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15/09/2021

Teletrabajo durante el confinamiento: una oportunidad perdida para la responsabilidad compartida en el hogar

Teletreball, tasques domèstiques i confinament

Investigadores del Centro de Estudios Sociológicos sobre la Vida Cotidiana y el Trabajo (QUIT) del Departamento de Sociología, junto con el Instituto de Estudios Regionales y Metropolitanos de Barcelona (IERMB), han realizado un estudio sobre impacto de género del teletrabajo y rutinas de confinamiento en las tareas domésticas y de cuidado de personas, que concluye que la crisis de la covid-19 acentuó las desigualdades de género ya existentes antes y supuso una oportunidad perdida para avanzar hacia un reparto más igualitario del trabajo doméstico y su revalorización.

El Centro de Estudios Sociológicos sobre la Vida Cotidiana y el Trabajo (QUIT) ha desarrollado, junto con el Instituto de Estudios Regionales y Metropolitanos de Barcelona (IERMB), el proyecto “Impacto de género del teletrabajo y rutinas de confinamiento: más allá de lo obvio”, dirigido por la Dra. Sara Moreno Colom y financiado en la convocatoria de Fondo Supera COVID-19.

El objetivo general ha sido analizar el impacto de género del teletrabajo durante el confinamiento para ver si se refuerzan los roles tradicionales o se favorece la corresponsabilidad. Los objetivos específicos han incluido: explorar la distribución de los trabajos, tiempos y espacios dentro del hogar; analizar las rutinas de confinamiento; y captar los costes y riesgos cotidianos ocasionados por esta situación.

Para lograr estos objetivos, se ha desarrollado una estrategia metodológica de carácter mixto que ha combinado el análisis cuantitativo y cualitativo. En primer lugar, se han explotado varias fuentes de datos estadísticos para obtener una aproximación a la experiencia del teletrabajo durante el confinamiento y definir una tipología. En segundo lugar, a partir de la explotación estadística, se ha desarrollado la fase cualitativa basada en la realización de 36 entrevistas en profundidad a 24 perfiles definidos a partir de las variables: género, ciclo vital, categoría profesional y modalidad de teletrabajo.

Los principales resultados obtenidos dibujan las rutinas de confinamiento agrupadas en dos tipos principales: las de centralidad laboral características de los perfiles sin cargas de cuidado; y las combinadas, propias de los perfiles con cuidado de criaturas y o de adultos dependientes, que incluyen tareas laborales, domésticas y o de cuidado. Además, se observan diferencias dentro de las rutinas combinadas marcadas por el género y la categoría profesional. Por un lado, las rutinas de las mujeres se caracterizan por la doble presencia, mientras que las de los hombres reflejan una mayor disponibilidad laboral. Por otro lado, se evidencia que las mujeres directivas tienen una disponibilidad laboral mucho más elevada que las mujeres técnicas. Finalmente, las rutinas del perfil de hombres técnicos con criaturas aparecen como las más igualitarias en lo que respecta a la asunción de responsabilidades domésticas y de cuidado especialmente cuando la situación de la pareja requiere presencialidad o mayor disponibilidad laboral.

En lo que se refiere al cambio de rutinas que implica el paso de la situación de confinamiento al semiconfinamiento, el ciclo vital emerge como una variable explicativa clave: las personas sin cargas no experimentan cambios; las personas con criaturas mejoran la organización de los tiempos y los trabajos con la reapertura de los centros educativos; y las mujeres con cuidado de adultos ven empeorar su cotidianidad, dado que las condiciones del teletrabajo refuerzan su responsabilidad hacia estas personas.

En segundo lugar, los resultados obtenidos apuntan que el teletrabajo refuerza las desigualdades de género en la distribución de los tiempos y los trabajos. Si bien es cierto que durante el confinamiento aumenta la participación de los hombres en las tareas domésticas y de cuidado, lo hace según las dinámicas anteriores al inicio de la pandemia. De forma que el incremento del volumen de tareas que implica la situación de cierre recae sobre las mujeres, a la vez que se acentúa la segregación del trabajo doméstico y los hombres se ocupan, principalmente, de cocinar y comprar.

Además, los tipos de conflicto cotidiano, y su gestión, derivados de la pandemia y el teletrabajo también varían según el género: mientras que los hombres acostumbran a tener conflictos basados en aspectos laborales, las mujeres los experimentan dentro del ámbito doméstico-familiar. Como respuesta a los conflictos, los hombres, siguiendo una lógica diacrónica del tiempo, desarrollan una gestión funcional y adaptativa de sus tareas basada en la tecnificación y fragmentación temporal, que escapa a una problematización del conflicto. En cambio, las mujeres sí que experimentan esta problematización, dado que la lógica sincrónica de la doble presencia las atrapa en la dificultad de simultanear constantemente el trabajo remunerado, doméstico y de cuidado. En este sentido, se evidencia cómo el teletrabajo refuerza las diferencias en las maneras de vivir y pensar la vida cotidiana entre las mujeres y los hombres, más allá del tiempo que dedican a cada actividad.

En tercer lugar, en lo que respecta a los costes del teletrabajo, todos los perfiles de mujeres relatan un grado de malestar cotidiano mucho más elevado en comparación a los hombres, en términos de: jornadas interminables, aumento carga total de trabajo, estrés, auto-exigencia, interrupciones, culpabilidad o dificultad para desconectar. Con todo, emergen un conjunto de riesgos a considerar de cara a la futura regulación del teletrabajo: acentuación de las desigualdades de género dentro del mercado laboral a través de la segregación, discriminación e individualización, así como reforzamiento de los roles y estereotipos tradicionales de género, que podría actuar como freno en las tendencias de cambio detectadas antes de la pandemia.

En definitiva, se plantean los límites del teletrabajo para transformar las actitudes y los comportamientos de las mujeres y los hombres dentro del ámbito doméstico si no se acompaña de planes de igualdad específicos. Contrariamente, esta modalidad de trabajo implica el riesgo de reforzar la centralidad productiva masculina y la responsabilidad femenina en las tareas de cura, sobre todo de las personas adultas dependientes. Por todo ello, se apunta el riesgo de que el teletrabajo se convierta en una falsa solución para la conciliación de las mujeres perdiendo la oportunidad que podría representar para fomentar la corresponsabilidad de los hombres.

Sara Moreno, Paula Arboix Caldentey

Centro de Estudios Sociológicos sobre la Vida Cotidiana y el Trabajo (QUIT) – Instituto de Estudios del Trabajo (IET)
Departamento de Sociología
Universitat Autònoma de Barcelona

Referencias

Borràs Català, Vicent & Moreno Colom, Sara (2021). La crisis de la covid-19 y su impacto en los trabajos: ¿Una oportunidad perdida?  Anuario IET de Trabajo y Relaciones Laborales, 7, 187-209. https://doi.org/10.5565/rev/aiet.100

 
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