¿Qué se hace con la ropa que tiramos?
Investigadora

Gemma Morell
Doctorant en Ciència i Tecnologia Ambientals a l’Institut de Ciència i Tecnologia Ambientals (ICTA-UAB). Forma part del grup de recerca Sostenipra, centrat en el camp de l’ecologia industrial. Investiga sobre la gestió del residu tèxtil, en concret, quantificant els impactes i riscos socioambientals associats a la valorització del tèxtil usat.
És graduada en Enginyeria de Disseny Industrial per Elisava Facultat de Disseny i Enginyeria de Barcelona, i té un Màster en Estudis Interdisciplinaris en Sostenibilitat Ambiental, Econòmica i Social per la Universitat Autònoma de Barcelona (UAB). Ha estat guardonada nacional i internacionalment pel seu projecte ‘Photodermis’, una vestimenta biodegradable que genera energia renovable; i ha desenvolupat altres productes i materials a partir de residu tèxtil. Ha treballat com a consultora experta en ecodisseny i anàlisi de cicle de vida per a l’empresa privada.
Actualment combina l’activitat investigadora amb la docència. És professora titular al Màster de Disseny Sostenible de Shifta Escola Online de Creadors Digital, i professora externa de grau i màster a Elisava Facultat de Disseny i Enginyeria de Barcelona. També forma part de la junta de l’ADI-FAD Associació de Disseny Industrial.
Podeu veure la producció científica de Gemma Morell al Portal de Recerca de la UAB.
Olga V.: Esto es Vagón de la Ciencia, el proyecto de la Universidad Autónoma de Barcelona dedicado a la divulgación científica. En esta segunda edición, los protagonistas son los combustibles fósiles y en este capítulo descubriremos qué uso se le da a la ropa que tiramos. Para ello, nos acompaña Gemma Morell Delgado. Hola, Gemma, bienvenida.
Gemma M.: Hola.
Olga V.: Gemma es doctoranda en Ciencia y Tecnología Ambientales en el ICTA-UAB. Sabemos que la energía no se crea ni se destruye, se transforma, pero ¿qué pasa con la ropa que se genera?
Gemma M.: En general, la ropa se genera o se produce a escala masiva; por tanto, también se consume masivamente. De hecho, es lo que se conoce como fast fashion. El problema es que también acaba como un residuo que se genera de forma masiva.
Olga V.: Según la Agencia Europea del Medio Ambiente, las compras de textiles en la Unión Europea en 2020 generaron unos 270 kg de emisiones de CO2 por persona. Eso supone unas emisiones de gases de efecto invernadero de unos 121 millones de toneladas. ¿Crees que la ciudadanía, en general, somos lo suficientemente conscientes de todo lo que pasa cuando se produce textil? Tal vez no pensamos en ello.
Gemma M.: Pienso que no. Creo que sí existen ciertas problemáticas de las que la ciudadanía es consciente. Creo que sí somos conscientes de que existe esta dinámica del fast fashion, que consumimos mucho, que se produce mucho, que muchas veces se produce de un modo nada ético. Creo que de eso sí se habla y que la ciudadanía es consciente de ello, pero sí existen muchísimas otras problemáticas asociadas que no son tan populares, por decirlo de alguna manera. Y una que, en este caso, yo me dedico a investigar es la gestión de residuos. Creo que no somos lo suficientemente conscientes de que todo lo que consumimos termina tirado en algún lugar y se deberá gestionar. Hay muchas personas o partes implicadas en ver cómo va a ser esta gestión, pero creo que no somos conscientes de que todo lo que tiramos en una papelera luego va a acabar en algún lugar.
Olga V.: Tú eres ingeniera en diseño industrial, has cursado el máster en Estudios Interdisciplinarios en Sostenibilidad Ambiental Económica y Social por la UAB. ¿Qué hizo que reorientaras tu carrera hacia temas de consumo y reciclaje, hacia esa gestión de residuos que comentabas?
Gemma M.: Pues diría que en realidad no fue algo que fuera evidentísimo, ¿sabes? A veces hay quien dice: «Era evidente, toda la vida lo había tenido claro». Pues creo que este no ha sido mi caso. Yo empecé a estudiar Ingeniería en Diseño Industrial y sí que me encontré teniendo ciertos debates o en contextos controvertidos en los que pensaba «Debo diseñar productos que en principio resolverán necesidades, problemas, etc.», pero a veces también me encontraba que simplemente tenía que diseñar un producto para dar respuesta a un deseo de las personas. Ahí empecé a mostrarme crítica: «No, yo quiero que todo lo que haga sea para solucionar un problema real». Tuve profesores que para mí fueron grandes referentes en temas de economía circular y ecodiseño, y me interesé mucho por estas cuestiones, que realmente pienso que, al final, deberían formar parte del diseño como tal. El diseño por definición tendría que ser social y sostenible.
Olga V.: En tu doctorado estás investigando sobre la gestión del residuo textil. ¿Cuáles son los impactos y riesgos asociados al textil que hemos utilizado?
Gemma M.: Pues, básicamente, los impactos ambientales vienen dados cuando estamos generando todo este residuo y no lo podemos reutilizar o reciclar. El textil requiere unos recursos que extraemos de la tierra que, cuando nosotros los tiramos, nunca más se podrán volver a usar. Por tanto, se produce una extracción de materiales constante y un uso de recursos como, por ejemplo, combustibles fósiles necesarios para la producción del textil, etc., que no se podrán volver a utilizar. Por otro lado, también está el residuo textil como tal, que acaba incinerado o en vertederos (que en realidad es gran parte del residuo textil). Esta gestión emite unas emisiones al aire. También tiene impacto en los ecosistemas terrestres e impacto en los ecosistemas marinos, y todo ello también se traduce en un impacto en la salud humana.
Olga V.: Si no es posible la reutilización, ¿qué es lo mejor? ¿Qué podríamos hacer? ¿Contenedor naranja?
Gemma M.: Sí, el contenedor naranja es la solución correcta para la gestión textil. Y ya es en la gestión del contenedor naranja —ahora quizás podemos entrar más en detalle al respecto— cuando las personas que están gestionando estos contenedores, que gestionan los residuos, ya decidirán si este residuo se puede reutilizar. Si no se puede reutilizar, se tratará de reciclar y, si no, la última opción sería la de incinerarlo o que terminara en un vertedero. No obstante, esta opción debería ser solo para una porción mínima.
Olga V.: Esta es la peor.
Gemma M.: Sí, es la peor claramente.
Olga V.: ¿Y qué papel puede jugar el ecodiseño en la reducción del impacto ambiental?
Gemma M.: Pues el ecodiseño tiene un gran impacto, por ejemplo, al hacer que la ropa sea el máximo de duradera. La ropa cada vez es de menos calidad y eso hace que estemos convirtiendo esta industria casi en una industria de usar y tirar. Esto genera grandes impactos ambientales, porque provoca que cada vez tengamos que producir más ropa. La usamos menos tiempo. El poder usar la ropa durante mucho más tiempo básicamente se puede dar por el hecho de que la ropa sea de más calidad y eso puede tener un impacto ambiental positivo. En este caso, el ecodiseño podría intentar crear ropa de más calidad. Diseñarla de un solo material en lugar de con varios materiales también puede ayudar a que luego la ropa se pueda reciclar con más facilidad. Existen muchísimas estrategias que pueden impactar positivamente en el medio ambiente. Estas serían algunos ejemplos.
Olga V.: Y, en nuestro país, ¿existe alguna normativa que exija el ecodiseño o la previsión de que acabe existiendo?
Gemma M.: Sí, te diría que en nuestro país, como tal, no. La mayoría de estas normativas vienen dadas por Europa. Justo ahora ha entrado en vigor una normativa europea que es un reglamento para el ecodiseño de productos y, dentro de esta normativa, el textil será uno de los productos de los que se hablará de ecodiseñar. El tema es que se deberá generar otro documento que detalle cómo deberá ser este ecodiseño para el textil en concreto. El textil es uno de los productos que ahora mismo se sabe que es más crítico y, por tanto, de estos documentos que se generarán para ecodiseñar varios productos, el del textil será de los primeros. Se espera que se publique hacia el primer cuatrimestre de 2026 y que entre en vigor hacia el primer o el segundo cuatrimestre de 2028, ya que hay dieciocho meses para que se aplique.
Olga V.: Entonces, como ciudadanos, ¿qué es lo mejor que podemos hacer? ¿Reducir el consumo?
Gemma M.: 100 %. Muchas veces hablo de residuos porque al final es sobre lo que yo investigo, pero todo, siempre, pasa por producir y consumir menos. Para mí, esa es la clave.
Olga V.: ¿Y cómo sería el ciclo de vida de un textil que haya sido ecodiseñado?
Gemma M.: Pues depende mucho de las estrategias de ecodiseño. Por ejemplo, una camiseta podría haberse hecho con material reciclado de la misma industria textil. Estaría muy bien que el tejido en sí, no solo la camiseta, sino el tejido en sí, se hubiera tejido localmente o cerca. No hace falta que todo se teja en países como Pakistán, por ejemplo, donde existe una gran industria. Se podría haber producido con energías renovables. El transporte claramente sería menor, porque el tejido y la confección de la camiseta se habría realizado aquí. Podríamos hablar de una camiseta con una vida útil muy larga; por tanto, la persona consumidora la podría consumir durante muchos años. Después, si esta camiseta tuviera algún problema, tal vez se podría reparar. Hay marcas que te dan la opción de que, si el cuello tiene algún desperfecto, pueden cambiarlo. La camiseta sigue estando bien, no tiramos toda la camiseta, le cambiamos el cuello. Después esta camiseta quizás tú ya no la quieras y se la puedes dar a alguien que conozcas y, si llega a su final de vida y tienes clarísimo que te quieres deshacer de la camiseta o que es necesario hacerlo, la tiras al contenedor naranja o la llevas al punto verde, donde también están estos contenedores, pero nunca debe tirarse al contenedor gris.
Olga V.: El sector textil europeo es la cuarta industria con un impacto más negativo sobre el medio ambiente. ¿Qué relación existe entre el textil, los combustibles fósiles y el medio ambiente?
Gemma M.: Bien, la relación es directa. Me atrevería a decir que, hoy en día, gran parte de los productos está relacionada con los combustibles fósiles. En cuanto a los combustibles, diría que tenemos toda la parte productiva del textil. Todos los procesos productivos que hay detrás de tener una camiseta en nuestra casa, todos estos procesos, están basados en combustibles fósiles, porque la energía que se emplea es fósil. Quizás hay una parte que es renovable, pero la energía es fósil. Después, todo el transporte que se necesita, todo este transporte, también está basado en combustibles fósiles. Y, luego, no hablando ya de combustibles fósiles sino de recursos fósiles, nos encontramos con que la mayoría del textil que se produce hoy es sintético y todo el material sintético requiere una extracción de recursos fósiles.
Olga V.: La producción de fibras sintéticas destinadas a la industria textil supone el 1,35 % del consumo mundial de petróleo. Inditex, por ejemplo, es uno de los gigantes textiles que registra un mayor uso de sintéticos. Los ciudadanos ¿cómo podemos saber si las empresas textiles son el máximo de responsables en la producción o si todas las declaraciones de buenas intenciones que hacen no son más que un greenwashing, un lavado de imagen?
Gemma M.: Creo que esta pregunta es muy complicada y te la voy a responder como consumidora, una consumidora con cierta base de conocimientos. Hay cosas que no las veo nunca claras y creo que es muy complicado. Tenemos muchas empresas que realizan muchos green claims, es decir, nos lanzan muchos mensajes sobre sostenibilidad... Yo pediría que seamos críticos con estos mensajes, que nos los planteemos. Entiendo que es complicado como consumidores. Ahora, en principio, entrarán en vigor, o ya se está trabajando en ello, normativas que no permitirán realizar estos green claims porque sí. Yo diría que siempre tenemos que ser conscientes, plantearnos qué consumo hacemos, intentar reducirlo. Solo consumiendo lo que realmente necesitamos ya mejoramos bastante la situación. También debemos plantearnos comprar de segunda mano, por ejemplo. Así ya nos alejaríamos de esta industria que existe detrás, que no acabamos de saber cómo funciona.
Olga V.: ¿La economía circular como modelo de producción y consumo también se puede aplicar al textil? ¿Qué supondría?
Gemma M.: De hecho, todo lo que es la reparación, la reutilización o el reciclaje son estrategias de economía circular que se aplican y espero que se apliquen mucho más en el textil. La reparación sería que, cuando tengo un agujero en la camiseta, la coso o la llevo a algún lugar donde la puedan coser. La reutilización sería, por ejemplo, tirar la camiseta al contenedor naranja y que esta, si todavía está en buen estado, se pueda vender en una tienda de segunda mano. Y el reciclaje sería cuando también llevo esta camiseta al contenedor naranja, pero por la razón que sea se considera que ya no se puede vender en una tienda de segunda mano y lo que se hace es triturarla para hacer hilo reciclado nuevo, que servirá para confeccionar una nueva camiseta. Todo esto son casos de economía circular aplicados a la industria textil.
Olga V.: Y, a estas alturas, los particulares ¿cómo podemos saber, si es que se puede, si el textil que compramos es lo suficientemente responsable medioambientalmente?
Gemma M.: Diría que hoy todavía no se puede saber. Se quiere intentar que exista un pasaporte para todas las prendas que compramos, un pasaporte digital del que podremos extraer información y trazar el camino que ha seguido esta camiseta hasta la tienda donde la compramos. Pero ahora esto todavía se está desarrollando y me muestro escéptica de hasta qué punto seremos capaces de trazarlo todo y de saber todo lo que hay detrás. También diría que miremos la etiqueta, dónde está hecho. Pero a veces en la etiqueta pone «Made in italy» o «Made in Spain» y eso no significa que toda la camiseta se haya hecho aquí. De hecho, hay una normativa que te permite poner el último lugar donde ha habido un proceso productivo como «made in». Tal vez la camiseta se ha confeccionado aquí, pero probablemente el tejido se ha realizado en Pakistán.
Olga V.: Entonces parece que tendremos que reducir el consumo, que es lo mejor que podemos hacer.
Gemma M.: Yo es la recomendación que siempre daría.
Olga V.: Gemma Morell Delgado, investigadora del ICTA-UAB, muchísimas gracias por haber subido al Vagón de la Ciencia.
Gemma M.: Gracias a vosotros.
Olga V.: Y vosotros, si queréis saber más, escuchad otro capítulo.
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