Diversidad étnica y racial
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Olga Vallejo: Esto es el Vagón de la Ciencia, el proyecto de la Universitat Autònoma de Barcelona dedicado a la divulgación científica. Esta tercera edición se centra en la diversidad, y en este capítulo hablaremos de la diversidad étnica y racial. Para ello, nos acompañan Sònia Parella y Massoud Sharifi. Hola a los dos.
Sònia Parella: Hola.
Massoud Sharifi: Hola.
OV: Sònia y Massoud son profesores del Departamento de Sociología e investigadores del CER-Migracions de la Universitat Autònoma de Barcelona. Cuando buscamos raza en el diccionario, encontramos: «descendientes de un antepasado común, linaje, saga, ascendencia». Pero, si los humanos pertenecemos a una única especie, ¿tiene sentido hablar de raza desde un punto de vista biológico?
MS: De hecho, desde la ciencia moderna se considera que no tiene sentido hablar de raza como categoría biológica.
OV: ¿Y sociológicamente?
MS: Sociológicamente tiene mucho sentido. Tiene sentido hablar de raza desde una perspectiva sociológica y como una categoría social. Desde esta perspectiva, consideramos la raza como una construcción social que está arraigada en la historia, en las percepciones culturales y en las prácticas institucionales. La raza se construye a través de procesos sociales, discursos y prácticas cotidianas e históricas.
OV: ¿Se actualiza, entonces, esta construcción social? ¿Cómo se determinan las razas sociales?
MS: De hecho, la raza no es un concepto estático; es una categoría fluida, porque es una construcción social. Desde esta perspectiva, podemos decir que las razas sociales están determinadas a través de los procesos sociales, que otorgan significados a los rasgos físicos, la ascendencia y los indicadores culturales. Y, de alguna manera, estos procesos reflejan fuerzas históricas, culturales y políticas, y acaban construyendo relaciones de poder entre diferentes grupos sociales.
OV: ¿Y qué diferencia hay entre raza y etnia?
MS: La raza es una categoría impuesta. Hay grupos que, de acuerdo con las jerarquías de poder, tienen la capacidad de monopolizar los recursos y crear relaciones de inferioridad y superioridad, e imponen la categoría de raza a otros grupos inferiorizados. Por ello, la raza es contextual y puede variar a lo largo de la sociedad y de la historia. En cambio, la etnicidad, aunque coincide y se entrecruza bastante con la categoría de raza, se refiere a los rasgos culturales, las prácticas y los valores compartidos entre grupos sociales que consideran que forman parte, históricamente, de la misma ascendencia y sienten que son la continuidad de un grupo con ciertas características culturales. Por lo tanto, muchas veces podemos considerar la etnicidad como una autoidentificación de las personas. Sin embargo, estas dos categorías muchas veces se entrecruzan, y las consecuencias, lo veremos más adelante, pueden ser peores o mejores.
OV: Vuestro grupo de investigación aborda fenómenos sociales complejos como la movilidad y las migraciones. En los últimos dos siglos ha habido grandes movimientos migratorios a nivel mundial, por ejemplo, las migraciones de europeos hacia América, las de africanos hacia América, las de las nuevas generaciones de americanos con antepasados de origen europeo hacia el país de origen de abuelos y bisabuelos, y, últimamente, las migraciones forzadas por conflictos en Oriente Próximo o en Ucrania... ¿Qué implicación tienen las migraciones en las razas sociales? ¿Hacen que evolucionen, que se diluyan, que se transformen?
MS: Debería recordarse que el porcentaje de la población que vive fuera de su país de nacimiento, es decir, la migración internacional, es de un 3,7 % de la población mundial. Creo que no es tanto como imaginamos. En los años 90 era de un 2,9 %. Pero las migraciones tienen implicaciones profundas sobre las razas sociales, porque las remodelan, las transforman y, a veces, provocan el desvanecimiento de las categorías sociales. Porque, como hemos dicho, la raza no es una categoría estática y, a través de la migración, se podrían impulsar procesos de racialización, de asimilación o de aculturación y, en algunas ocasiones, se podría provocar la emergencia de nuevas identidades raciales y étnicas.
OV: Entonces, con estas transformaciones, ¿podemos hablar de razas, en los años 20 del siglo xxi?
MS: Tiene mucho sentido hablar de razas en el contexto político y social actual. No olvidemos que la racialización (la creación de estas categorías de supuestas razas) tiene implicaciones en las relaciones sociales, en los derechos, en el ámbito político... Por lo tanto, las categorías raciales continúan desempeñando un papel fundamental en la formación de decisiones políticas en relación con diferentes comunidades, en las relaciones interpersonales y también en la asignación de recursos. Si no hablamos de raza y de racialización en el sentido sociológico y como categoría social, olvidaremos todas esas relaciones de poder y de inferiorización que están teniendo consecuencias en la vida de personas concretas. Y, finalmente, no olvidemos que esto está muy vinculado a la justicia social y a las transformaciones políticas que estamos viviendo en la actualidad.
OV: Entonces, ¿se entiende que es importante para las reivindicaciones de colectivos que responden a una raza social y que deberían mejorar su situación?
MS: Esta iniciativa no debería surgir solo desde los grupos migrantes o grupos racializados, porque los regímenes, las políticas migratorias, las condiciones y las características de las sociedades o comunidades locales también influyen. Es una interacción entre las comunidades locales, entre la Administración y las fuerzas políticas y los grupos inmigrantes. Y a través de esta interacción se podría llegar a remodelar y reconfigurar la relación, y reducir y diluir las consecuencias en cuanto a la discriminación, la exclusión social y la marginación de los grupos racializados.
OV: Seguramente, cuando hemos dicho racialización, hay gente que ha pensado: «Uy, eso a mí no me atañe». Pero entiendo que la racialización afecta a todos los grupos de personas.
SP: Sí, evidentemente. Es un concepto relacional, del mismo modo que lo es la clase social o el género. Es un concepto que se define en el año 1961, en una publicación del filósofo y ensayista Frantz Fanon, figura emblemática del anticolonialismo. Él lo describe como un proceso político que produce jerarquías raciales que se manifiestan entre grupos humanos diferentes que están situados en un contexto específico. Él habla sobre todo en el marco de la colonización, pero en las últimas décadas hemos visto que este concepto está resurgiendo de manera muy potente, inicialmente, desde el marco más anglosajón. En palabras más simples, podríamos definirlo como «la producción social de grupos humanos en términos raciales», un poco en la línea de lo que ha dicho Massoud, y, por tanto, son categorías creadas para, y no preexistentes a la relación entre grupos, e implican relaciones de dominación y subordinación que afectan a todos. Las personas racializadas, en la actualidad, de alguna manera son víctimas de los racismos contemporáneos, que son muy diversos: la xenofobia, la islamofobia, el racismo antinegros, el mismo antisemitismo... Y estos racismos también se manifiestan de maneras diferentes en contextos diferentes, pero tienen similitudes muy claras: siempre sitúan al grupo dominado en una posición social de minoría y en el marco de una relación de opresión que siempre beneficia al grupo dominante. Por ello, la racialización nos afecta a todos. Y también debemos tener en cuenta que, a veces, desde la categoría más política (la del sujeto político) tendemos a ver a las personas racializadas como el conjunto de personas no blancas; pero, aunque esto es útil para los movimientos antirracistas, no debemos obviar que las experiencias de racismo y esas mismas relaciones también se pueden dar entre grupos oprimidos, en la intersección con otros ejes. Por lo tanto, no es tan simple. Hay una racialización muy vinculada a una categoría política, pero el concepto es mucho más complejo.
OV: ¿Qué pasa con las nuevas generaciones (segundas y terceras generaciones) de personas migradas de orígenes diversos que han creado nuevas familias en los países de acogida o después han ido hacia otro lugar? ¿Pueden ser el embrión de una nueva raza social? Supongo que esto no es cuestión de una década ni de dos...
SP: Es evidente que estas categorías propias de la racialización, de la raza social, de alguna manera son una herencia del contexto de la colonización. Ahora que tenemos una migración que se ha incrementado en los últimos años en Europa, especialmente en Cataluña desde finales de la década de los 90, ya tenemos consolidada una nueva generación de niños, adolescentes, jóvenes y también adultos que han nacido aquí, o bien que han llegado a una edad joven, y tienen familias de origen extranjero. De hecho, en el año 2021, en el caso de España, alrededor de 2,65 millones de personas nacidas en España tenían al menos un progenitor de origen extranjero. Es una parte muy importante de la población total, y en el marco de la escuela, por ejemplo, implica una gran diversidad. Aunque se trata de grupos muy heterogéneos en el aspecto poblacional, nos preocupa el hecho de que, justamente, ese origen étnico y racial, nacional en algunos casos, en consonancia siempre con otros ejes de discriminación (es decir, sin funcionar de forma exclusiva, sino también con la clase social, el género...), sí pueda provocar que estas nuevas generaciones de niños y jóvenes tengan patrones de incorporación a nuestra sociedad que sean diferentes a los del conjunto de niños y jóvenes de su edad, por el efecto que tiene sobre ellos el peso de esas razas sociales que antes mencionábamos. Y este es un tema crucial para una sociedad cohesionada. Hasta ahora, en nuestro contexto, lo hemos trabajado mucho en el ámbito educativo, en la escuela. Pero ahora ya no son solo niños, sino que también estamos hablando de jóvenes y adultos; ya estamos hablando de identidades, de discriminación laboral, de vivienda... Y en este ámbito queda mucho por investigar y mucho por hacer, en el marco de la política pública, porque estos grupos ya son una realidad de nuestra sociedad.
OV: Estamos hablando de diversidad étnica y racial con Sònia Parella y Massoud Sharifi. Damos por hecho que la diversidad enriquece, pero en la práctica ¿es posible que, hablando de movilidad y migraciones, la diversidad equivalga a desigualdad y que haya algún tipo de relación, por lo que habéis estado explicando hasta ahora, entre discriminación y racialización?
SP: Sin duda este es un tema crucial. Cuando hablamos de diversidad en términos de enriquecimiento, ponemos de manifiesto el valor que tiene la diversidad cultural entendida como las formas diversas de ver el mundo, como una realidad que es inherente a toda sociedad: no hay sociedades que sean homogéneas en términos culturales. Aunque desde determinados etnonacionalismos se crea lo contrario, esto no deja de ser un mito. Y, por tanto, la diversidad siempre es una oportunidad y una fuente de innovación (y también de conflictos, porque los procesos sociales son inherentes al conflicto). Pero el problema que tenemos a veces es que, cuando hablamos del hecho migratorio más reciente en nuestro contexto, solo tenemos este discurso del valor de la diversidad y no incorporamos toda la dimensión de la desigualdad, que está estrechamente ligada, tal y como hemos mencionado antes. Y esto puede llegar a generar un enfoque e incluso una gestión de esta diversidad que simplemente pongan el acento en aspectos como la tolerancia, la armonía, el respeto, las oportunidades, la convivencia..., de manera que se invisibilice la asimetría de poder que existe entre grupos y que tiene efecto sobre determinados grupos (en el contexto actual, muchas veces se trata de población con background migratorio, con determinada confesión religiosa, fenotipo, procedencia nacional, migración en situación administrativa irregular...). Por lo tanto, existe el riesgo de que reduzcamos el discurso de la diversidad a una celebración de la estética de la diversidad, que es positiva, sin duda, y sensibilizadora, pero si no tenemos en cuenta esta naturaleza de las relaciones de dominación que hemos dicho antes, difícilmente generaremos políticas adecuadas para conseguir una sociedad más igualitaria, y al mismo tiempo desmovilizaremos a los grupos propiamente discriminados, porque es justamente cuando hacemos visible esta desigualdad cuando se pueden activar mecanismos de acción colectiva. Si no tenemos suficientemente en cuenta esta discriminación estructural que generan los patrones de racialización que hemos heredado y que son evidentes en nuestro contexto, quizás no avanzaremos hacia un modelo de convivencia realmente cohesionador. Por lo tanto, discriminación y racialización están muy vinculadas.
OV: Y esta discriminación que comentáis, ¿sabéis si desaparece cuando se trata de personas que tienen suficientes recursos económicos? O, aun así, ¿pueden sufrir situaciones de discriminación?
SP: Los procesos de racialización, en términos genéricos, impactan en fenómenos que nos rodean y que son cotidianos (racismo, discriminación, marginación) y los acaban sufriendo determinados orígenes y perfiles. Pero la racialización no genera un grupo homogéneo, como decíamos antes, y, si lo aplicamos al tema migratorio, sucede exactamente lo mismo. Podemos hablar de islamofobia como una manifestación de esa racialización, pero las desigualdades siempre operan en relaciones interseccionales, que no podemos desligar de la clase social, del género o incluso de la edad o de la generación. Ahora, por ejemplo, estamos viviendo una campaña claramente racista con un discurso antiinmigración contra los niños y jóvenes de determinados orígenes que llegan solos a España, a Cataluña, en situación de indocumentación. En este caso se trata de una manifestación de racismo, sí, pero en el prejuicio que se construye hay una mezcla de componentes: es el origen social de estos jóvenes lo que también está en juego. Además, el hecho de que muchos de ellos sean de confesión musulmana hace que el prejuicio sea un plus. Y además son chicos, no son chicas, y por lo tanto aparece el discurso del miedo, de la falta de seguridad, del peligro que estos jóvenes pueden suponer. Probablemente, si fueran chicas, el mismo prejuicio activaría otro discurso. Por lo tanto, la discriminación impacta de manera diferenciada: es un fenómeno global, pero varía según las posiciones sociales concretas y también varía a lo largo del tiempo. Es por ello que tendremos que ver cómo irán evolucionando los patrones de discriminación en nuestra sociedad, porque asistiremos también a la fragmentación de este grupo racializado en el futuro y, por tanto, se hará más compleja la identificación sobre cómo operan los patrones de racialización.
OV: Sònia Parella y Massoud Sharifi, profesores del Departamento de Sociología e investigadores de la Universitat Autònoma de Barcelona, muchas gracias por haber subido al Vagón de la Ciencia.
MS: De nada.
SP: Gracias a vosotros.
OV: Y tú, si quieres saber más, escucha otro capítulo.
El Vagón de la Ciencia, un proyecto de la Universitat Autònoma de Barcelona, con la colaboración de la Fundación Española para la Ciencia y la Tecnología del Ministerio de Ciencia, Innovación y Universidades, y Ferrocarrils de la Generalitat de Catalunya.
Investigadores
Sònia Parella Rubio
Profesora titular en el Departamento de Sociología de la UAB y coordinadora del Centre d’Estudis i Recerca en Migracions de la misma universidad.
Sus áreas de especialización son la sociología de las migraciones, las relaciones etnicoraciales y la gobernanza migratoria. Su investigación más reciente estudia las desigualdades que afectan a jóvenes con background migratorio, las prácticas transfronterizas, las desigualdades étnicoraciales y de género asociadas al trabajo de cuidado remunerado, y las prácticas transnacionales de las personas migradas en contextos de regímenes autoritarios.
Ha coordinado y participado en varios proyectos de investigación de alcance autonómico, estatal y europeo y ha publicado varios libros, capítulos de libro y artículos académicos sobre estas temáticas.
Se puede encontrar la producción científica de Sònia Parella Rubio en el Portal de Investigación de la UAB.
Massoud Sharifi
Profesor lector en el Departamento de Sociología de la UAB e investigador del Centre d’Estudis i Recerca en Migracions de la misma universidad.
Su actividad investigadora se articula en la intersección entre la política social y la sociología política, con un énfasis particular en el análisis de las dinámicas sociopolíticas que afectan a las minorías étnicas y nacionales, así como a las personas migrantes en contextos transnacionales.
Su investigación actual explora cómo la gobernanza, las políticas públicas, el activismo y las prácticas transnacionales inciden en los procesos de movilidad, integración y participación sociopolítica. Ha colaborado en varios proyectos de investigación de alcance local, estatal y europeo, y ha publicado los resultados de sus investigaciones en revistas académicas y en volúmenes colectivos especializados.
Se puede encontrar la producción científica de Massoud Sharifi en el Portal de Investigación de la UAB.
Información complementaria