Iftares
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Olga Vallejo: Esto es el Vagón de la Ciencia, el proyecto de la Universitat Autònoma de Barcelona dedicado a la divulgación científica. Esta tercera edición se centra en la diversidad y, en este capítulo, hablaremos de religión. Para ello, nos acompaña Víctor Albert Blanco. Hola, Víctor, bienvenido.
Víctor Albert Blanco: Hola.
OV: Víctor es doctor en Sociología e investigador posdoctoral del grupo de Investigaciones en Sociología de la Religión de la UAB. Hoy hablaremos de religión y, en concreto, del islam y de un ritual que se repite diariamente durante el ramadán: el iftar. ¿Qué es?
VAB: El iftar es el ritual con el que las personas musulmanas rompen el ayuno durante los días de ramadán. Es una práctica que se suele realizar en familia, con el entorno más próximo. Pero una de las particularidades que encontramos en las sociedades europeas, y especialmente en Cataluña y en otras ciudades del Estado, es que se ha popularizado una dimensión pública y comunitaria del iftar. Desde hace un tiempo, desde comienzos de los años diez, estas celebraciones públicas de iftares se han ido popularizando y, actualmente, en muchas localidades o barrios de Cataluña, las comunidades musulmanas organizan una vez al año, durante el ramadán, un iftar público, en el que no solo invitan a miembros de la comunidad, sino también a vecinos, autoridades públicas y entidades locales.
OV: ¿Y cómo se explica ese traspaso del ámbito privado al público?
VAB: La hipótesis que nosotros formulamos en el proyecto de investigación que estamos llevando a cabo en torno a esta práctica es que este ritual sirve para visibilizar el islam y la presencia del islam en Cataluña, y también para contrarrestar cierta precariedad material que existe en el día a día de la práctica religiosa musulmana. En Cataluña, hay unos 300 oratorios islámicos, pero gran parte de ellos tienen características de cierta precariedad: son de tamaño reducido o, si son un poco más grandes, están situados en la periferia de la ciudad, en polígonos; muchos son locales que no se construyeron para llevar a cabo prácticas religiosas, sino que eran antiguos comercios o garajes que se han adaptado para acoger estas prácticas. Por lo tanto, como decíamos, a menudo tienen unas condiciones de cierta precariedad e invisibilidad.
OV: Eso explicaría por qué en los lugares que no son de tradición musulmana se está produciendo ese traspaso del iftar al ámbito público. Porque entendemos que en los países de origen esto no pasa, ¿verdad?
VAB: Pues también empieza a pasar. De hecho, queremos hacer una genealogía para estudiarlo, porque en contextos de Oriente Próximo sí existe la tradición de hacer iftares en el espacio público, pero en países del norte de África, como Marruecos, que son el origen de una parte importante de los musulmanes de Cataluña, no era tan común hacerlo en el espacio público y, en cambio, es una práctica que se está extendiendo. Lo que será interesante es ver cómo una práctica que ha surgido y se ha popularizado en el contexto europeo se extiende a los países de origen.
OV: Desde la Constitución de 1978, España se define como un Estado aconfesional. Aun así, la cultura religiosa predominante en el país es la cristiana, que convive con otras como el judaísmo, el protestantismo o el islam. Según el Mapa religioso de Cataluña, en 2023 había un total de 7.351 centros de culto en todo el territorio catalán, correspondientes principalmente a 14 confesiones religiosas. Por lo tanto, esto evidencia que Cataluña es bastante plural.
VAB: Sí, efectivamente. Lo que nos muestran los datos, tanto del Mapa como del Barómetro sobre la religiosidad (herramienta que utiliza la Direcció General d’Afers Religiosos y la Generalitat, elaborada a través de una encuesta que encarga esta dirección general, pero que ejecuta el Centre d’Estudis d’Opinió) es que hay una pluralización del paisaje religioso de Cataluña, tanto con respecto a los centros de culto como con respecto a las personas que se declaran creyentes y a su nivel de práctica. Hablamos de 14 confesiones pero, en realidad, hay muchas más, porque no deja de ser una categorización. Por ejemplo, si nos fijamos en cada denominación, encontramos las iglesias evangélicas (segundo grupo en cuanto a centros de culto, pero en número de practicantes los musulmanes son algo más numerosos), dentro de las cuales hay una gran diversidad. Otra categoría que utiliza la Generalitat es la de las iglesias orientales, en las que también se observa una gran diversidad. Es decir, nos encontramos con que este paisaje se ha diversificado en los últimos veinte o treinta años, lo que contradice o hace más complejo lo que habíamos llamado proceso de secularización. Venimos de una sociedad en la que el catolicismo tenía una presencia muy fuerte a todos los niveles, tanto social como político, y era una religión dominante. Fue perdiendo peso social y, desde la sociología de la religión, se proponía el paradigma de la secularización, es decir, creíamos que nos secularizaríamos y que la religión desaparecería. Pero, con esta diversificación, vemos que esto no es exactamente así, sino que el paisaje religioso se vuelve más complejo. Y quiero añadir algo importante: efectivamente, esta nueva complejidad se debe en gran parte a las migraciones y movilidades internacionales contemporáneas, pero estas no son la única causa de la diversificación, porque también están las nuevas espiritualidades, los conversos, etc., que emergen con fuerza. Y hay que decir que estas migraciones no solo traen cultos que quizás nos parecían, hasta hace unos años, externos o lejanos, como el islam o el evangelismo, sino que también avivan el catolicismo, porque actualmente una parte importante del catolicismo en Cataluña y en España se nutre de la inmigración.
OV: ¿Qué presencia tiene en nuestro país la religión que practican los musulmanes?
VAB: En primer lugar, tiene presencia a través de los 300 centros de culto que hay en Cataluña. Esta es la presencia más significativa, aunque se expresa en términos de cierta precariedad y cierta invisibilidad cotidiana. Pero después también tiene visibilidad en muchos otros momentos. El ramadán, por ejemplo, es un momento muy propicio para ver esta presencia, ya sea a través de los iftares o de otras prácticas, como la plegaria del último día del ramadán, que se celebra también en muchos municipios y suele tener lugar en espacios municipales porque, como decíamos antes, los oratorios muchas veces son de tamaño reducido, no tienen suficiente capacidad, y hay que pedir la cesión de espacios municipales más grandes, como una pista, un polideportivo, un gimnasio, una plaza, para poder hacer esa plegaria. También tiene cierta visibilidad la fiesta del sacrificio, la fiesta del cordero, que tiene lugar dos meses después del final del ramadán. Son estos momentos los que permiten la visibilidad de la práctica musulmana.
OV: Estamos hablando de religión, sobre todo del ramadán y del iftar. ¿Tenéis datos sobre cómo percibe el ramadán y el iftar la población no musulmana en general?
VAB: No, sobre estas prácticas concretas no hay datos. En el barómetro de la Generalitat que mencionaba antes, sí hay una pregunta sobre el ramadán, sobre cuándo se practica el ayuno, y entre el 70 y el 80 % de la población sabe cuándo se hace el ayuno. Pero, sobre la aceptación de estas prácticas en concreto, no hay datos. Sí hay, por ejemplo, sobre la aceptación de tener un centro de culto musulmán cerca, y en este caso se recoge una aceptación amplia, aunque no tanto como en otras confesiones, pero yo creo que es relativamente elevada, sobre todo teniendo en cuenta el contexto actual de cierta tensión y controversias alimentadas por la extrema derecha en torno a estas cuestiones. Además, no debemos olvidar que venimos de una situación en los años 2000, cuando comenzó esta visibilidad del islam, en la que hubo controversias muy fuertes sobre la apertura de centros de culto musulmanes en muchos municipios (Premià, Vic..., y, más tarde, en Barcelona, en la Prosperitat, a finales de los años diez). Por lo tanto, a pesar de las controversias, observamos una aceptación bastante amplia de esta presencia.
OV: Explícanos un poco qué pasa en los iftares públicos, que permiten acercar la cultura y la religión musulmana a los no practicantes del islam. Como tú decías, es una apertura: ellos dan la oportunidad. Pero ¿la gente se acerca?
VAB: Sí. De hecho, una de las hipótesis que nosotros formulamos es que esta aceptación de los iftares y la participación de gente no musulmana en estos eventos se produce porque se parecen mucho a otros tipos de celebraciones que hacemos aquí y a las que estamos muy acostumbrados, ya sea una comida de fiesta mayor, una calçotada, una paella popular, ya que también tienen este componente de compartir la comida en el espacio público, que es algo muy arraigado.
OV: Nos podemos sentir muy identificados...
VAB: Exacto. De hecho, los iftares también son muy diversos. El islam es diverso en todo el mundo, y en Cataluña también: las comunidades tienen orígenes diferentes, orientaciones políticas y teológicas diferentes... A veces, en un mismo municipio se pueden poner de acuerdo las diferentes comunidades para organizar un evento. Por ejemplo, en el caso de la ciudad de Vic, hay tres comunidades musulmanas que se ponen de acuerdo, y también trabajan junto con otras asociaciones de adscripción musulmana, pero que no son religiosas (asociaciones caritativas, grupos de voluntarios...) o asociaciones católicas vinculadas al apoyo a las personas migrantes. Aunque las celebraciones del iftar pueden ser muy diferentes, en general, consisten en la ruptura del ayuno, que es un acto muy sencillo: primero se suelen comer dátiles, leche, pastas y sopa harira, y después un plato un poco más copioso. Antes de la ruptura, normalmente se explica el significado del ramadán y del iftar a las personas presentes, y se hace un llamamiento a la oración. En algunos iftares, se habilita un espacio para que la gente que quiera rezar lo haga, pero en otros no, y entonces adoptan un tono más culturalizado o secularizado. En algunos iftares, hay mensajes claramente políticos; por ejemplo, en los dos últimos años, hemos tenido muchos iftares políticos y de solidaridad con Palestina. Otros iftares son muy institucionales; por ejemplo, una de las entidades que organizó los primeros iftares en Barcelona es la Fundación Ibn Battuta, que tiene una presencia histórica importante en la comunidad marroquí, y una presencia institucional muy fuerte, y en su iftar participan cónsules y diputados. Por lo tanto, vemos que hay mucha diversidad de iftares.
OV: ¿Hasta qué punto es importante que los iftares públicos tengan el apoyo de organismos públicos y de otras entidades sociales?
VAB: Yo creo que eso contribuye a la normalización y a la visibilidad de la diversidad religiosa en el espacio público y también a cierta banalización, porque la realidad social del país es la que es. Todo ello permite difundir el conocimiento de esta diversidad y favorece una mayor aceptación y una convivencia, sobre todo en estos contextos de subida de la extrema derecha, de discursos de odio, de rechazo de la diversidad religiosa, especialmente del islam. Y permite mostrar también cómo las expresiones de lo que llamamos las minorías religiosas pueden parecerse mucho a otras prácticas culturales y sociales comunitarias que llevamos a cabo en nuestra sociedad.
OV: Por lo tanto, es una oportunidad para darnos cuenta de que estamos más cerca de lo que, de entrada, nos podríamos imaginar.
VAB: Exacto.
OV: Víctor Albert Blanco, doctor en Sociología, muchas gracias por haber subido al Vagón de la Ciencia.
VAB: Muchas gracias.
OV: Y tú, si quieres saber más, escucha otro capítulo.
El Vagón de la Ciencia, un proyecto de la Universitat Autònoma de Barcelona, con la colaboración de la Fundación Española para la Ciencia y la Tecnología del Ministerio de Ciencia, Innovación y Universidades, y Ferrocarrils de la Generalitat de Catalunya.
Investigador
Víctor Albert Blanco
Investigador posdoctoral Juan de la Cierva en el grupo Investigaciones en Sociología de la Religión (ISOR) de la UAB. También está afiliado al Centre de Recherches Sociologiques et Politiques de Paris (CRESPPA).
Su investigación se sitúa en la intersección de la religión, el espacio urbano y la política. Concretamente, se interesa en la gobernanza y la gestión del pluralismo religioso en las ciudades contemporáneas, con un enfoque en el impacto de las transformaciones urbanas en la producción de espacios religiosos y seculares. Su investigación ha sido la base de varias publicaciones en revistas indexadas, como Religion, State and Society, Social Compass, Journal of Religion in Europe, Papeles del CEIC y Cahiers de Géographie du Québec. Albert Blanco también ha presentado su investigación en congresos nacionales e internacionales y es el secretario general de la International Society for the Sociology of Religion (ISSR).
Se puede encontrar la producción científica de Víctor Albert Blanco en el Portal de Investigación de la UAB.
Información complementaria