FEM Kolectiva realizó una marcha exploratoria en la UAB

Anàlisi de l'urbanisme de la UAB

La Fundació Autònoma Solidària ha impartido un monográfico sobre Sexualidades el pasado mes de noviembre, en el que se ha realizado una marcha exploratoria a cargo de FEM Kolectiva, un colectivo de arquitectura y espacio público desde una perspectiva feminista.

21/12/2023

Durante el mes de noviembre se realizó el Taller Monográfico “Sexualidades. Una mirada integrada” organizado por la Fundació Autònoma Solidària. Consistía en un total de siete sesiones enfocadas a promover una mirada crítica y reflexiva hacia la sexualidad, incluyendo la afectividad, el placer, la diversidad de identidades de género y orientaciones, los derechos sexuales y reproductivos y las líneas de prevención. Todo ello, poniendo la mirada no sólo en la individualidad de la vivencia, sino también en los aspectos sociales, antropológicos y políticos que han determinado, y determinan, la vivencia particular en los cuerpos tanto del placer como del riesgo. El objetivo era entender que las sexualidades son diversas e identitarias, es decir, cada persona desarrolla su forma de expresarse y relacionarse sexoafectivamente, lo que conforma el ser en múltiples dimensiones.

El martes 28 de noviembre, se celebró la sesión de “Cuerpo, sexualidad y espacio público” por parte de FEM Kolectiva, un colectivo de Arquitectura y espacio público desde una perspectiva feminista.

La sesión se enfocaba en un análisis del espacio público como condicionante de nuestras vivencias, movimientos, formas de relacionarnos y, también, de nuestras sexualidades. La exploración de los mitos asociados a los espacios públicos, que en muchas ocasiones son entendidos como inseguros y peligrosos para nuestros cuerpos, les permitió detectar aquellas cosas que damos por supuesto de nuestra vida cotidiana, nuestros movimientos y que tienen un efecto sobre nuestras vidas. Así, durante el taller exploraron los mensajes que tiene el espacio público de la UAB dirigidos al control de nuestros cuerpos y de nuestras sexualidades y, a través de la exploración colectiva, analizaron cómo desactivar los automatismos a los que nos expone. Así, los tres grandes objetivos que perseguía eran la generación de conciencia colectiva, la detección de mecanismos de control sobre los cuerpos y la desactivación de automatismos.

De entrada, hicieron un repaso conceptual de los términos ciudad, urbanismo y urbanidad para entender la ordenación del territorio como institucionalidad. Después, hicieron un repaso histórico desde las ciudades preindustriales al capitalismo avanzado para entender el nuevo sujeto histórico, lo “genéricamente humano”. El capitalismo se ha construido en base a dicotomías que conforman nuestros valores. En relación al espacio público, intervienen elementos como el modelo de pensamiento binario, la división sexual del trabajo, la separación de lo público y lo privado, la jerarquía de la esfera productiva por encima de la reproductiva y las formas de violencias y el usuario concreto por quien se diseña la ciudad. Este usuario, con derecho a la ciudad y legitimidad, responde a la masculinidad hegemónica. Así, el espacio público se diseña por una única categoría social y vemos cómo el resto de categorías quedan en una situación no privilegiada. Partiendo de la perspectiva de la interseccionalidad, debemos analizar el cuerpo situado en el espacio público y entender que el cuerpo se convierte en un espacio social.

Partiendo de ello, debemos utilizar una perspectiva feminista para entender cómo nos afecta el urbanismo y su configuración, así como la separación capitalista de lo público – responsabilidad del rol de género masculino – y lo privado – relegado al rol de género femenino. Por un lado, tenemos los elementos de configuración del miedo al espacio, que pasan por una territorialización del espacio, las formas de control y la percepción de seguridad y comodidad o de miedo. Por otro lado, tenemos las violencias explícitas sistémicas, desde la mirada a la agresión, que responden a la apropiación masculina del espacio público. De esta forma, a las mujeres e identidades que no responden a la masculinidad hegemónica se nos limita el derecho a utilizar el espacio. Ante esto, tenemos estrategias de autoprotección que utilizamos inconscientemente cómo utilizar recorridos alternativos (cartografía mental) para hacernos sentir más seguras.

Los indicadores que pueden determinar la inseguridad de un espacio público son: la orientación, el nivel de ocupación, la proximidad de equipamientos, la iluminación, los límites y segregaciones espaciales, la mixticidad de usos, la vigilancia informal , la diversidad, la autonomía y la comodidad y el confort del espacio.

De este análisis surge el urbanismo feminista de Jane Jacobs (1961). Nos explica cómo el espacio público se diseña según los intereses del sistema, para reforzarlo. Así, la reproducción espacial de valores sistémicos es clave para el mantenimiento del statu quo. Actualmente tendríamos pues ciudades capitalistas y patriarcales en las que el espacio público perpetúa sus valores. En contraposición, tendríamos la ciudad feminista que propone el urbanismo feminista. Mientras que los valores capitalistas ponen en el centro la esfera productiva y el resto en un segundo plano; el urbanismo feminista promueve unos valores en los que las cuatro esferas de la vida se valoren por igual y de forma interdependiente: la esfera productiva, reproductiva, personal y colectiva.

Una metodología de análisis urbano feminista son las marchas exploratorias, basadas en la experiencia (recorridos cotidianos) y la antropología (observación etnográfica). Su origen es en el activisimo de Jane Jacobs. Los objetivos son incorporar perspectiva feminista, empoderar las identidades oprimidas, visibilizar e identificar las problemáticas del espacio público capitalista y patriarcal. Los criterios de observación son:

El plano vertical: la existencia de espacios vacíos o pasivos, la calidad de los materiales y detalles, la transparencia y la diversidad de usos.

El plano horizontal: el ancho de las aceras, el espacio libre de paso, la accesibilidad, la seguridad vial, la velocidad de los vehículos, pasos de seguros, suficientes y coherentes y la infraestructura ciclista.

El equipamiento urbano: la iluminación, los elementos soporte y descanso, la protección climática, las oportunidades de juego, las oportunidades de ejercicio/actividades, el arbolado y la superficie no pavimentada.

El entorno: la visibilidad, la legibilidad, el ruido, la calidad del aire y malos olores, la posibilidad de control social, la limpieza y mantenimiento y la escala humana de la sección.

Los usos del espacio: encuentro, evitación, simbolismo, redes sociales, turismo y usos de equipamientos o servicios.

A partir de estos criterios de observación, las alumnas del monográfico, analizaron el urbanismo de la UAB.

Fem Kolectiva