Metabolismo económico y transición energética
Investigador

Jesús Ramos Martín
Catedràtic "Serra Húnter" de la Unitat d’Història Econòmica del Departament d’Economia i Història Econòmica de la UAB. És economista i doctor en ciències ambientals (economia ecològica). És investigador de l’Institut de Ciència i Tecnologia Ambientals (ICTA). En el passat ha estat degà del Centre de Prospectiva Estratègica de l’Institut d’Alts Estudis Nacionals (Equador) i rector de la Universitat Regional Amazònica Ikiam (Equador).
La seva recerca es centra en economia ecològica biofísica, l’anàlisi del metabolisme de les societats i de les llars, els sistemes energètics, i població i medi ambient.
Podeu veure la producció científica de Jesús Ramos Martín al Portal de Recerca de la Universitat Autònoma de Barcelona.
Olga V.: Esto es Vagón de la Ciencia, el proyecto de la Universidad Autónoma de Barcelona dedicado a la divulgación científica. En esta segunda edición, los protagonistas son los combustibles fósiles y en este capítulo nos centramos en la transición energética. Para ello, nos acompaña Jesús Ramos Martín. Hola, Jesús, bienvenido.
Jesús R.: Hola.
Olga V.: Jesús Ramos Martín es economista y doctor en Ciencias Ambientales. Profesor en el Departamento de Economía e Historia Económica, e historiador en el Instituto de Ciencia y Tecnología Ambientales, el ICTA-UAB. Eres experto en el análisis de los sistemas energéticos y en lo que se conoce como metabolismo socioeconómico. ¿Qué son y cuáles son los sistemas energéticos?
Jesús R.: Los sistemas energéticos son todo el conjunto de tecnologías y estructuras, pero también de regulación, que permiten extraer los recursos energéticos de la naturaleza y procesarlos para que los podamos utilizar el resto de sectores y las viviendas. Normalmente, cuando se habla de transición energética, se suele entender transición eléctrica, es decir, la gente piensa en electricidad, y se olvida de otro gran vector energético como son los combustibles fósiles, la energía térmica. La transición energética debería incluir esto, también, todos los combustibles.
Olga V.: ¿Y qué es el metabolismo socioeconómico?
Jesús R.: El metabolismo socioeconómico, en analogía a lo que sería el metabolismo de cualquier ser vivo que necesita comer para mantenerse y para vivir, es que los sistemas económicos, las economías, necesitan consumir recursos: energía y materiales, a fin de mantenerse, pero también para crecer. Emplear esta analogía nos permite ligarlo con lo que serían las posibles carencias de algún recurso que sea crucial para la economía y también ver cuáles son los impactos sobre el medio de esta extracción y procesamiento de recursos.
Olga V.: Por tanto, sí existe una relación entre este metabolismo socioeconómico y la transición energética.
Jesús R.: Sí, están unidos. El metabolismo socioeconómico implica, sobre todo en el desarrollo de las economías, más uso de recursos, tanto de energía como de materiales. Estos usos, si hay recursos de sobra, no suponen ningún problema. Pero, si tenemos algún tipo de carencia o de limitación de algún recurso específico, entonces debe analizarse cómo consumimos estos recursos. Y esto es lo que haríamos desde el metabolismo, analizar cómo utilizamos estos recursos energéticos, cómo los transformamos y cómo los consumimos.
Olga V.: ¿Entiendo que podemos preocuparnos por la posible carencia de algunos recursos?
Jesús R.: Sí, precisamente, los recursos que son más problemáticos, los combustibles fósiles, son los que probablemente acabarán produciendo algunos cuellos de botella en ciertos países, sobre todo en países desarrollados. En cuanto a recursos energéticos, pero también en cuanto a las energías renovables, las fuentes limpias de energía, podemos tener problemas con algunos materiales que se requieren para la fabricación de las tecnologías de estas tecnologías verdes.
Olga V.: En la última edición del Docs Barcelona, se estrenó el documental Agent of Happiness (Agente de la felicidad), en el que justamente los protagonistas son profesionales de la administración pública de Bután, que se dedican a recorrer el país para evaluar el grado de felicidad de la ciudadanía. Y es curioso que algunos de los elementos que se tienen en cuenta para medir la felicidad o la ausencia de felicidad de la ciudadanía son, por ejemplo, cuál es el número de gallinas o de cabras que tiene una familia. Los indicadores de calidad, a partir de este pequeño detalle, ¿podemos suponer que varían en función de la sociedad y la cultura? Porque, si aquí empezamos a contar qué familias tienen gallinas o cabras, muchos vamos a ser infelices.
Jesús R.: Sí, los indicadores cambian, lo que no cambian son las necesidades. Las necesidades de todas las sociedades son las mismas. Necesitamos vestirnos, necesitamos alimentarnos, necesitamos un alojamiento... Las necesidades son las mismas. Los satisfactores, es decir, qué usamos para satisfacer estas necesidades, es lo que es diferente. Y, por tanto, los indicadores van a ser diferentes. No solo entre distintos países, sino también dentro de un mismo país, en distintos estadios de desarrollo. Porque, en el pasado, nosotros nos servíamos de otros satisfactores. Por ejemplo, seguramente yo, en mi infancia, me pasaba toda la tarde en la calle jugando y así es como yo satisfacía la necesidad de socialización. Pero hoy en día quizás estaría jugando en internet, en línea, y estaría utilizando otro tipo de recursos para satisfacer estas necesidades.
Olga V.: Quería preguntarte si en la Unión Europea compartimos los mismos indicadores. Con lo que me acabas de decir, sin embargo, pienso que quizás compartimos indicadores macro, pero, si estos indicadores ya varían entre alguien de Girona y alguien de Esterri d'Àneu, no quiero pensar lo que varían entre alguien de los Países Bajos y nosotros.
Jesús R.: Bueno, en general sí que en la Unión Europea tenemos muy estandarizada toda la estadística y los indicadores que se usan y están más ligados al tema del desarrollo económico. Entonces, yo diría que sí, en principio sí. Existe un documento muy importante que salió el año pasado, el primer informe sobre la calidad de vida en España, que realizó la Fundación FUHEM Ecosocial y que cuenta con una recopilación de indicadores muy interesante para profundizar en este tema, y presenta, básicamente, los indicadores que se utilizan en toda Europa.
Olga V.: ¿Existe algún tipo de interacción entre los niveles de vida, el metabolismo socioeconómico y el uso de recursos naturales?
Jesús R.: Sí, sí. Además, a medida que una sociedad se va desarrollando y va avanzando, va obteniendo niveles de renta más altos, y normalmente tiende a tener consumos materiales más altos, también. Y esto se refleja en términos de salud y educación. Es decir, mejoran estos indicadores. Esto quiere decir también que resulta en un impacto mayor sobre el medio: mejorar el nivel de vida tiende a consumir más recursos y eso podría conllevar más impactos. Con un límite, hay algunos consumos a partir de los cuales ya no mejora la calidad de vida y lo que hacemos es derrochar los recursos.
Olga V.: Tú eres economista ecológico, con experiencia en el campo del desarrollo económico y también en la evolución de los sistemas económicos desde un punto de vista biofísico. ¿Cómo se conecta la biofísica con el desarrollo económico?
Jesús R.: Los economistas ecológicos, cuando empleamos el término biofísica no hablamos de la disciplina, del análisis a través de la física de los sistemas biológicos, sino que sirve para explicar cómo entendemos el funcionamiento de las economías no usando las variables monetarias tradicionales que utilizaría la ciencia económica, sino usando variables físicas como el consumo de materiales o las cantidades de contaminación. Por ejemplo, emisiones de CO2 y todo eso.
Olga V.: Habitualmente, ¿se tienen en cuenta estos indicadores? ¿O es excepcional?
Jesús R.: Habitualmente, en la teoría económica no se tienen en cuenta. Normalmente, lo que se hace es una traducción en términos de dinero: «¿Cuánto nos costaría eso?» Pero no se emplea información en términos físicos y yo creo que esa es la gran diferencia.
Olga V.: Y, si se utilizara la información en términos físicos, seguramente el resultado sería distinto, ¿no? En cuanto al grado de satisfacción o el punto donde estamos.
Jesús R.: Sobre todo en cuanto al grado de entendimiento porque, claro, nosotros entenderíamos bien cuál es el impacto que conlleva nuestro consumo, porque veríamos exactamente cuánta agua o cuánta tierra o cuánta energía se necesita para producir lo que consumimos. Entonces, sí, eso cambiaría. Y también cambiarían las políticas que se podrían llevar a cabo, y pensamos que desde la economía ecológica sería más fácil compatibilizar la actividad económica con el medio.
Olga V.: ¿Consideras que estamos lejos de este cambio de paradigma en el que la sociedad será más consciente de estos otros indicadores y que quizás presionará a los gobiernos para que funcionemos con otros parámetros?
Jesús R.: Creo que existen, al menos, dos niveles. En términos generales sí, estamos lejos todavía del cambio porque la gente ha perdido el contacto que tenía con la naturaleza, que teníamos antes. Pero, al mismo tiempo, hay más conocimiento, hay más conciencia, hay más información y hay un grupo de gente que también se informa más. Y esta gente está más articulada. Entonces, yo diría que quizás lo que hace falta es que los colectivos que están organizados utilicen más esta información que está disponible. Pero sí, todavía estamos un poco lejos.
Olga V.: ¿Qué implicaría un sistema económico sostenible?
Jesús R.: Nosotros no pensamos normalmente en sostenible como un nivel al que hay que llegar, sino como una capacidad que debe tener un sistema económico, una economía, a fin de adaptarse a los cambios continuos. Por ejemplo, ahora, con el cambio climático, estamos viviendo una serie de cambios aquí en Cataluña que implicarán que tendremos que cambiar nuestra manera de producir, de consumir... Esta capacidad de mantener la habilidad para poder adaptarse a los cambios es lo que entenderíamos como sostenibilidad.
Olga V.: ¿La sostenibilidad del sistema económico es directamente proporcional al nivel de vida de la población?
Jesús R.: No se puede entender una sociedad que pretenda ser sostenible sin que satisfaga todas las necesidades de la sociedad.
Olga V.: Y, si el desarrollo económico, el nivel de vida de la población y la sostenibilidad de los sistemas económicos están interconectados, ¿qué puede favorecer una mejora de todos estos elementos, que, al final, es lo que deseamos alcanzar?
Jesús R.: Debemos aprender que hay que adaptar nuestra producción y consumo a los umbrales y niveles que nos marca la naturaleza en cuanto a la disponibilidad de los recursos: qué tenemos y qué podemos utilizar y la contaminación que se deriva de la producción y del consumo. Esto, probablemente, significa que deberíamos reducir nuestro nivel de producción y de consumo.
Olga V.: En el Vagón de la Ciencia estamos hablando de transición energética con Jesús Ramos Martín. Hace años, desde 2015, que oímos hablar de los objetivos de desarrollo sostenible (ODS), diecisiete metas propuestas por las Naciones Unidas para alcanzar en 2030, que al principio parecía que estaba muy lejos, pero que ya tenemos muy cerca. En función del uso que hagamos de los recursos, ¿sería más fácil alcanzar alguno de los ODS? Estoy pensando en el fin de la pobreza, hambre cero, salud y bienestar, agua limpia...
Jesús R.: Sí, seguro. Hay algunos de estos objetivos que están directamente ligados a cómo hacemos uso de los recursos, a la extracción y a la contaminación derivada. Esto cambiaría según la forma de emplear los recursos, sin duda. Lo que pasa es que los ODS vienen a sustituir los anteriores objetivos del milenio y los anteriores objetivos de las Naciones Unidas en otros aspectos de niveles de vida y ambientales. Lo que quiero decir es que los objetivos son importantes para poder definir los objetivos de política económica de los países pero, seguramente, lo que hace falta es más planificación. Planificación no es una palabra que esté bien recibida en el contexto internacional actual, en el que predominan los valores más liberales y neoliberales.
Olga V.: Por tanto, esta planificación dependería de quién tiene poder de decisión político.
Jesús R.: Sí, efectivamente. Los estados y todas las administraciones tienen una capacidad enorme para poder definir cómo es la actividad económica, pero es verdad que en las últimas décadas le estamos dejando ese poder sobre todo al mercado para que se regule.
Olga V.: ¿Las tecnologías energéticas alternativas favorecen esta economía sostenible? ¿Estos nuevos parámetros son los que en realidad nos deberían interesar?
Jesús R.: Sí, sin duda. ¿Debemos hacer la transición energética? Sí. ¿Estamos avanzando en este proceso? También, sí. El problema, y eso a veces cuando algún científico lo comenta no es muy bien recibido, es que con eso no basta. Probablemente, lo que tenemos que pensar es hay que reducir nuestro consumo, al menos en las economías occidentales.
Olga V.: Por tanto, la educación, en todo eso de lo que hablamos, la economía sostenible, el medio ambiente, el desarrollo saludable..., es imprescindible.
Jesús R.: Sí, es fundamental, es clave. La educación en primaria y secundaria es importante para acercarnos de nuevo a la naturaleza, y en la universidad es muy importante porque estamos formando a la gente que va a gestionar todo esto, ya sea desde el sector privado o la administración pública o generando el conocimiento mediante la investigación. Como detalle, solo quiero mencionar que las ciencias ambientales son un área muy joven. Como carrera se crearon hace solo 32 años aquí en la Autónoma, que fue pionera en el Estado español, pero ya tenemos resultados, ya tenemos a muchos graduados que están trabajando tanto en el sector privado como en las administraciones para garantizar este cambio.
Olga V.: Confiamos en que marquen la diferencia y el cambio llegue. Jesús Ramos Martín, economista y doctor en Ciencias Ambientales de la Universidad Autónoma de Barcelona, muchas gracias por haber subido al Vagón de la Ciencia.
Jesús R.: A vosotros.
Olga V.: Y vosotros, si queréis saber más, escuchad otro capítulo.
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Grupo de investigación: Niveles de vida biológicos e indicadores de desigualdad
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