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11/2012

¡Soviets en Barcelona!

Una investigación realizada en la UAB ha analizado el establecimiento de una delegación diplomática de la Unión de Repúblicas Socialistas Soviéticas (URSS) en Barcelona durante la Guerra Civil. El trabajo ha aclarado puntos, hasta ahora, oscuros de este hecho, como, por ejemplo, que el mismo Stalin ordenó abrir esa relación diplomática, que la URSS quería establecer relaciones políticas y económicas con el Gobierno de la Generalitat y reconducir la fuerza del anarquismo en Cataluña, o que el consulado en Barcelona provocó una notable envidia en otras partes de la República española, como Cartagena, que reclamó el mismo trato por parte de los soviéticos.

El artículo "Los pasos de la diplomacia soviética para establecer el consulado de la URSS en Barcelona" ha analizado los pasos que se llevaron a cabo desde el Comisariado del Pueblo para Asuntos Exteriores (NKID) de la Unión de Repúblicas Socialistas Soviéticas (URSS) para establecer una delegación diplomática en Barcelona durante los años de la Guerra Civil.

La investigación se ha realizado a través de la documentación rusa depositada en el Archivo de la Política Exterior de la Federación Rusa (AVPRF) en Moscú y ha revelado una serie de interesantes novedades sobre el tema. En primer lugar, la decisión del NKID de establecer una representación diplomática en Barcelona se hizo siguiendo órdenes directas del Buró Político del Partido Comunista de la Unión Soviética (PCUS) y, específicamente de Stalin, en el marco del intercambio diplomático entre la República Española y la URSS durante los primeros meses de la Guerra Civil.

En segundo lugar, el NKID eligió Barcelona para establecer una sede consular como resultado de su voluntad para iniciar relaciones comerciales directas entre el Gobierno de la Generalitat y la URSS, para incidir sobre el escenario político catalán a raíz de la fuerte actividad y presencia del movimiento anarquista en la retaguardia catalana y así intentar reconducir la política catalana hacia posturas alejadas de la revolución obrera que distanciaban a la URSS de cualquier posible alianza con Francia o Gran Bretaña para hacer frente a la ayuda fascista a los sublevados, y también para facilitar la llegada del operativo de ayuda militar de la URSS a la República Española.

En tercera instancia, el NKID llevó a cabo una rápida y minuciosa selección del personal que debía formar parte de la delegación en Barcelona, ​​todos ellos hombres entre treinta y cuarenta años, con militancia en el PCUS y/o participación en la red del NKID. Vladímir Antonov-Ovseenko, con una media de edad superior al resto de la delegación, fue elegido como cónsul general, entre otros motivos, aprovechando su aureola entre los miembros del movimiento obrero internacional en la medida que había sido el dirigente bolchevique que había dirigido la materialización de el asalto al Palacio de Invierno en Petrogrado la noche del 24 al 25 de octubre de 1917.

En cuarta instancia, la llegada de la delegación consular a Barcelona se hizo en un ambiente marcado por la tensión entre el futuro cónsul y la dirección del NKID. El motivo fue el intento de Antonov-Ovseenko de tener un papel activo y directivo en el operativo militar soviético para la República Española. Pero la tarea asignada desde el NKID había sido simplemente facilitar los movimientos de los agregados militares soviéticos que llegaran a Barcelona, ​​dándoles cobertura y/o camuflándose los como personal del consulado.

Finalmente, el llegada del consulado a Barcelona también provocó una notable envidia en otras partes de la República, como en el caso de la ciudad de Cartagena. Esta última reclamó el mismo trato que estaba teniendo Barcelona por parte del NKID y que, por lo tanto, establecieran bien una delegación consular o un vice-consulado.

Josep Puigsech Farràs
 
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