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07/2013

Condiciones climáticas en el Mediterráneo occidental durante el último milenio

Dos estudios recientes llevados a cabo por un grupo de investigadores del Centro de Investigación de Biodiversidad y Clima (BiK-F), del CSIC, de la Universidad de Granada, de la Universitat Autònoma de Barcelona y del Instituto Real de Holanda para la Investigación Marina (NIOZ), han aportado evidencias adicionales acerca de la variabilidad climática en la región más occidental del Mediterráneo durante el último milenio hasta el presente. Los sedimentos marinos analizados a muy alta resolución han permitido identificar una alternancia de periodos cálidos/fríos y áridos/húmedos a escalas centenales, en respuesta a variaciones en la irradiación solar y a la fuerza relativa y dirección de los vientos del oeste que transportan humedad a Europa desde el océano Atlántico (Oscilación del Atlántico Norte, NAO).

En la actualidad, el calentamiento global es una de las mayores amenazas a las que se enfrenta la humanidad, circunstancia respaldada por una cantidad abrumadora de evidencias científicas: el 2012 fue el noveno año más cálido desde que en 1880 comenzaron a registrarse las temperaturas; la capa de hielo de Groenlandia se fundió a una velocidad sin precedentes durante julio de 2012; en mayo de 2013 las concentraciones medias diarias de CO2 atmosférico alcanzaron el umbral de los 400 ppm en Mauna Loa por primera vez en los últimos 3 millones de años. En este contexto climático resulta pues esencial estudiar y conocer la variabilidad climática del pasado para mejorar nuestra comprensión del cambio climático presente, predecir las futuras respuestas de nuestro planeta y modelar sus posibles escenarios climáticos.

Con estos objetivos, se han definido como puntos de referencia dos periodos de tiempo de entre los últimos mil años caracterizados por cambios climáticos significativos atribuibles al forzamiento climático natural y, hasta cierto punto, la actividad humana: la denominada Anomalía Climática Medieval, un periodo cálido acaecido en el Hemisferio Norte durante varias centurias (800-1300 dC), con sequías prolongadas en Norteamérica y en la región del Mediterráneo, y que se considera un análogo reciente “natural” del actual calentamiento global debido al efecto invernadero. Y la denominada Pequeña Edad de Hielo (1300-1850 dC), caracterizada por condiciones frías, en la que se alcanzaron las temperaturas más bajas y las mayores extensiones de hielo continental y oceánico desde la última era glacial.

Para identificar estas variaciones climáticas se han estudiado registros de sedimento marino procedentes de la cuenca de Alborán en el  mar Mediterráneo, localización que resulta de alto interés científico por sus excepcionales características geográficas, morfológicas, históricas y climáticas, que hacen que esta región sea especialmente sensible al forzamiento climático y antrópico. Estos registros marinos han permitido realizar una exhaustiva reconstrucción de la respuesta del clima durante el último milenio. Los resultados obtenidos proceden de la combinación de distintos análisis, a saber: moléculas orgánicas (biomarcadores), composición química y mineralógica del sedimento y análisis sedimentológicos.

En particular, el registro de biomarcadores ha revelado un descenso gradual de la temperatura superficial del agua del mar en torno a 1.5-2ºC para el periodo que media entre la Anomalía Climática Medieval y la Pequeña Edad de Hielo. Un descenso rápidamente recuperado durante la segunda mitad del siglo XX, cuando las temperaturas se incrementaron en torno a 0.5-1.8ºC.

El registro inorgánico ha permitido caracterizar la Anomalía Climática Medieval y la segunda mitad del siglo XX como periodos mayormente áridos, predominando, por contra, las condiciones húmedas durante la Pequeña Edad de Hielo y la Era Industrial. Estas fluctuaciones a escala centenal fueron promovidas por variaciones en la irradiación solar (más intensa durante tiempos medievales y menos durante la Pequeña Edad de Hielo) y la modulación de la NAO en la región Mediterránea.

La NAO alterna entre una fase positiva, caracterizada por vientos más intensos del oeste, que transportan las tormentas hacia el norte de Europa, de lo que resultan inviernos áridos en la región Mediterránea y del norte de África durante la Anomalía Climática Medieval, y una fase negativa asociada a condiciones opuestas durante la Pequeña Edad de Hielo. Del mismo modo, se ha evidenciado cierta contribución antrópica en esta región debido a un incremento sin precedentes de las temperaturas durante la segunda mitad del siglo XX.

Vanesa Nieto-Moreno.
Biodiversity and Climate Research Centre (Frankfurt am Main, Germany), BiK-F.

Referencias

Climate conditions in the westernmost Mediterranean over the last two millennia: an integrated biomarker approach. V. Nieto-Moreno, F. Martínez-Ruiz, V. Willmott, J. García-Orellana, P. Masqué, and J.S. Sinninghe Damsté. Organic Geochemistry, 55:1-10, 2013. doi:10.1016/j.orggeochem.2012.11.001.

Climate imprints during the Medieval Climate Anomaly and the Little Ice Age in marine records from the Alboran Sea basin. V. Nieto-Moreno, F. Martínez-Ruiz, S. Giralt, D. Gallego-Torres, J. García-Orellana, P. Masqué, and M. Ortega-Huertas. The Holocene, 2013 (en prensa). doi:10.1177/0959683613484613.

 
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