Marina Sánchez Calleja: "Pronto los médicos nos recetarán aplicaciones"

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Marina Sánchez Calleja, logopeda, emprendedora, investigadora en la star-up de ensayos clínicos Trialing y estudiante de 5º de Medicina en la UAB, ganadora de un premio de fomento al emprendimiento por el proyecto UBRA, un sujetador inteligente que ayuda a detectar y prevenir enfermedades mamarias como el cáncer. Entró de lleno en el mundo de la medicina cuando la becaron para investigar durante la pandemia en el Hospital Vall d'Hebron. Aquí nos ofrece su visión de la medicina, con una mirada abierta, innovadora y enfocada en la persona enferma. Cuando habla, transmite pasión por todo lo que cuenta.

20/06/2022

"La medicina debería promoverse y ejercerse desde la prevención; actualmente estamos muy enfocados en la enfermedad."

 

"El futuro en la medicina pasa por la "monitorización" y el uso de wearables".

 

 

"Creo que uno de los aspectos más importantes en los estudios de medicina es inculcar la innovación y el pensamiento creativo y divergente, la mayoría de los grandes avances se han descubierto por serendipidad".

"Infinitamente curiosa, aprendiz y autodidacta" son las palabras con las que se define en su currículum vitae esta estudiante natural de Cuenca que vino a Barcelona hace una decena de años. Asimismo, se declara "de naturaleza inconformista y comprometida, primero conmigo misma y, después, con el mundo".

Tras graduarse en Logopedia en la Universidad de Valencia, vino a Barcelona a cursar el máster en Trastornos de Comunicación y el Lenguaje (UAB-URL) e inició el doctorado de Psicología en la URL. En su segundo año de doctorado empezó a estudiar el grado de Medicina en la Autónoma.

—¿Por qué empezaste Medicina?

—Era una asignatura pendiente. Siempre he tenido curiosidad por los grandes misterios de la vida, la muerte, el envejecimiento, las enfermedades, etc. Ramón y Cajal, premio Nobel, decía que "mientras el cerebro sea aún un misterio, el universo seguirá siendo un misterio". Yo había terminado de estudiar Logopedia que, al fin y al cabo, también me aportó una visión de qué es la comunicación dentro del cuerpo.

—Iniciaste la tesis, pero la paraste porque necesitabas un trabajo y empezaste a trabajar de auxiliar sanitaria en el Hospital Quirón, muy poco antes de que se iniciara la pandemia. ¿Cómo viviste todo esto?

—Yo estaba trabajando en Quirón cuando, en una reunión, el profesor Santiago Ramón y Cajal, de la UAB, me vio y me ofreció una beca para investigar sobre la covid ​​en Vall d'Hebron. Todo el mundo estaba desbordado y se necesitaba personal. Allí hice mucho trabajo de estudio de campo. Queríamos ver qué factores estaban involucrados en el peor pronóstico, y analizamos las biopsias de pulmón de muchos pacientes. Necesitábamos saber lo que estaba pasando.

—¿Te afectó a trabajar e investigar en plena pandemia en un hospital?

—La verdad es que yo no estaba en primera línea, los de la parte de investigación estábamos aislados. Pero íbamos un poco a ciegas en todo, no se conocía nada, y había mucha incertidumbre. Por eso había que investigar e investigar. Yo participaba en el estudio de campo.

—¿Como surge el tema del proyecto UBRA, el sujetador para detectar tumores en el pecho, ganador del proyecto Explorer-Banco Santander —en el que han participado otras nueve mujeres—, y con el que hay conversaciones para colaborar con los servicios de ‘Anatomía Patológica, Ginecología y Radiología del Hospital del Vall d’Hebron?

—Siempre he sido muy curiosa. Y hace dos años unas amigas de mi madre fueron diagnosticadas de cáncer de mama. Vi que les supuso un gran impacto en el ámbito físico, emocional, e incluso económico, porque muchas quedaban discapacitadas por los tratamientos a los que estaban sometidas. Entonces empiezo a estudiar y veo que cada 30 segundos se diagnostica una mujer con cáncer de mama y que el 95% de estas mujeres podían curarse si el diagnóstico se hubiera realizado en un estadio precoz. Vi que sólo se hacía la prueba bianual a mujeres mayores de 50 años. Además, el 25% de las mujeres no iban al cribado cuando eran llamadas, por motivos distintos.

Al año siguiente, cuando estaba al servicio de ginecología de Vall d'Hebron, veía que llegaban chicas superjóvenes. Y esto me sorprendió mucho. Pensé: ¿qué es lo que traemos las mujeres que permita "monitorizarnos" para prevenir? Y se me ocurrió la idea del sujetador.

—¿Cómo conviertes una idea en el proyecto premiado?

—Llamé a mi amiga Sara Peláez, que se formó como emprendedora, y le conté esa idea de unir salud, tecnología y moda en un concepto. Le encantó. Nos apuntamos en mayo al concurso de Premio Ideas Innovadoras Isabel P. Trabal de la Fundación Caja de Ingenieros. De casi 200 proyectos seleccionaron 10 de toda España, y uno era el nuestro. Desarrollamos todo el modelo de negocio. Y ya este año, cuando estaba todo más avanzado, nos presentamos al programa Explorer del Banco de Santander, que tiene su sede en la Universitat Pompeu Fabra. Buscamos un equipo de nueve mujeres de diferentes ámbitos, matemáticas, ingenieras, diseñadoras, etc. y empezamos a crear el prototipo del sujetador UBRA.

—¿Qué valores hay detrás de este sujetador?

—Mi idea de fondo es lo que se llama la medicina de las 4 P: personalizada, preventiva, participativa y predictiva. Personalizada porque en muchas ocasiones se validan las medicinas con machos y no hembras en las ratas y no conocemos los efectos en el cuerpo de las mujeres. Queríamos crear un producto creado por mujeres dirigido a mujeres. Predictiva porque el futuro pasa por la "monitorización" y el uso de wearables. Pronto los médicos nos recetarán aplicaciones. 

—Por tu experiencia, ¿crees que la investigación y la ciencia no se realiza con perspectiva de género? ¿Cómo lo ves como mujer? ¿La medicina necesita esta visión de mujer?

—Sí, es supernecesario. Esto nos permitiría avanzar a grandes pasos. Incluso hemos visto cómo la propia vacuna de la covid tenía efectos diferentes en las mujeres que en los hombres. Es fundamental. Las mujeres, con la inserción laboral, estamos desempeñando un papel crucial en la sociedad actualmente y esto provoca un estrés, que también está relacionado con el cáncer. Otro factor de riesgo de mama es no tener hijos, y cada vez hay más mujeres que no los tienen en nuestra sociedad.

— ¿No existía algo parecido al mercado como este sujetador?

— Cuando estudiamos la competencia vimos que había algo, pero no era igual que nuestra propuesta. Nosotros, por ejemplo, incorporamos un servicio como es la creación de una comunidad de mujeres que padezcan cáncer o estén interesadas en el tema. La creación de esa red entre iguales es crucial.

— ¿En qué fase se encuentra ahora para que el proyecto sea una realidad?

— Necesitamos financiación. Contaremos con la colaboración del Hospital Vall d'Hebron, que nos ayudará a validar y realizar los ensayos clínicos. También me gustaría aprovechar para pedir alguna institución interesada que nos ayude a validar. Igualmente necesitamos proveedores: industria textil sostenible, a ser (si pudiéramos hacer las telas con micro plásticos sería fantástico, o con almidón de patata, por ejemplo) y proveedores de sensores (en el ámbito tecnológico). También queremos crear una comunidad, abierta a cualquier mujer, y aprovecho para invitar a todas las mujeres que se unan. Ofreceremos formación y talleres. Queremos crear una Escuela de Mujeres, que tenga una visión de la medicina holística, donde se integre desde el plano físico (hábitos de sueño, deporte, alimenticios, sexualidad...) al plano emocional y mental (gestión emocional, pensamiento, estrés, etc.). Todo afecta. Cómo piensas influye en el cáncer. Y las palabras afectan a nuestro estado emocional. Por ejemplo, no es lo mismo decir "soy enferma de cáncer" que "tengo cáncer": el primero lo atribuyo a mi identidad y lo padezco más que el segundo, el cual atribuyo a una capacidad.

— ¿En la medicina, en general, esto afecta, de alguna forma?

— Sí. Hay que tenerlo muy presente. ¿Cómo hablamos al paciente? ¿Qué palabras utilizamos para comunicarnos? Lo más importante para mí en la medicina es la presencia. Es clave que el paciente sienta que le escuches.

— ¿Cuál es el gran reto frente a las mujeres que tienen cáncer?

Yo he hablado mucho con estas mujeres que han tenido cáncer para preparar el proyecto. Me decían a menudo que viven con el miedo a que la enfermedad vuelva a aparecer. Es su gran temor. De ahí la importancia de la prevención y de monitorearlas para ver cómo evoluciona todo ello.

— ¿Se hace suficiente prevención en el cáncer?

— La prevención es fundamental. Y no es suficiente. Por ejemplo, hay muchas mujeres que no saben cómo autoexplorarse una mamá. ¡Sin ir más lejos, mi madre! Al igual que muchas mujeres no saben que el aceite de oliva virgen extra es protector de los tumores de pecho. El médico y profesor mío en la UAB, Eduard Escrich, ha hecho mucha investigación en este tema que lo constata. Tanto él como el profesor Santiago Ramón y Cajal, de la UAB también, han sido profesores que me han ayudado y cuidado mucho, y me han motivado a pensar diferente en el mundo de la medicina.

—¿Qué quieres decir cuando dices "pensar diferente en medicina"?

— Es uno de los grandes retos que tenemos en los estudios de medicina: memorizamos mucho, pero rara vez nos enseñan a salir fuera y tener en cuenta otras disciplinas, hacer converger cosas y trabajar con una mentalidad más divergente. La medicina siempre ha sido muy racional, con una forma de actuar con muchos protocolos. Creo que uno de los aspectos más importantes es inculcar la innovación y el pensamiento creativo y divergente, la mayoría de los grandes avances se han descubierto por serendipidad.

— ¿Entonces querrás especializarte, adivino, en el campo de la ginecología?

— Sí, sí. Ahora estoy terminando quinto curso. Haré las prácticas especializadas en Ginecología, concretamente en patología mamaria, en el Vall d'Hebron. La investigación del trabajo de fin de grado también la quiero conducir por ahí: me gustaría poder unir la imagen radiológica con el diagnóstico y las variables clínicas. No descarto realizar un MIR, porque me gusta la clínica y el contacto con los pacientes. Estoy interesada también en integrar campos como la clínica-cirugía, la biotecnología y la investigación. Me interesa también la divulgación (mis referentes son Mario Alonso Puig o Marian Rojas; se necesita mucha gente como ellos). También me gusta mucho la docencia, he sido profesora en la UOC.

— ¿Qué otras cosas haces?

— Hago yoga, practico la meditación. Me gusta mucho el deporte, he sido jugadora de waterpolo tanto en Valencia como aquí, en Hospitalet de Llobregat. Me gusta tocar el piano y dibujar. Siempre me ha gustado tener tiempo para mí, aparte de la carrera, y ver las conexiones entre las distintas disciplinas y campos. Lo que no tengo son redes sociales, sólo facebook. Distraen mucho y no me permiten tener tiempo para mí.

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