4. Las personas LGTBI+ como diversas


En el libro ¿Hay una historia de la sexualidad?, David M. Halperin dice que el sexo no tiene historia, porque es una parte biológica del cuerpo humano. En cambio, la sexualidad sí tiene historia, porque es una construcción cultural, es decir, la manera en que vivimos la sexualidad cambia según la época y la sociedad.
Siguiendo este punto de vista, las siglas LGTBIQ+ forman parte de una historia marcada por la discriminación y la exclusión.
Por ejemplo, los términos homosexual y heterosexual aparecieron a finales del siglo XIX. Los utilizó el escritor húngaro Karl-Maria Kertbeny, que defendía la homosexualidad como una manera natural de ser, en una época en la que toda la sexualidad que no sirviera para tener hijos se consideraba un vicio. Por su parte, el psiquiatra alemán Richard von Krafft-Ebing decía que la homosexualidad era un trastorno neurológico innato y que no se contagiaba. Aunque querían ayudar a despenalizar la homosexualidad, sus ideas sirvieron para clasificar y discriminar.
Incluso la heterosexualidad se veía como una patología.
Por ejemplo, en 1901, un diccionario médico decía que la heterosexualidad era un «deseo anormal o pervertido hacia el sexo opuesto».
Más adelante, en 1924, otro diccionario definía la heterosexualidad como una «pasión sexual morbosa por una persona del sexo opuesto».
En 1934, la palabra heterosexualidad comenzó a relacionarse con el concepto de «sexo normal». Pero no se utilizó de forma habitual con este significado hasta los años 60.
A principios del siglo XX se crearon los términos transexual e intersexual para hablar de personas que no encajaban en el modelo tradicional de hombre o de mujer.
El sexólogo Magnus Hirschfeld creó palabras como travestido y transexual. Otros científicos definieron el término transexual para hablar de personas que han hecho una transición hacia otro género. Las personas intersexuales son aquellas que tienen características físicas que no se ajustan a las categorías de hombre o de mujer.
Muchas de estas personas fueron tratadas como si estuvieran enfermas. La homosexualidad se consideró un trastorno mental hasta 1973. La transexualidad también se había clasificado así hasta hace poco. Las personas intersexuales han sido sometidas a operaciones
para que su cuerpo encajara en el modelo de hombre o de mujer.
Todo ello ha llevado a la discriminación y la violencia. Se han aplicado leyes injustas y terapias obligadas, y se han negado derechos básicos, como tener una identidad o formar una familia. Estas personas han sufrido agresiones, acoso y rechazo en muchos ámbitos de la vida.
Para luchar contra esta situación, muchos colectivos han creado nuevos términos para denominarse. Así, han surgido palabras como lesbiana, gay, bisexual, transexual e intersexual. También se ha recuperado el término queer, que antes era un insulto pero ahora expresa orgullo y diversidad.
Gracias a los estudios de autoras como Anne Fausto-Sterling, Teresa de Lauretis y Judith Butler, se cuestiona el modelo tradicional de género. La teoría queer defiende que hay muchas maneras de ser y sentirse, y que esta diversidad es positiva.
Hoy en día, el movimiento no binario es más visible, sobre todo entre la gente joven. Este movimiento dice que no todo el mundo se identifica como hombre o mujer, y que hay que reconocer identidades diversas. Algunas personas no binarias quieren usar pronombres neutros, como elle, y que su identidad se reconozca legalmente.
¿Qué dicen los datos?
La sociedad ha avanzado y ya no se consideran las opciones sexuales y de género como una enfermedad, pero todavía hay casos de LGTBI-fobia.
En Cataluña, en los primeros seis meses de 2024, se registraron 65 casos de discriminación.
Durante el año 2023, se registraron 67, sobre todo en los espacios sociales (como calles, locales y redes sociales), en los centros de salud, en las escuelas o institutos, y en el registro civil.
Las personas transexuales fueron las más afectadas.
Según el libro ¿Hay una historia de la sexualidad?,
el sexo es una parte del cuerpo humano y no cambia con el tiempo.
En cambio, la sexualidad es una manera de vivir las relaciones,
y puede cambiar según la cultura y la época.
En este marco, las siglas LGTBIQ+ tienen que ver
con una historia de discriminación y exclusión.
A finales del siglo xix, el escritor húngaro Karl-Maria Kertbeny
utilizó por primera vez
las palabras homosexual y heterosexual.
Él defendía que la homosexualidad era natural,
cuando, en aquella época, toda la sexualidad que no sirviera para tener hijos
se consideraba un vicio.
El psiquiatra alemán Richard von Krafft-Ebing
decía que la homosexualidad era un problema del cerebro
y que no era una enfermedad contagiosa.
Querían ayudar, pero estas ideas sirvieron
para clasificar y discriminar a las personas homosexuales.
Incluso la heterosexualidad se consideraba una enfermedad.
En 1901, un diccionario médico decía
que era un «deseo anormal hacia una persona del otro sexo».
En 1924, otro diccionario decía que era
una «pasión enfermiza por una persona del sexo opuesto».
A principios del siglo xx
aparecieron palabras nuevas, como transexual e intersexual,
para hablar de las personas que no encajan
en el modelo tradicional de hombre o de mujer.
El sexólogo Magnus Hirschfeld creó palabras
como travestido y transexual.
Otros científicos hablaron de personas transexuales
para referirse a las que hacen una transición de género.
Las personas intersexuales tienen características físicas
que no son claramente ni de hombre ni de mujer.
Muchas de estas personas fueron tratadas
como si estuvieran enfermas.
Hasta 1973, la sociedad y la medicina pensaban
que la homosexualidad era una enfermedad mental.
También se consideraba que las personas transexuales tenían un trastorno,
y esto no ha empezado a cambiar hasta hace poco tiempo.
Las personas intersexuales han sufrido operaciones
para intentar que su cuerpo encajara
en el modelo tradicional de hombre o de mujer.
Todo ello ha provocado discriminación y violencia, como leyes injustas,
terapias obligadas, negación de derechos (como tener una identidad
o formar una familia), agresiones, acoso y rechazo.
Los colectivos afectados han creado palabras nuevas
para explicar cómo se sienten. Así han nacido palabras como
lesbiana, gay, bisexual, transexual e intersexual.
También se ha recuperado la palabra queer,
que antes era un insulto pero ahora expresa orgullo y diversidad.
Queer quiere decir que hay muchas maneras de ser y de sentirse,
y que todas son válidas.
La teoría queer defiende la diversidad y la libertad,
y rechaza las normas que quieren que todo el mundo sea igual.
Hoy en día, el movimiento no binario es más visible, sobre todo entre los jóvenes.
Este movimiento dice que no todo el mundo se siente hombre o mujer.
Algunas personas quieren usar pronombres neutros como elle
y que su identidad sea reconocida por la ley.
¿Qué dicen los datos?
La sociedad ha avanzado en el respeto
de la diversidad sexual y de género,
pero todavía hay casos de discriminación.
En Cataluña, en los primeros 6 meses de 2024,
hubo 65 casos de discriminación.
En 2023 hubo 67.
La mayoría pasaron:
- en la calle, en locales y en las redes sociales,
- en los hospitales y centros de salud,
- en las escuelas e institutos,
- en el registro civil.
Las personas transexuales fueron las más afectadas.
Texto adaptado por la Asociación Lectura Fácil

Autora
Beatriz San Román Sobrino
Beatriz San Román Sobrino forma parte del grupo de investigación AFIN, compuesto también por los investigadores del Departamento de Psicología Social de la UAB Cristian Carrer, Marisela Montenegro y Joan Pujol.
El equipo centra su investigación en el análisis crítico de las desigualdades sociales y las formas de diversidad, especialmente en lo que se refiere a las experiencias de las personas LGTBIQ+, las relaciones de género y los procesos de inclusión y reconocimiento. Desde una perspectiva crítica y colaborativa, trabajan para entender cómo las estructuras sociales modelan las subjetividades y los vínculos y cómo pueden transformarse para favorecer sociedades más justas y diversas. Su trabajo combina la investigación académica con la implicación en espacios de divulgación y acción social.
Se puede encontrar la producción científica de Beatriz San Román en el Portal de Investigación de la UAB.
Información complementaria