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22/10/2019

¿Es la desigualdad causa del subdesarrollo humano?

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La mayoría de países “en vías de desarrollo” o “subdesarrollados” muestran altos niveles de desigualdad. A su vez, tanto en países en desarrollo como desarrollados, incrementos en la desigualdad suelen ir acompañados de caídas en los índices de desarrollo. ¿Hasta qué punto este hecho es una simple coincidencia? ¿Son el subdesarrollo y la desigualdad dos caras de una misma moneda? ¿Es la desigualdad una consecuencia del subdesarrollo o una de sus causas? Un análisis detallado de los datos refleja que la desigualdad de ingresos no solo es síntoma sino también causa de bajos niveles de desarrollo humano. Combatir la desigualdad, por tanto, es también trabajar en pro del desarrollo.

Durante las últimas décadas hemos visto dispararse los índices de desigualdad en muchos países del mundo. España no ha sido una excepción, más bien lo contrario: España es uno de los países de la OECD (Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos) donde más ha crecido la desigualdad. ¿Deben preocuparnos estos incrementos en la desigualdad? Si es así, ¿solo por una cuestión de justicia social o por algo más?

En su artículo publicado recientemente en la revista Sustainable Development, David Castells-Quintana de la UAB, junto a Vicente Royuela y Fabian Theil de la UB, han estudiado la evolución de la desigualdad para casi la totalidad de los países del mundo durante las últimas tres décadas. Al hacerlo, han estudiado también la evolución del Índice de Desarrollo Humando (IDH). El IDH, publicado regularmente por el Programa de Naciones Unidas para el Desarrollo (PNUD), es un índice que combina información sobre producción per cápita, educación y salud. Este índice es hoy por hoy una medida internacional muy reconocida para medir el desarrollo de los países. El análisis detallado de los datos que realizan Castells-Quintana y coautores en su artículo refleja que la desigualdad de ingresos es un factor determinante para explicar el (sub)desarrollo humano.

Algo de desigualdad es bueno. Sin ella, los incentivos para la inversión, para la acumulación de capital (tanto físico como humano), el esfuerzo y la toma de riesgos necesarios, desaparecerían. Pero cuando la desigualdad alcanza altos niveles, sus costos empiezan a dispararse. Una desigualdad alta no solo es indeseable por cuestiones éticas; también puede ser desastrosa en términos socio-económicos. Una alta desigualdad desmoraliza a los ciudadanos que la padecen (los pobres), pudiendo reducir sus incentivos para incrementar su productividad, por ejemplo, estudiando o esforzándose más. Además, una elevada desigualdad nos termina afectando también a todos. La desigualdad rompe la cohesión social, genera conflicto social y desemboca en conflicto político (incluso violento), populismos (tanto de derecha como de izquierda), corrupción y políticas equivocadas. Así, la desigualdad lleva al subdesarrollo institucional, y refuerza las dinámicas de concentración del ingreso.

En su artículo, los autores muestran como a medida que los países experimentan una mayor desigualdad esto no solo afecta su desempeño económico, sino que también genera un deterioro en los niveles educativos y de salud. En pocas palabras, los autores muestran que la desigualdad causa subdesarrollo humano. Así, lo que se pone de relieve es que la lucha contra la desigualdad es una estrategia para conseguir no solo una sociedad más cohesionada sino también más próspera.

David Castells-Quintana
Departamento de Economía Aplicada
Universitat Autònoma de Barcelona

Referencias

Castells-Quintana, David & Royuela, Vicente & Thiel, Fabian. (2018). Inequality and sustainable development: Insights from an analysis of the human development index. Sustainable Development. DOI: 10.1002/sd.1917.

 
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