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08/07/2015

Fuentes de inseguridad frente al cambio climático

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Las amenazas para el bienestar humano relacionadas con el cambio climático son considerables. Existe un análisis dominante sobre la relación entre cambio climático y seguridad que sugiere que éste implicará una reducción de la cantidad de agua dulce disponible en determinados lugares, y que eso conllevará una emergencia de conflictos. Un estudio reciente ha partido de unas premisas distintas que le han permitido detectar tres fuentes de inseguridad humana en este contexto: déficits democráticos, malas adaptaciones y violencia estructural.
Efectos de una inundación en Marruecos

Las amenazas para el bienestar humano que están relacionadas con el cambio climático son, sin duda, considerables. Tanto a nivel científico como a nivel de discurso público, existe un análisis dominante sobre la relación entre cambio climático y seguridad (el llamado ‘nexo’ clima-seguridad), y en particular a lo que se trata de temas de agua. De forma resumida y simplificada, ese análisis sugiere que el cambio climático resultará en una futura reducción de la cantidad de agua dulce disponible en varios lugares del planeta como resultado del cual hay una alta probabilidad de que emerjan conflictos sobre los reducidos recursos hídricos en esos lugares, particularmente en lugares donde los procesos democráticos y las estructuras de gobernanza son más débiles. Dichos conflictos relacionados con una escasez hídrica pueden también provocar un aumento de la inmigración hacia al Norte global, lo cual pondrá también bajo estrés los recursos y toda la estructura del estado en el Norte global, posiblemente generando nuevos conflictos incluso en el Norte.
 
Sin embargo, y desde una perspectiva empírica, hay varios problemas con este análisis. Para empezar, hay poca evidencia de que la escasez de agua por si sola provoque conflicto. Los conflictos ambientales son situaciones complejas donde factores políticos, económicos y sociales actúan de forma recíproca con factores ambientales para producir conflicto. También, la conexión entre escasez de recursos naturales y generación de conflicto no es tan sencilla tal y como parece a primera vista: muchos conflictos altamente violentos se dan en condiciones de abundancia de recursos naturales (por ejemplo petróleo, diamantes, etc.), y situaciones de escasez a menudo promueven colaboración (como la gestión de recursos en común). Asimismo, el estudio de relaciones entre países que comparten recursos hídricos demuestra que, en la gran mayoría de los casos, conflicto y cooperación coexisten, así que es difícil diferenciar entre ellos para analizar los efectos de conflicto y cooperación por separado. También es erróneo dar por hecho que en todos los casos los conflictos son situaciones negativas y la cooperación una situación “buena” dado que a veces algunos actores pueden verse obligados a cooperar bajo presión o por no tener otro remedio. Otro problema es el enfoque del anterior análisis en temas de seguridad nacional, un enfoque que puede conllevar tomar medidas que aumentan la vulnerabilidad de los que ya son más vulnerables a los efectos de cambio climático –y a menudo menos responsables de crearlo–, como por ejemplo fortalecer las fronteras del Norte global para evitar inmigración desde el Sur.
 
En este contexto, el proyecto CLICO partió de unas premisas críticas para investigar qué ocurre en la larga cadena entre cambio climático, agua, conflicto y seguridad. El proyecto también exploró la relevancia de una definición de seguridad que va más allá de la de seguridad nacional, la definición de seguridad humana (inicialmente impulsada por la ONU), la cual pone el enfoque de seguridad en la evaluación de impactos sobre comunidades e individuos en vez del estado-nación. Los resultados del proyecto resaltan las condiciones bajo las cuales inseguridad y conflicto emergen. Encontramos tres fuentes principales de inseguridad humana: primero, déficits democráticos, que tienen más peso a la hora de generar conflicto que el estrés hidro-climático, y que aparecen no solo en el Sur, sino también en el Norte global; segundo, mal-adaptaciones (adaptaciones que incrementan riesgos), las cuales tienen efectos adversos sobre la seguridad de unos grupos, que suelen ser marginados; y por último, la violencia estructural, la cual aparece a menudo en el contexto de proyectos que buscan fomentar el desarrollo económico y nacional.
 
Concluimos que estos resultados indican que la adaptación al cambio climático será un proceso lleno de disputas y contradicciones y que la investigación del nexo clima-seguridad tiene que ir más allá de investigaciones limitadas a la emergencia de conflictos y considerar los vínculos entre violencia estructural y seguridad humana, en particular los procesos y condiciones que reducen las opciones que disponen las comunidades para enfrentarse a posibles inseguridades.
 
Esta nueva publicación resume las principales conclusiones del proyecto de investigación CLICO (2010-2012) que ha sido financiado por el Programa Marco 7 de la Unión Europea, y que investigó diferentes aspectos del nexo entre cambio climático y seguridad en el Mediterráneo y el Sahel (www.clico.org). El proyecto ha sido liderado por el Instituto de Ciencia y Tecnología Ambientales (ICTA) de la UAB.
 

Christos Zografos
Instituto de Ciencia y Tecnología Ambientales (ICTA)

Referencias

Zografos, Christos; Goulden, Marisa C.; Kallis, Giorgos. Sources of human insecurity in the face of hydro-climatic change. Global Environmental Change. 2014, vol. 29, p. 327-336. doi: 10.1016/j.gloenvcha.2013.11.002.

 
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