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Hablamos de racismo en la UAB

Racisme UAB
La UAB es un espacio racista. Esta es la conclusión que se puede extraer de la opinión de las 76 personas que participaron en la actividad sobre racismo en la universidad que la FAS organizó durante la Festa Major de este año, dedicada a la acogida de las personas solicitantes de asilo. 

13/12/2018

“La Autónoma acoge” es el lema que engloba todas las actividades de la Universitat Autònoma de Barcelona (UAB) de este curso, en el cual además se celebra el 50 aniversario de la universidad. La Festa Major tampoco quedó fuera ya que también giraba en torno a la misma temática. En esta celebración, además, la Fundació Autònoma Solidària realizó una actividad de reflexión.
 
¿Qué piensa el alumnado sobre el racismo en la universidad? En concreto, 76 estudiantes, de manera anónima, participaron en un espacio en el que se invitaba a reflexionar sobre las actitudes racistas que podemos tener todos. El objetivo era concienciar a la comunidad educativa que no está aislada de la sociedad y que, por tanto, reproduce comportamientos discriminatorios hacia las personas racializadas.  
 
De las 76 personas que participaron, 68 consideraron que la universidad es un espacio racista y solamente 8 que no lo es. De las 68 primeras, 31 personas consideraron que la UAB es un espacio racista pero con matices que, en general, provienen de la concepción de que el clasismo es el que provoca este tipo de comportamiento contra las personas migradas.
 
Una relación entre la clase social y la racialización se produce en el acceso al derecho a la educación. Muchos de los comentarios fueron dirigidos a las instituciones, ya que evidenciaban que estamos en una sociedad elitista y que el sistema educativo no favorece el aprendizaje de las estudiantes migrantes.
 
Algunos ejemplos de comportamientos racistas más evidentes que se expusieron en el seno de la actividad, y que podemos encontrar en nuestro día a día, son cuestionar a la persona migrada si se siente de aquí y no de su país de origen, reprocharle que lleve velo en el caso de las mujeres o dar por hecho que no saben hablar la lengua del país. Aun así, hay otras acciones que no involucran un intercambio de palabras, como puede ser cambiar de acera al ver a una persona racializada o no querer sentarse a su lado en el transporte público.
 
Uno de los comentarios que se hizo y que mejor ejemplifica cuál es el estado de la cuestión entre el alumnado es: “Yo soy racista, pero intento ser consciente de estas actitudes que me han ido inculcando e intento corregirlas poco a poco”.