deforestación en la Amazonía continúa aumentando; al ritmo actual de deforestación, el 27% de la Amazonía estará sin bosques en el año 2030, lo que conllevará una gran pérdida de biodiversidad. Estos datos muestran la urgencia de disponer de estimaciones precisas y actualizadas sobre la abundancia de las poblaciones de fauna, ya que mejoran la eficacia de las decisiones sobre conservación de la biodiversidad. De esta forma, cuanto mayor sea la calidad y actualización de la información disponible sobre la fauna, mejor será la calidad de las acciones de manejo y conservación.

Sin embargo, estudiar la abundancia de la fauna silvestre es un gran desafío. Los estudios científicos realizados en los bosques húmedos tropicales del planeta tradicionalmente han usado métodos que consisten en recorrer repetidamente diversos transectos a lo largo de la selva para identificar y registrar todos los animales avistados. Este método requiere una logística y unos recursos financieros muy elevados, y suele limitar la capacidad de muchos grupos de investigación, especialmente en el caso de estudios a largo plazo y en áreas de difícil acceso, que son las áreas con mayor valor biológico.

Recientemente se ha empezado a utilizar métodos basados ​​en el conocimiento ecológico local (LEK). LEK se define como el conocimiento, prácticas y creencias que se obtienen a través de la observación empírica personal e interacción con los ecosistemas locales. Surge de experiencias que conectan a la población local con la naturaleza, las cuales son analizadas y sistematizadas como una visión holística, complementaria e indivisible del mundo. Sin embargo, el principal inconveniente del uso de los métodos LEK es la subjetividad de las observaciones empíricas y la ausencia de su validación como método científico, estandarizado y preciso.

En este estudio innovador se ha comparado los valores de abundancia de 91 especies silvestres (mamíferos, aves y tortugas) obtenidos después de recorrer más de 7 mil km de transectos lineales y con los valores de abundancia obtenidos a través de entrevistas a 291 pobladores de 17 áreas de la Amazonía. Los resultados mostraron una alta similitud en la abundancia estimada entre ambos métodos, lo que indica que el conocimiento local es tan confiable como los métodos científicos convencionales actualmente en uso. Los investigadores incluso han observado que el LEK es mucho más poderoso que los transectos lineales cuando se trata de algunas especies concretas que rara vez se observan en su hábitat, como especies nocturnas, crípticas, menos abundantes o menos cazadas.

Franciany Braga-Pereira, investigadora del ICTA-UAB y de la Universidade Federal de Paraíba (UFPB) y principal autora del estudio, asegura que “la percepción de los pobladores locales es multisensorial, involucra el oído, el olfato y otras señales visuales indirectas, como comederos, huellas, defecaciones, arañazos, que aumentan la capacidad de detectar la presencia de un animal. Además, el esfuerzo de LEK involucra diferentes escalas de tiempo y espacio, ya que la población local tiene contacto con el bosque mientras realiza sus actividades habituales durante todo el día y el año y en todo el territorio de su comunidad, como la caza, la pesca, la agricultura y la cosecha de productos maderables y no maderables”. 

El Prof. Pedro Mayor, investigador del Departamento de Sanidad y Anatomía Animales de la UAB y coautor del estudio afirma que, “en términos de esfuerzo, LEK implica una mayor cantidad de horas de los pobladores locales dedicadas a la observación en la selva, pero muy distribuidas a lo largo del tiempo y en la medida que realizan sus actividades cotidianas. Al contrario, los transectos lineales suponen un esfuerzo considerablemente menor, pero muy intenso ya que se suele concentrar en dos o tres semanas de trabajo recorriendo los transectos. Además, los pobladores locales recorren la selva por la noche y por el día, mientras que los transectos lineales suelen realizarse únicamente durante el día. Esta diferencia explica que el monitoreo convencional a través de transectos lineales no pueda aportar información sobre especies crípticas y que tengan hábitos nocturnos».

Los autores afirman que advierten que la incorporación de LEK en proyectos de monitoreo de fauna silvestre realizado por los pobladores amazónicos podría mejorar considerablemente la calidad de la ciencia y contribuir a la sostenibilidad de los bosques tropicales del planeta.  “El conocimiento ecológico es más preciso que 10 años de monitoreo científico convencional para la abundancia animal en la Amazonía”, indica Franciany Braga-Pereira. Además, este método empodera a las comunidades locales, que son los actores principales y partes interesadas en administrar mejor sus propios recursos naturales, y desarrollar iniciativas de conservación legítimas y exitosas. Finalmente, el conocimiento que surge de las comunidades locales es autónomo y depende únicamente de su voluntad; de tal forma que se podría realizar a pesar de restricciones financieras o de la aparición de crisis internacionales o nacionales. “Un gran ejemplo de esto lo hemos observado con las restricciones de movimiento durante la reciente pandemia de COVID-19, en la cual muchas áreas naturales protegidas se cerraron a los investigadores externos y el único monitoreo de fauna posible era el que realizaba la población local de forma independiente”, concluye Franciany Braga-Pereira.

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