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10/2009

La autoridad jurídica de la psicología

Psicologia per juristes

La necesidad de infalibilidad en las resoluciones judiciales llevó a los psicólogos de principios de siglo XX a desarrollar una metodología científica para analizar las reacciones de los acusados y testimonios con el fin de garantizar su veracidad testimonial. Así, en general, el valor de los testimonios era cuestionado; los psicólogos aportarían nuevas pruebas  para mostrar la falta de exactitud y fiabilidad de los testimonios humanos. Aunque algunas de las propuestas metodológicas desarrolladas en el marco de la nueva psicología criminal tuvieron éxito y otras no, al menos contribuyeron a una nueva manera de trabajo jurídico, más experimental y científico.

¿Puede ser útil la psicología científica para el trabajo profesional en el ámbito jurídico? A principios del siglo veinte algunos psicólogos alemanes pensaban que sí y para demostrarlo dieron clases y escribieron manuales para juristas.

El primero en publicar un libro de texto de este tipo fue Otto Lipmann quien, en 1908, presentaba la psicología como ciencia experimental de la vida mental. Explica que los psicólogos modernos, haciendo uso del método experimental, desarrollan técnicas que pueden ser útiles para el diagnóstico de la implicación de un acusado en un crimen. Un método que originalmente había sido propuesto por Wetheimer y Klein y que en alemán recibió el nombre de Tatbestandsdiagnostik (diagnóstico de hechos), consiste en el registro preciso de las respuestas y el tiempo de reacción del acusado quan éste está escuchando una serie de palabras o ve unas determinadas imágenes. Entre palabras e imágenes neutrales se intercalan algunas que tienen que ver con el crimen.

Como examinadores de las capacidades psíquicas, los psicólogos eran muy consciente de los errores y defectos de la maquinaria mental humana. A lo largo del siglo diecinueve todavía era muy común basar la fiabilidad de un testigo en el estatus social de la persona que lo emitía. De esta manera se creía que el testimonio de un jefe de policía o de un obispo eran totalmente fiables. Con el descubrimiento del fenómeno de la sugestión hacia finales de siglo, justamente se empezaban a poner en duda los testimonios bien intencionados de personas mentalmente sanas, maduras y educadas, una tendencia que poco a poco se fue extendiendo a personas con un alto estatus social. Los psicólogos aún reunirían más datos para poner en duda la capacidad del ser humano de aportar testimonios fidedignos y exactos.

Según Karl Marbe, incluso la convergencia de testimonios no constituye ninguna garantía de su veracidad. Lo argumenta refiriéndose al hecho que para los que vivimos en una misma cultura, "bajo condiciones similares, la uniformidad de procesos mentales es mucho más grande de los que se espera". En el caso de ofrecer sus testimonios, la gente ouede cometer incluso errores compartidos y, por tanto, el hecho de que los testimonios coincidan per se no es ninguna garantía de que sean fieles a la realidad.

A partir de las primeras experiencias como expertos en juicios, los psicólogos hicieron una aportación muy valiosa para ayudar en la fase de recogida de información. había muchos casos en que diversas personas, como el director de la escuela, el cura, los padres y los policías habían interrogado a los niños de manera descoordinada y poco profesional, llevando a los niños a la emisión de múltiples testimonios contradictorios, confusos y poco fiables. A menudo ni siquiera constaban las preguntas que se les había hecho a los testigos, ni un registro exacto de las palabras dichas. Por tanto Otto Lipmann, por ejemplo, propone con urgencia tener en cuenta cosas como que:

a) los testimonios espontáneos son siempre mejores que las interrogaciones y

b) en caso de que el testimonio se basara en un interrogatorio es esencial registrar exactamente las preguntas planteadas.

No obstante, otras propuestas no tuvieron tanto éxito. Ilusionado por encontrar utilidades a los métodos psicológicos en el campo jurídico, Karl Marbe propuso la introducción del examen de inteligencia para conocer la madurez intelectual para apreciar el grado de consciencia y el sentido de la responsabilidad del acusado. Pero esta medida, que comportaría un peso mucho más relevante para los psciólogos en el contesto penal, fue en seguida rechazada por juristas.

Llegamos aquí a una pregunta clave: ¿cómo reaccionaron los expertos jurídicos ante estos intentos para mostrar la utilidad de la psicología en la jurisprudencia? En Alemania encontramos que, a lo largo de las primeras décadas del siglo veinte, muchos criminalistas mostraban un gran interés y apreciación por la psicología, pero si ampliamos las miras a nivel geográfico encontramos opiniones muy divididas en toda Europa.

Una de las aportaciones claves a la que se refieren los que defienden la utilidad de la psicología fue el informe realizado por Marbe como psicólogo experto en un caso de homicisio por imprudencia en un accidente de tren muy aparatoso en el 1913. Su informe basado en unos experimentos realizados con una locomotora real y con personal ferroviario resultó tan convincente que influyó notablemente en el juicio final. Algún juez pensó que este tipo de trabajo científico hecho en el campo de la psicología podría mostrar una nueva manera más empírica y objetiva y, después de todo más moderna, de trabajar en el campo jurídico que el antiguo enfoque dogmático.

Annette Mülberger
 
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