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“Es legítimo que la sociedad proteja la vacunación, es una herramienta de salud pública para tener poblaciones sanas”

Entrevista a Marie Paule Kieny, doctora honoris causa per la UAB
La microbióloga Marie-Paule Kieny ha sido investida doctora honoris causa por la UAB, en reconocimiento al trabajo realizado a lo largo de su trayectoria para promover el acceso de la población más desfavorecida a medicamentos y a la salud. Ha sido una de las personas elegidas por la Universidad para investir cinco doctorados honoris causa excepcionales con motivo de su 50 aniversario.

30/10/2018

Kieny es directora de Centro Nacional para la Investigación Científica de Francia (CNRS), donde da apoyo al presidente francés de la Organización en materia de colaboración internacional. Durante casi dos décadas ha trabajado en la Organización Mundial de la Salud (OMS), donde ha desarrollado programas de investigación de vacunas en enfermedades como el ébola, la rabia y la meningitis, y de innovación en sistemas de salud.
 
Actualmente forma parte del consejo científico asesor de numerosas iniciativas y organizaciones, entre las cuales la Drugs for Neglected Diseases Initiative (MPPF), el Human Vaccine Project (HVP) y la Medicine Patente Pool Foundation (MPPF). En esta última trabaja para poder entregar vacunas y medicamentos esenciales a la población al menor precio posible.
 
¿Cómo funciona Medicine Patentes Pool?

Es un sistema para favorecer el acceso abierto a medicamentos de coste muy bajo. La idea es negociar licencias de productos innovadores, que son fabricados originalmente por las grandes compañías farmacéuticas, para favorecer la salud pública. Buscamos fabricantes en países como China, India y otros de África que están dispuestos a producir estos fármacos para ponerlos a disposición de la población a un coste mucho menor, porque serán fármacos genéricos. La idea no es intentar bajar los precios con un acuerdo, sino dar una sub-licencia a bastantes fabricantes de genéricos, de manera que la competencia entre ellos favorezca una reducción importante de su coste, aumentando así el acceso a las personas que los necesitan.
 
¿Las compañías son favorables a esta iniciativa?
 
A menudo lo son compañías con política de responsabilidad social, pero también de los mercados de interés para el MPP, que son mercados de países de ingresos medios y bajos. Para las grandes farmacéuticas no hay grandes ingresos a obtener, o muy pocos, en estos mercados. Por tanto, les ayuda, porque en vez de tener que registrar y procurar el acceso a sus productos en estos países, transmiten esta responsabilidad a la MPPF y esta da acceso a los fabricantes de genéricos. Funciona porque la parte del mercado que nos proporcionan es muy, muy bajo, comparada con lo que es normal en un mercado rentable para el sector privado.
 
¿Qué resultados están teniendo?
 
Está funcionando muy bien con fármacos para el VIH, pero estamos trabajando también en otras enfermedades, como la tuberculosis y la hepatitis C. Hemos obtenido licencias en trece antirretrovirales para el VIH y en tres fármacos para la Hepatitis C y las hemos proporcionado a fabricantes de fármacos genéricos. Hasta ahora hemos favorecido el desarrollo de 130 proyectos, porque cada uno de estos fabricantes tiene que desarrollar formulaciones y realizar las comparaciones en términos de estabilidad y características físicas con los productos originales. Los fabricantes han entregado ya más de 6.200 millones de dosis que se han utilizado para el tratamiento de más de 70 millones de pacientes. Ahora el reto es ver si este modelo funciona por otras patologías.
 
¿Cuáles serían las próximas enfermedades para trabajar con el mismo modelo?

Estamos estudiando el cáncer, por ejemplo. El precio de estos medicamentos es muy elevado. Incluso algunos de estos fármacos son difícilmente asequibles en países ricos. Pero los fabricantes todavía no han decidido cuál es su perspectiva de responsabilidad social en la cuestión. Nos hemos reunido para buscar un acercamiento y ver si están dispuestos a trabajar con la MPPF en enfermedades como el cáncer, dolencias cardiovasculares o diabetes. Estamos valorando todavía cuál es la situación más favorable que podemos hallar para ambas partes. Esperamos encontrarla, para que las grandes empresas puedan proveer licencias a la salud pública de países de ingresos medios y bajos que beneficien a un gran número de personas.
 
Usted defiende un sistema universal de salud en todos los países ¿No es una utopía?
 
No, lo que creo es que es una cuestión con la que la mayoría países no están comprometidos, aunque cuando la OMS comunica sus resoluciones en sus asambleas, todos se comprometen a proveer de un sistema de cobertura de salud universal a su población. El sistema de salud universal se tiene que contemplar como un largo recorrido. No se puede, especialmente en los países pobres, proveer todo para todo el mundo al mismo tiempo. Así, la mayoría de estos países tienen que empezar a cubrir primero a la población más desfavorecida, centrándose primero en madres e hijos, y proporcionándole atención primaria. Desde aquí se puede ir aumentando lo que se ofrece, tanto en términos de cantidad de servicios a este grupo como ampliando el número de personas a cubrir por el sistema.
 
Un sistema universal de cobertura en salud es también un desafío para los países ricos. En Europa, la mayoría lo tienen, pero el encarecimiento de los precios de los medicamentos está haciendo que cada vez sea más difícil mantenerlo. Tendrán que reformar sus servicios, para ver cómo pueden proporcionarlos al mismo tiempo que minimizan el coste.
 
¿Cómo se podría hacer la reforma de los sistemas de salud europeos?
 
Una de las aproximaciones es hacer más énfasis en la atención primaria de salud, porque estamos en sociedades en que no está predominando la prevención y la promoción de la salud. Lo que estamos haciendo es esperar a que las personas enfermen e intentar curarlas. Pero cuando miras las enfermedades que tenemos, muchas de ellas tienen que ver con el estilo de vida. Por eso tenemos que establecer políticas, por ejemplo, en el caso de la diabetes, que está aumentando en todas partes, y focalizarnos en su prevención, en la promoción de una alimentación saludable, etc. Por supuesto, tendremos fármacos para usar finalmente, pero tendríamos que evitarlos tanto como sea posible.
 
Uno de sus principales objetivos es el diseño de vacunas para países pobres y en desarrollo. ¿En qué momento estamos?
 
No hay muchas vacunas disponibles para toda una serie de enfermedades infecciosas, pero hay vacunas en la mayoría de los países de ingresos bajos, a través de apoyo público que proporciona la organización internacional Gavi. Pero lo que estamos viendo es que hay muchos grupos anti-vacunas. Así, es importante continuar desarrollando nuevas vacunas, pero también ver cómo podemos aumentar la confianza de la población en ellas. Porque al final puede ser contraproducente introducir nuevos productos mientras los viejos son rechazados. Participo ahora en un nuevo proyecto europeo sobre vacunación que apenas acaba de empezar que está buscando qué investigaciones de los proyectos en que estoy involucrada se tendrían que realizar para diseñar políticas para que este grupo de población vuelva a entender la importancia de la prevención y esté dispuesto a vacunarse.
 
Aquí en España una jueza ha emitido una sentencia favorable a un municipio que se ha negado a admitir un niño sin vacunar en una guardería pública...
 
Las vacunas que están incluidas en programas de vacunación infantil son todas efectivas, seguras y no solo protegen a los niños, sino a toda la población. La vacunación es una herramienta de salud pública para tener sociedades sanas, así que creo que es legítimo que la sociedad se proteja y obligue que todos los niños, si no hay contraindicación médica, sean vacunados, para proteger a los que no pueden ser vacunados. En Francia desde principios de los años 80 hay once vacunas que son obligatorias. Antes de la ley hubo, y todavía  continúan existiendo, grupos en contra, pero no los he escuchado mucho desde que la ley se aprobó. Antes teníamos vacunas obligatorias y otras recomendadas, y la población no entendía el porqué de esta diferencia. En esencia, es mejor tener una obligatoriedad, así la política de vacunación es clara.
 
¿Le parece bien entonces la resolución judicial?
 
Cada país tiene que decidir qué es lo que quiere, y esto es parte de un proceso democrático. No tengo una respuesta positiva o negativa. Pero si la cobertura de vacunación realmente va por debajo del umbral de lo que se considera necesario, como lo que hemos visto en Suiza con el sarampión, o si las vidas de decenas de niños son puestas en riesgo, porque hay muchos padres no los quieren vacunar, entonces necesitamos hacer algo. Está claro que no puedes forzar a los padres a vacunar sus hijos, pero se puede tener una ley que diga que si no están vacunados no pueden ir a una escuela pública. Hay un montón de discusión también sobre la vacunación contra la gripe, por ejemplo. ¿Tiene que ser obligatoria para los profesionales de la salud? En algunos países lo es y en otros no. En el hospital de Ginebra, por ejemplo, si estos profesionales no están vacunados están obligados a llevar una mascarilla toda la jornada laboral durante la temporada de gripe.
 
¿Cuáles son las enfermedades infecciosas que hay que abordar de manera más urgente?

Hay tres enfermedades pandémicas que son todavía amenazas muy importantes en todo el mundo: VIH, tuberculosis y malaria. A pesar de que ha habido progresos, principalmente en VIH, donde actualmente el 60% de las personas que necesitan tratamiento están siendo tratadas. También está habiendo avances en tuberculosis, pero en malaria mucho menos, hubo una disminución de la dolencia, pero ahora está volviendo.
 
Si hablamos de enfermedades epidémicas, en la OMS establecimos una lista basada en la evidencia, que se actualiza anualmente, investigando el potencial epidémico, la mortalidad y vías de transmisión, con las principales patologías. Entre estas están el ébola, la fiebre de Lasa o el Síndrome Agudo Respiratorio Severo (SARS). A partir de la lista se diseñan planes de investigación para trabajar y desarrollar, antes de que se produzca una epidemia, el diagnóstico, los fármacos y las vacunas que serán necesarias.
 
Creo que es necesario que seamos muy cuidadosos, porque con el cambio climático global y el contacto estrecho que muchas veces se da entre animales salvajes y personas, la amenaza de la emergencia de un nuevo patógeno que pase de la fauna a los humanos está siendo cada vez más importante.