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Las imágenes de satélite muestran cómo han cambiado los bosques de la Península Ibérica en 25 años

Imatge satèl·lit Miramon
Un estudio constata que el aumento de los episodios de sequía y la falta de agua han favorecido especies mediterráneas como la encina, la coscoja o el roble pubescente. Las coníferas van perdiendo terreno por estar menos adaptadas a las sequías. Las tendencias de cambio corresponden al periodo de 1987 a 2012.

18/12/2017

Las especies y el tipo de comunidades vegetales cambian respondiendo tanto a las características físicas del terreno, como factores climáticos o humanos. Un estudio realizado por investigadores de la UAB y el CREAF, publicado en Forest Ecology and Management, muestra la dinámica y cómo ha cambiado la vegetación de tres grandes regiones de la Península Ibérica entre 1987 y 2012. El artículo constata que, "tras el abandono de muchas zonas rurales y el cambio de uso de la tierra, la sequía y las variables topográficas que condicionan la disponibilidad de agua en el suelo —como la altitud, la pendiente, la humedad del suelo y la radiación solar— juegan un papel muy importante en los cambios de los bosques en los últimos años", explica el autor principal del estudio, el investigador de la UAB Juan José Vidal Macua. El artículo destaca la disminución de las coníferas (especialmente pinos) y la expansión de los planifolios mediterráneos —árboles de hoja plana y ancha, como encinas y robles—, los cuales podrían convertirse en dominantes en muchas áreas del Mediterráneo si continúa la tendencia climática de aumento de temperaturas y menor disponibilidad de agua.

El uso de la teledetección y la estadística en los modelos de cambio global

"Identificar las tendencias a nivel regional y global y los efectos del cambio climático sobre la vegetación requiere manejar grandes cantidades de datos. Hasta ahora, el uso de fotografías aéreas ha permitido avances importantes, pero la teledetección con satélite es la mejor herramienta para identificar tendencias en la dinámica de la vegetación a gran escala temporal y espacial ", explica Xavier Pons, catedrático de Geografía de la UAB, investigador del CREAF y director del estudio. La investigación se enmarca dentro del proyecto ACAPI, que está estudiando la dinámica de las cubiertas de los suelo y del clima en la Península Ibérica en los últimos 45-65 años.

Para ver cómo han sido las tendencias de cambio en los bosques de la península, el estudio ha analizado tres regiones ibéricas. Se ha usado imágenes del satélite Landsat, una base de datos de sequía de la Península Ibérica (calculada gracias a los modelos climáticos del profesor de la UAB Miquel Ninyerola), un número elevado de otras variables ambientales y estadística computacional. Dos zonas son del noreste peninsular: una incluye buena parte de Cataluña y la otra de Aragón, con una ligera superposición (dado que coinciden con escenas de la órbita del satélite), y ambas llegan hasta los Pirineos. La tercera, situada en Andalucía, incluye Sierra Nevada y buena parte del sistema Penibético.

Reducción de las coníferas a favor de los planifolios

A las coníferas en general les afectan mucho las sequías largas, y es por este motivo que especies como el pino rojo, mejor adaptado a latitudes frías del norte de Europa, han ido quedando relegadas a zonas húmedas y en cotas altas de las montañas. Esto ha favorecido ciertos planifolios (árboles de hoja plana y ancha) como la encina, la coscoja y el roble pubescente. De hecho, los resultados muestran que bajo condiciones de sequía, los bosques mixtos de planifolios y coníferas es más fácil que pasen a ser de sólo planifolios con el tiempo. Sin embargo, en zonas con pocos episodios de sequía, algunas coníferas siguen dinámicas activas, especialmente el pino carrasco, que es capaz de competir con la encina en las cotas mediterráneas más bajas.

Al norte, en las zonas de Catalunya y Aragón, la encina y la coscoja se han visto favorecidas en aquellas zonas más afectadas por la sequía. Esto ha ocurrido tanto en bosques maduros como en matorrales, gracias a que estos planifolios perennes están más adaptados a la limitación de agua. En zonas de baja radiación solar en Cataluña, las sequías han favorecido una frondosa caduca como el roble pubescente en paisajes que comparte con el pino albar, menos adaptado al déficit hídrico.

Sin embargo, en general las transiciones a bosques caducifolios necesitan disponibilidad de agua y humedad en el suelo, por lo que suelen ser más frecuentes en el norte de la Península, y de forma más testimonial en el sur, donde el clima es más cálido y seco. Caducifolios como robles y hayas dominan la transición a partir de los 1000 m en las montañas, especialmente en las laderas norte, donde hay más humedad. En Aragón, la zona del río Cinca ha tenido una transición importante de coníferas hacia caducifolios, dado que este río ofrece unos suelos mucho más adecuados para los árboles de hoja caduca.

Hay que tener en cuenta que "la gestión histórica del territorio, el abandono de la tierra y la sustitución de leña por combustibles fósiles como fuente de energía también han contribuido a la expansión de los planifolios", explica Cristina Domingo, una de las autoras del estudio e investigadora de la UAB y del CREAF. Y alerta: "que los bosques cambien y las especies más resistentes a la sequía terminen dominando las comunidades forestales podría alterar el ritmo de captura de carbono y el régimen de incendios en el Mediterráneo".
 
Artículo de referencia:
Vidal-Macua J.J., Ninyerola M., Zabala A., Domingo-Marimon C., Pons X. (2017). Factors affecting forest dynamics in the Iberian Peninsula from 1987 to 2012. The role of topography and drought. Forest Ecology and Management, 406: pp 290-306. DOI: 10.1016/j.foreco.2017.10.011