Eduard Soler nos explica las causas y consecuencias del conflicto Israel-Palestina

Xerrada sobre Palestina i Israel

El 26 de octubre se llevó a cabo en la Facultad una charla sobre el conflicto entre Israel y Palestina. La ofreció Eduard Soler, profesor de Relaciones Internacionales de la Facultad.

30/10/2023

El 26 de octubre, "el día en que el sistema hospitalario de Gaza colapsa", se llevó a cabo en la Facultad una charla sobre el conflicto entre Israel y Palestina, centrada en sus causas y consecuencias. La ofreció Eduard Soler, profesor de Relaciones Internacionales de la Facultat de Ciències Polítiques i de Sociologia.

La escalada del conflicto Israel-Palestina ha hecho saltar todas las alarmas en el sistema internacional y ha permitido que esté en la agenda pública de todas partes después de años normalizando la situación de ocupación del pueblo palestino. Ante esto, el alumnado de la Facultad ha mostrado un gran interés por entender el conflicto y la Facultad ha ofrecido una charla pública y gratuita sobre éste con uno de nuestros profesores asociados, Eduard Soler. Soler es investigador sénior de CIDOB, doctor en Relaciones Internacionales y especialista en geopolítica, prospectiva, relaciones euro-mediterráneas y Oriente Medio y Norte África.

De entrada, Soler nos advierte de la complejidad de la naturaleza del conflicto, que dificulta su explicación y comprensión. En sus palabras, “es un conflicto contemporáneo y complejo, como una cebolla llena de capas que se deben ir sacando para entenderlo”. Nos encontramos ante un conflicto territorial y de derechos, que se ha internacionalizado desde un inicio y que ahora se ha convertido en una crisis humanitaria que todavía no sabemos la magnitud que tendrá. Parte de una matriz de conflictos árabe-israelí, israelo-paestino, Israel-Hamas, intra-palestino e intra-israelí. Por tanto, un conflicto que afecta a muchas partes y muchas causas se sienten representadas.

Tras esta introducción, presenta una breve contextualización. En Israel viven 9 millones de habitantes, entre ellos un 73% son judíos. El territorio de Palestina está dividido entre Gaza con dos millones de habitantes y Cisjordania con tres millones de habitantes. El resto de palestinos, 9 millones de personas, no viven en territorio palestino y 5 millones tienen status reconocido como refugiados. Por un lado, Gaza estaba ocupada militarmente por Israel hasta el 2004, cuando la evacuó y pasó a ejercer un control indirecto pero total, generando una situación de bloqueo que todavía está vigente. A nivel geográfico, su frontera es mayoritariamente con Israel y una pequeña parte con Egipto, en la que sólo existe un paso controlado por Egipto e Israel. Por otra parte, Cisjordania tiene un 30% del territorio controlado por la autoridad palestina contra el 40% ocupado por asentamientos israelíes. La movilidad interna está limitada por un muro de separación y checkpoints instalados en todas partes. De hecho, Palestina es un conjunto de territorios aislados unos de otros, con un difícil acceso a recursos naturales, sin riquezas y con los déficits socioeconómicos que ello supone.

A continuación, nos habla de las raíces del conflicto, que se remontan al siglo XIX y XX. “No es un conflicto bíblico aunque se pueda aludir a la Biblia. Es un conflicto del siglo XIX y del siglo XX. Por tanto, debemos entender este contexto. Tenemos una alusión de ideas nacionalistas que defienden que las naciones tienen un estado. (...) Es un mundo racista, en el que está aceptado que hay pueblos superiores e inferiores”. En este contexto, surge el sionismo y el nacionalismo árabe y palestino. “Los judíos vienen de Europa Occidental y de EEUU y huyen de unas comunidades en las que no los aceptan como ciudadanos. Vemos que el racismo occidental es también uno de los factores del conflicto”. El factor acelerador es el impacto del Holocausto y de la Segunda Guerra Mundial y el plan de reparto del territorio palestino. A partir de aquí, comienza una continua sucesión de guerras constantes, generalmente focalizadas en Gaza: La primera guerra Árabo-Israelí 1948 y Nakba, Suez 1956, Seis días y Naksa, Yom Kippur, Guerras de Gaza (2008-2009, 2012, 2014, etc...), entre otros. Cabe destacar la Nakba, que generó la primera ola de refugiados palestinos de 750.000 personas que nunca pudieron volver a su casa. En 1967 se encuentra la Guerra de los Seis días que causa la segunda ola de refugiados. El nacionalismo árabe recibe un descrédito absoluto que hace crecer al islamismo como alternativa, siendo Hamás uno de los grupos representantes. Se demuestra la superioridad militar israelí, siendo “la única potencia con armamento nuclear en Oriente Medio” y comienza la política de los asentamientos. En 1991 se celebra una Conferencia de Paz para lograr la solución de ambos estados pero fracasa como el resto de intentos. De hecho, "los actores pro-paz en cada una de las dos partes han ido perdiendo fuerza y legitimidad" y se generaliza la idea de la obsolescencia de la solución de ambos estados.

Una vez entendido el contexto y los orígenes, debemos entender el ascenso de Hamás y la situación de Gaza. Hamás es una organización política que cuenta con un brazo armado (brigadas Ezzeldin Al Qassam). Es una fuerza nacionalista palestina, un movimiento islamista y la “rama” palestina de los Hermanos Musulmanes. En Gaza se fortaleció después de las elecciones palestinas de 2006 y del boicot internacional después de su victoria, ya que era considerada una organización terrorista por EE.UU. y la UE. Y es que "no renunció a la resistencia activa y armada". Compite con otros grupos palestinos (Fatah) y también con organizaciones islamistas más radicales (Daesh, Yihad islámica). Israel le define como "el eje de la resistencia". Por otro lado, tenemos a Israel, una sociedad muy diversa y fracturada en la que la supervivencia del Estado y el conflicto ha sido el factor unificador. La sociedad y la política israelí ha sufrido una progresiva derechización y radicalización que ha marginado a los actores pro-paz y ha reforzado las posiciones más intransigentes.

Dicho esto, pasamos a la actualidad, en la que presenciamos "una fase de escala dentro de esta matriz de conflictos, una nueva guerra". El detonante de esta nueva etapa ha sido el asesinato por parte de Hamás de 1300 personas y el secuestro de otras 200. La reacción israelí ha producido, según fuentes palestinas y de Naciones Unidas, más de 5.000 muertes y la destrucción de un 5% de la superficie edificada. Así, se han producido crímenes de guerra por ambos contendientes. Debemos entender que no es una guerra entre estados y que existen narrativas contrapuestas. Ha abortado el proceso de normalización regional de Israel (acuerdos con países árabes) rompiendo el sentimiento de vulnerabilidad israelí. El conflicto se ha situado en el centro del debate global, "incomodando a muchos países árabes que se sienten en peligro y no pueden hacer otra cosa que condenar a Israel por la situación". Asimismo, ha posicionado a la inmensa mayoría de países occidentales junto a Israel.

Las consecuencias y posibles escenarios del conflicto pueden ser muchas y diversas. En primer lugar, las más inmediatas sería en torno al estado de los rehenes, la invasión terrestre de Gaza, el alto al fuego” o la tregua humanitaria. En segundo lugar, en cuanto a la naturaleza del conflicto, existe el riesgo de extensión regional, el impacto que tendrá sobre las dinámicas políticas y sociales israelíes, palestinas y árabes y la extensión, magnitud y durabilidad de la crisis humanitaria . En tercer lugar, sobre la paz, tenemos la obsolescencia de la solución de ambos estados y la necesidad de un mediador o facilitador de la salida de la crisis que no aparece. En cuarto lugar, existe peligro de generar oleadas expansivas. “Una gran preocupación es cómo este conflicto acabará afectando a los demás, como sería Ucrania. Si esto Israel puede hacerlo, también pueden hacerlo otros siempre y cuando tenga apoyo en el Consejo de Seguridad de la ONU. Por tanto, genera unos precedentes”. Y es que está en juego la credibilidad y legitimidad de la UE y Naciones Unidas. También hay que tener en cuenta las movilizaciones y agravios en todo el mundo (especialmente en lugar de importantes comunidades judías, árabes o musulmanas) y “la prohibición de manifestaciones, limitando la libertad de expresión”. También existe el elemento adicional que es la incertidumbre económica a escala global.

Por último, Soler nos recuerda el trilema de Israel: ser un estado democrático, un estado judío (como comunidad nacional) y un estado ocupante. Que sólo se podría resolver expulsando al pueblo palestino de sus tierras.