El Homo erectus de Olduvai talló herramientas para descarnar y consumir grandes mamíferos

Excavacions a Olduvai 2019
La última campaña de excavaciones en la Garganta de Olduvai (Tanzania), en la que han participado investigadores del CEPAP-UAB, ha permitido descubrir numerosas herramientas líticas fabricadas por los homininos de hace 1,5 millones de años, así como restos de hipopótamos con evidencias de descarnado. Los hallazgos permitirán profundizar en el estudio sobre cómo el Homo erectus explotó los recursos de su entorno.

05/03/2019

La excavación arqueológica realizada en los últimos meses en el yacimiento de Frida Leakey Korongo West de la Garganta de Olduvai ha permitido descubrir nuevas evidencias sobre las actividades realizadas por el Homo erectus en estos parajes, antiguamente dominados por planicies de ríos y lagunas someras. Entre los hallazgos destacan densas acumulaciones de huesos de diferentes mamíferos dispuestos entre numerosas herramientas líticas fabricadas por este hominino.

En los trabajos, que cuentan con el apoyo de la Fundación Palarq, ha participado Rafael Mora, investigador del Departamento de Prehistoria y director del Centro de Estudios del Patrimonio Arqueológico de la Prehistoria (CEPAP-UAB), junto con investigadores del Centro Nacional de Investigación sobre la Evolución Humana (CENIEH), del Institute of Archaeology de la University College London (UCL), la Indiana University y la Tanzaninan Antiquities.

Los restos de hipopótamos presentaban numerosas trazas de descarnado, lo que supone una prueba evidente de que fueron consumidos por los homininos, destacan los investigadores, que también han hallado evidencias de que explotaron las materias primas del entorno para tallar las herramientas que usaron en esta tarea. Estas herramientas se caracterizan por tener bordes suficientemente cortantes como para descarnar las masas musculares de estos imponentes animales.

“El estudio del registro arqueológico de esta campaña permitirá conocer cómo los homininos obtenían estos recursos cárnicos. Podría ser a través de un enfrentamiento directo con estos animales, bastante agresivos, o de una manera menos épica, mediante la actividad carroñera de los animales hallados muertos”, indica Rafael Mora.

“En cualquier caso, la carne aportaría las proteínas básicas y necesarias para el mantenimiento del grupo y, sobre todo, para el desarrollo del cerebro, puesto que con el Homo erectus nos encontramos ante un hominino con capacidad cerebral significativa, de aproximadamente 1.000 centímetros cúbicos de volumen” -continúa el investigador-. “No hemos de olvidar que el cerebro es una de las partes de los homininos que más energía requiere para su mantenimiento cotidiano, y constituye lo que, en gran medida, nos ha llevado a ser nosotros mismos, los humanos modernos”.

Cuando los homininos accedieran a carcasas de animales ya muertos o cazados por otros depredadores, el hecho de disponer de un objeto lítico adecuado para poder romper el hueso y consumir los últimos restos de médula o carne residual suponía una enorme ventaja a nivel adaptativo y evolutivo.

El hecho de que la mayor parte de los huesos encontrados hayan sido fraccionados intencionadamente permitirá a los investigadores estudiar los patrones de fracturación que realizaron y profundizar en el estudio de cómo explotaron los diferentes recursos de su entorno.