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01/2010

"El choque entre ciencia y religión que se supone en el darwinismo se ha exagerado"

Entrevista a Oliver Hochadel
Con motivo de la celebración del Año Darwin, el pasado 2009, el Dr. Hochadel reflexionó con nosotros sobre la repercusión que supuso el darwinismo en su momento y cómo aún nos sigue influyendo en la percepción de nuestra naturaleza. Oliver Hochadel es doctor en Historia de la Ciencia por el Centre d'Història de la Ciència (CEHIC), y se ha especializado en la historia de la paleoantropología de finales del s.XX. Precisamente por ello conoce bien el desarrollo del concepto de evolución humana en la historia, siendo un experto en el "caso Darwin" y en las exposiciones en los museos de Historia Natural, así como de los parques zoológicos. Es también periodista científico y co-editor de la revista de divulgación científica "Heureka".

 

Oliver Hochadel colabora actualmente con el Centre d’Història de la Ciència de la UAB. Una de sus principales actividades en los últimos meses, ha sido la coordinación de varias conferencias en nuestra universidad, en el marco del Año Darwin, para homenajear al naturalista inglés, a quien ha estudiado profundamente. Se graduó en historia, filosofía y literatura alemana en la Universidad de Friburgo (Alemania). Ha ejercido como profesor en las universidades de Viena, Bremen y Regensburg.

-¿Qué se ha celebrado concretamente con el Año Darwin?

-En el 2009 nos hemos encontrado con una doble celebración: celebramos el bicentenario del nacimiento de Darwin en 1809 y los 150 años de la publicación de su principal obra El Origen de las Especies en 1859, y creo que ha sido una muy buena ocasión para revisar la concepción de Darwin sobre su teoría de la evolución, porque fundamentalmente cambió la manera que tenemos de pensar en nuestra propia vida y sobre la evolución en general.

-¿Qué supuso la irrupción de las teorías de Darwin en su contexto?

-El impacto de la teoría de la evolución de Darwin difícilmente puede ser sobrestimada. Desde hacía mucho tiempo estaba en la palestra el debate sobre el origen del hombre, cómo estamos relacionados con los simios, sobre si somos tan sólo una especie más en el planeta como cualquier otra y, por todo ello, el debate explotó en el terreno político y social. De manera que los eruditos empezaron a interpretar toda la historia en términos evolucionistas, como por ejemplo justificando el colonialismo, ya que era obvio que existía la evolución y legitimaba que el hombre blanco fuera superior a otros pueblos, así como el debate en torno al darwinismo social en el que se aplicaron estas teorías a la sociedad, remitiendo a la superioridad o inferioridad de los ciudadanos. De manera que la política fue naturalizada.

-¿Cómo se percibió la relación entre simios y hombres?

A mitad del siglo XIX, cuando la teoría de la evolución de Darwin se estaba discutiendo abiertamente, de repente, los simios en particular tomaron un nuevo significado porque, de acuerdo con Darwin y sus seguidores, estamos muy emparentados con ellos. En otras palabras, cuando la gente iba al zoo y miraba a los simios y los monos, que estaban expuestos tras sus jaulas, los veían de una manera muy distinta, porque, ya fuera a través de la prensa o en los libros, sabían que de acuerdo con la teoría de Darwin, estábamos estrechamente emparentados, y se preguntaban: "¡Oh! ¿Así que éstos son mis parientes?". Todo ello fue recogido de manera cómica por los humoristas gráficos en viñetas y caricaturas, y la gente se reía de todo ello, pero fue particularmente popular este acercamiento a través de la prensa y el humor, que ayudó a extender la idea de que los humanos no somos tan distintos al resto de especies y que descendemos de seres inferiores. Esto también ocurrió en los museos, donde se exponían animales disecados y hombres de otras culturas también disecados; todo se vio desde otra perspectiva después de que la teoría de la evolución de Darwin fuera publicada, ya que la gente entendía que todo estaba relacionado y efectivamente las especies evolucionaban.

-¿Realmente fue tan revolucionaria la teoría de Darwin?

En realidad, la "Revolución Darwiniana" es un invento historiográfico de mitad del s.XX; más bien se aplica a la nueva síntesis, la fusión de la teoría darwinista de la evolución con la nueva ciencia de la genética de las décadas de 1930 y 1940. En el s.XIX nadie hablaba de “Revolución Darwiniana”, y según han mostrado las investigaciones recientes, tendemos a sobrestimar el impacto de Darwin. Las teorías evolutivas se estuvieron discutiendo ampliamente antes de que apareciera El Origen de las Especies. Igual pasó con el parecido entre hombres y simios, que era una idea ya presente en anteriores siglos.

Por supuesto no quiero desmerecer la importancia del trabajo de Darwin. Sin embargo, creo que la gente en su momento quedó menos conmocionada sobre nuestro parentesco con los simios de los que pudiéramos creer. Tendemos a suponer un gran choque entre ciencia y religión cuando escuchamos la palabra "evolución”. Ello es algo que se dio más en el s.XX, con el debate entre creacionistas y la biología moderna originado en la década de 1980, con algunos precursores en la de 1920. Durante el s.XIX muchos autores supieron combinar bien sus creencias religiosas con la teoría de Darwin. Ése también fue el caso de España.

-Usted ha estudiado profundamente las exposiciones en museos de historia natural y zoológicos, así como un caso de gran repercusión en España, el llamado "Negre de Banyoles".

-El "Negre de Banyoles" fue expuesto en el Museo Darder, en Banyoles, durante cerca de 85 años, y puede parecernos muy desagradable hoy en día, el haber exhibido el cadáver de este hombre africano, pero en los años entre los siglos XIX y XX era común encontrar exposiciones así en muchos otros museos a lo largo de Europa. Obviamente, la gente de entonces no era sensible al hecho de que es muy cuestionable el exponer cadáveres, gente muerta, porque siempre estaba muy presente el discurso racista de que esos cadáveres, en general de raza negra, representaban una forma inferior, una forma ancestral, de la raza humana, que no habían evolucionado tanto como la llamada raza blanca.

Al final del siglo XX, por supuesto no era aceptable para nada; hubo grandes protestas en los años 90 contra la exhibición del "Negre de Banyoles" en el Museu Darder y finalmente fue devuelto en el 2000, enterrándose lo que quedaba de él (unos cuantos huesos) en Botswana, de donde en 1830 un naturalista francés (aunque no está del todo claro) había extraído el cadáver para llevarlo a Francia y acabar en Barcelona en la década de 1880, llevado por Francesc Darder. Sorprendentemente, la piel del "Negre" está actualmente en Madrid y su lanza y su ropa están todavía en posesión del Museu Darder, en Banyoles.

-¿Cómo podemos juzgar esa actitud científica hoy en día?

-Tenemos que ser conscientes de que los científicos en el siglo XIX, y también sus públicos, se movían en otro marco y tenían unos valores distintos a los actuales (recordemos que aún existía la esclavitud en algunas partes del mundo) y cuando miramos a Darwin lo encontramos en medio de estas luchas y debates. Él y su familia eran enemigos reconocidos de la esclavitud; según podemos leer en los diarios de Darwin, en sus viajes alrededor del mundo quedó turbado por la manera en que se trataba a los esclavos en Brasil y otras partes de América del Sur. Pero no por ello debemos pensar que es un personaje cercano a nosotros, aunque pueda parecérnoslo, ya que no compartimos la misma escala de valores morales. Así, creo que es importante entender que los valores y la manera con que entendemos las cosas cambian con el curso del tiempo, que están determinados históricamente… incluso los valores que tenemos ahora, en el 2009, no permanecerán iguales. Quién sabe cómo las generaciones futuras juzgarán sucesos como el del "Negre de Banyoles", la exposición de cuerpos humanos, etc. Al menos espero que no se vuelva al pasado y se repitan hechos tan horribles.

Entrevista: Jordi Mora Casanova
Universitat Autònoma de Barcelona
 
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