Gestión del acoso escolar
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Olga Vallejo: Esto es el Vagón de la Ciencia, el proyecto de la Universitat Autònoma de Barcelona dedicado a la divulgación científica. Esta tercera edición se centra en la diversidad y, en este capítulo, hablaremos de la gestión del acoso escolar por motivos de orientación sexual o de identidad o expresión de género. Para ello, nos acompaña Cristian Carrer Russell. Hola, Cristian.
Cristian Carrer: Hola, buenos días.
OV: Cristian es profesor del Departamento de Psicología Social de la UAB. ¿A partir de qué edades se registran acosos escolares por motivos de orientación sexual o de identidad o expresión de género?
CC: Uno de los grandes desajustes es que, en los registros formales, no se disponía de estos datos, no se estaban recogiendo. Cuando ibas a las comunidades educativas y hablabas con profesorado, dirección o incluso alumnado, salían este tipo de situaciones, pero el Departament d’Ensenyament de la Generalitat de Catalunya no tenía ninguna estadística. Finalmente, en el año 2024, el Departament, a través de las denominadas USAV (unidades de soporte al alumnado en situación de violencia), empezó a recoger este tipo de violencia, y no solo por razón de orientación sexual o de identidad o expresión de género, sino también por otras razones. Ahora es cuando empezamos a tener datos sobre qué situaciones de violencia existen, aunque tampoco contamos con muchos datos desagregados, como, por ejemplo, por edad. Estaría bien incorporar estos factores para ver qué información podemos obtener sobre los diferentes niveles educativos.
OV: ¿Entendemos que estos registros son imprescindibles para decidir cómo se actúa?
CC: Claro, porque las cifras también detectan las problemáticas sociales y, por lo tanto, nos dan información para saber cómo se pueden prevenir, cómo se pueden detectar y, una vez detectada la situación, lo que es más importante: cómo podemos gestionarla y cómo podemos acompañar no solo a la persona afectada que está siendo acosada, sino también a la persona que está acosando, y cómo podemos trabajar la convivencia escolar en sí, para no quedarnos solo en el binomio víctima-victimaria, porque eso sería un error.
OV: En este tipo de acoso escolar, ¿lo que penalizan las personas que acosan es la diferencia?
CC: La psicología social nos ha enseñado mucho sobre cómo se reproducen los estigmas, los estereotipos, los prejuicios. Obviamente, en relación con el acrónimo de la comunidad o el colectivo LGTBIQ+, muchas personas todavía tienen muchos de estos estereotipos, prejuicios y estigmas, lo que hace que se sientan legitimadas a ejercer cierto tipo de violencia hacia personas que se identifican con este colectivo. Yo creo que el castigo o la violencia están dirigidos por estos estigmas y prejuicios, que deben trabajarse con una pedagogía social y con una educación.
OV: Entonces, entendiendo que la sexualidad va más allá de las relaciones sexuales y que, además del sexo, abarca la identidad de género, los roles, la orientación sexual, el erotismo, el placer, la intimidad, la reproducción..., es decir, sin una mirada reduccionista, ¿la educación afectivo-sexual es imprescindible para entender la diferencia?
CC: Es imprescindible para entender qué es la diversidad. Y a mí me gustaría que se entendiera que no solo las personas que se identifican como LGTBIQ+ son diferentes, sino que las personas que se identifican, por ejemplo, como cisgénero o heterosexuales, que son personas que sí se identifican con el género o la orientación sexual que les han asignado al nacer, también pueden ser diferentes. Y este es un tema central de mi tesis: cómo podemos todas expresarnos con libertad, independientemente de nuestra orientación sexual, nuestra identidad de género o nuestra expresión de género. Lo que estamos viendo en los contextos escolares es que esa orientación sexual, esa identidad de género o esa expresión de género, que pueden ser disidentes de la norma, en algunas ocasiones, sí se relacionan con una problemática social, que puede acabar dando lugar a una situación de violencia, la cual puede cristalizar en una situación de acoso cuando se ejerce de forma continua en el tiempo y tiene la intencionalidad de hacer daño a la persona afectada.
OV: En el primer semestre de 2025, el Observatorio contra la LGTBI-fobia registró en Cataluña 182 incidencias por LGTBI-fobia y 55 discursos de odio. Parece que las manifestaciones de LGTBI-fobia no son exclusivas de los adultos. El acoso escolar por motivos de orientación sexual o de identidad o expresión de género tiene más relevancia en Cataluña desde la década de 2010, por la visibilización mediática y la regulación de la Ley 11/2014, conocida como la ley contra la LGTBI-fobia. ¿El hecho de que la ley reconozca realidades como la LGTBI-fobia permite que la discriminación hacia personas del colectivo deje de estar desdibujada?
CC: Está clarísimo. De hecho, es una estrategia que se ha llevado a cabo desde la calle, desde el movimiento social, desde el movimiento LGTBIQ+. Se luchó mucho por conseguir la Ley 11/2014, que, por cierto, en estos momentos está en modificación parlamentaria para renovarla, porque ya hace diez años que se creó. Lo que hace esta ley es problematizar la LGTBI-fobia y, en uno de los artículos, en el artículo 12, concretamente, que trata de la educación, estipula diferentes puntos con las diferentes acciones que deben implementarse, y entre esos puntos aparece el acoso escolar por motivos de orientación sexual o de identidad o expresión de género. Por lo tanto, problematiza este fenómeno y nos da unas herramientas para empezar a prevenirlo, detectarlo e intervenir.
OV: Vuestra investigación está centrada en cómo se estructura el acoso escolar por estos motivos de los que estamos hablando. ¿Qué es lo que pasa?
CC: Lo que pasa muchas veces es que, cuando hay algún tipo de discriminación por motivos de orientación sexual o de identidad o expresión de género, no se le da mucha importancia. Se trata como un conflicto entre iguales. Y eso es un error, porque hay que ver que, si una persona está ejerciendo un poder sobre otra, en este caso por su orientación sexual o identidad o expresión de género, es porque se siente legitimada para hacerlo. Por ello, se debe trabajar desde la pedagogía social. Y siempre recomiendo que no solo se trate desde el binomio víctima y victimario, sino que se haga un trabajo conjunto con todos los agentes de la comunidad educativa. Y, cuando digo todos los agentes, quiero decir que no nos quedemos solo con el alumnado, sino que trabajemos también con el profesorado, con la dirección, con el personal de administración y servicios y con las asociaciones de familiares. Y que establezcamos unos planes. Porque ya lo dicen nuestras leyes: tanto en los planes de tutoría como en las normas de convivencia, esa pedagogía social que recoge la coeducación, por un lado, y la diversidad afectivo-sexual y de género, por otro, debe impregnar todos los niveles educativos.
OV: ¿Se repiten patrones por parte de los acosadores? ¿Sus prácticas son similares?
CC: No, son bastante heterogéneas. Sí hemos encontrado en nuestra búsqueda que el acoso debe realizarse de forma continua. De hecho, debe haber diferentes características para que se conciba como un acoso, pero dos son las principales: debe ser mantenido en el tiempo y debe existir la intencionalidad de hacer daño a esa persona en razón de su orientación sexual o identidad o expresión de género. Pueden ser insultos, o acciones para hacer el vacío o aislar a la persona y, desgraciadamente, puede llegar a haber agresiones físicas. Y no solo en el contexto escolar: estamos en una era totalmente digital, en la que encontramos violencias digitales. Por lo tanto, fuera de los contextos escolares, este acoso puede continuar. En definitiva, los acosos tienen la intencionalidad de hacer daño y se mantienen en el tiempo, y es primordial prevenirlos, detectarlos e intervenir.
OV: Y, en cuanto a la reacción de las personas afectadas y el entorno escolar, ¿se repiten patrones? ¿O la reacción vuelve a ser diversa?
CC: La reacción puede ser diversa. Sí que es verdad que, a menudo, dependiendo un poco de la situación de acoso escolar, las personas afectadas experimentan lo que llamamos en psicología la indefensión aprendida, es decir, esas personas se piensan que, sin la ayuda de un agente externo que pueda acompañarlas, no podrán salir de esa situación, de ese círculo. En mi tesis, hablo de una parte del protocolo que tiene la Generalitat sobre prevención, detección e intervención del acoso escolar para alumnado LGTBIQ+, en el que se dice al alumnado afectado que mantenga la calma, que no se vuelva hacia las personas acosadoras, que abandone el juego, y que practique en casa cómo ser asertivo. Para mí, hay que mejorar bastante este punto, porque estás diciéndole a la persona que está recibiendo la violencia, que encima tiene que actuar de esa manera. No tenemos que cambiar el chip, o cambiar a la persona de centro educativo, sino que se debe trabajar conjuntamente acompañando a la persona que es acosada, pero también a la persona que está ejerciendo el acoso, para entender por qué lo hace y qué consecuencias tiene ese acoso, porque lo que se rompe es la convivencia escolar en sí.
OV: ¿Y sabéis si este acoso se estructura de la misma manera, independientemente de los recursos socioeconómicos y del nivel cultural del grupo de niños y jóvenes y de sus familias?
CC: Son indicadores que seguramente se han de entrecruzar con la situación de violencia. Deberíamos mirarlo de forma más detallada. Lo que sí hemos detectado es que la gestión de este tipo de acoso muchas veces está atravesada por el adultocentrismo. Me explico: lo que se dice en el protocolo a los niños y a los jóvenes o adolescentes, básicamente, es que, para que se detecte la situación y se intervenga, tienen que comunicarla a una persona adulta, y que la persona adulta ya sabrá qué hay que hacer. Pero, a la hora de la verdad, cuando te vas a hacer entrevistas a los diferentes agentes de las comunidades educativas, muchas veces te dicen que no cuentan con muchos recursos para saber qué tienen que hacer en ese tipo de situaciones, o para tratar temas como la orientación sexual o la identidad o expresión de género. Por lo tanto, creo que tenemos que romper con esta idea y hacer que niños y adolescentes sean un agente activo importante en el proceso de gestión del acoso, y no dejarles el rol de mera transmisión de la comunicación, porque después son como una víctima pasiva que no tiene ninguna agencia en la reparación de la dignidad. Se trata de una cuestión muy importante, que está atravesada por la visión adultocentrista de los protocolos, en cuya elaboración las personas adultas piensan en la situación y la política que hay que aplicar, pero no piensan en las personas en las que recaerán esas políticas. Y eso me parece problemático.
OV: Según un estudio del Instituto de las Mujeres, en España el 80 % de las mujeres lesbianas y bisexuales han sufrido violencia por su orientación sexual. Cuando nos fijamos en niños y adolescentes, ¿sufren igual las situaciones de acoso por estos motivos de orientación sexual o identidad los chicos, las chicas, las personas no binarias, o los niños o jóvenes trans?
CC: En los registros que hacemos en el Observatori contra l’LGTBI-fòbia, hemos detectado que la gayfobia y la transfobia, sobre todo hacia mujeres trans, son las incidencias más frecuentes que recibimos. También las podemos encontrar, por ejemplo, en los contextos escolares. Pero creo que esto tiene que ver con la visibilización del hombre gay, por ejemplo, en los diferentes espacios de la vida cotidiana y también, obviamente, en el contexto escolar. Nos faltan datos desagregados para saber muy bien si hay más o menos gayfobia, lesbofobia, transfobia u otros tipos de situaciones de violencia; pero, evidentemente, todas estas violencias deben tratarse igual y necesitan reparación.
OV: Según el último informe del Ministerio de Juventud e Infancia, que es de 2025, en cuestiones de identidad y género la juventud está cada vez más polarizada entre géneros. Esto supone que dos de cada tres mujeres menores de 30 años se identifican como feministas y, en cambio, menos de la mitad de los hombres jóvenes apoyan el feminismo y las políticas de igualdad de género. ¿El cambio de mirada puede propiciar un incremento de las prácticas de acoso por motivos de orientación sexual o de identidad o expresión de género?
CC: En este caso, siempre me gusta más hablar de prácticas que de identidades, porque creo que este hecho está relacionado con la creación de una masculinidad concreta, por la que algunos jóvenes y adolescentes se sienten ofendidos y atacados por los llamados feminismos. Pero los feminismos no atacan ningún tipo de masculinidad, sino que abren unos horizontes de convivencia en clave de igualdad para todas las personas. Por lo tanto, lo que creo que deberíamos hacer, más que fijarnos en las identidades, es trabajar sobre las prácticas discriminatorias que se dan en diferentes contextos, también en nuestras aulas. Desde los diferentes medios de comunicación, muchas veces se difunden titulares muy impactantes, como el que acabas de mencionar, pero también es cierto que hay narrativas muy poderosas y que se están haciendo trabajos y buenas prácticas sobre los feminismos, sobre la coeducación y sobre la diversidad afectivo-sexual en diferentes contextos. Eso también hay que celebrarlo. Obviamente, estamos en un contexto sociopolítico en el que la derecha y la extrema derecha tienen unos discursos de odio muy feroces y muy potentes, y muchas veces, a través de las tecnologías de la información y la comunicación, los jóvenes consumen este tipo de discursos, que luego pueden trasladar a diferentes contextos, como el escolar. Por lo tanto, en este ámbito, se debe hacer toda una pedagogía.
OV: Nos quedamos con esta idea de poner el foco en todo lo que sí funciona y va bien, pero te quería preguntar: ¿cómo se explica esta polarización? ¿Funciona como una especie de vasos comunicantes: más personas feministas, más jóvenes machistas, y la banda del medio va desapareciendo?
CC: Hay que trabajar más este tema de los feminismos, para que se entienda que no se defiende que haya más privilegios para nadie. Trabajar sobre los feminismos es trabajar para la convivencia democrática en clave de igualdad para todas las personas, y eso es lo que se debe entender. Los feminismos no deben entenderse como un ataque a una identidad propia, en este caso, la identidad del hombre blanco y cisgénero, que está perdiendo algún tipo de privilegios. No estamos hablando de eso. Por lo tanto, en temas de educación, hay que seguir trabajando en estos programas, para que se puedan distribuir este tipo de discursos y los jóvenes y adolescentes que se sienten señalados directamente por su identidad y piensan que no se les está dejando ser ellos mismos no se lo tomen como un ataque. Creo que hay algo que no funciona y quizás deberíamos reformular cómo estamos explicando los feminismos cuando los trabajamos en los contextos escolares, para seguir trabajando en clave de igualdad.
OV: ¿Qué estrategias pueden ser efectivas para afrontar el acoso escolar por motivos de orientación sexual o de identidad o expresión de género?
CC: Por un lado, me parece muy importante la coordinación entre los diferentes agentes de la comunidad educativa. Es decir, se debe hacer un trabajo transversal. Muchas veces pienso que todavía estamos en la política que llamo de goteo. Llega, por ejemplo, el 17 de mayo, Día Internacional contra la LGTBI-fobia, y muchas comunidades educativas me llaman y me dicen que quieren hacer una charla sobre LGTBIQ+, puntual, de dos horitas. De acuerdo, está bien, pero también hay que hacer un trabajo totalmente transversal, que debe establecerse en los currículos escolares. La coeducación y la diversidad afectivo-sexual y de género, que están en nuestros principios legales, en nuestros marcos de garantía de derechos del colectivo LGTBIQ+, deben incorporarse a los planes de acción tutorial y a las normativas de convivencia, para que estos valores impregnen, de manera transversal, todos los sistemas educativos y durante todo el año, y no solo aparezcan en el goteo o en los parches de dos o tres charlas al año.
OV: Cristian Carrer Russell, doctor en Psicología Social y profesor del Departamento de Psicología Social de la UAB, muchas gracias por haber subido al Vagón de la Ciencia.
CC: A vosotros.
OV: Y tú, si quieres saber más, escucha otro capítulo.
El Vagón de la Ciencia, un proyecto de la Universitat Autònoma de Barcelona, con la colaboración de la Fundación Española para la Ciencia y la Tecnología del Ministerio de Ciencia, Innovación y Universidades, y Ferrocarrils de la Generalitat de Catalunya.
Investigador
Cristian Carrer Russell
Profesor asociado del Departamento de Psicología Social de la UAB y miembro del grupo de investigación AFIN. Es autor de varios estudios sobre acoso escolar por motivos de orientación sexual, identidad o expresión de género, como «LGTBI-fòbia entre infants i adolescents: una problemàtica social a resoldre» (2019), escrito con Francisca Cifuentes.
Es coordinador técnico del Observatori contra l’LGTBI-fòbia y miembro del grupo de investigación Fractalidades de Investigación Crítica (FIC).
Se puede encontrar la producción científica de Cristian Carrer Russell en el Portal de Investigación de la UAB.
Información complementaria