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¿Quieres hacer un voluntariado? AIESEC te puede ayudar

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El próximo miércoles 4 de mayo a las 13:00 h AIESEC organiza una infosesión para presentar sus proyectos de voluntariado internacional. Sólo hace falta tener entre 18 y 30 años y muchas ganas de aprender.

26/04/2016

¿Aún no conoces AIESEC? Sus siglas significan Association Internationale des Étudiants en Sciences Économiques et Commerciales y es una organización internacional sin ánimo de lucro. Su actividad estrella son los voluntariados, que se pueden realizar por todo el mundo, entre 6 y 12 semanas. Estos voluntariados están relacionados con las carencias de los países de destino, pero los más comunes son los educativos o los de medio ambiente. El único requisito es tener entre 18 y 30 años y muchas ganas de aprender. Si quieres saber exactamente qué hace AIESEC y cómo son estos voluntariados, puedes acercarte a la Sala de Actos del Edificio l’Àgora el próximo miércoles 4 de mayo a las 13:00 h, donde tendrá lugar una infosesión, además de una Feria Cultural con estantes de diferentes países.

Hemos podido hablar con algunas personas que han hecho un voluntariado y a todos les gustaría repetir la experiencia. Helena, Miquel, Victor y Alejandra nos cuenta cómo fue su experiencia.

Helena Mallart, 21 años

Conocí AIESEC el 23 de abril de hace dos años. Estaba buscando un voluntariado cuando en los estantes de Sant Jordi de la Plaza Cívica vi el de AIESEC. Me apunté y contactaron conmigo en seguida. El procedimiento es sencillo: tienes que registrarte en la web, solicitas los proyectos que te interesan y pasas una entrevista, tanto con AIESEC como con el Comité del lugar donde quieres ir. Después de esto, empieza la aventura.
Al principio no quería salir de mi zona de confort y solicité un proyecto en Polonia. No me aceptaron, pero un proyecto de Eskishehir, en Turquía, también me llamó la atención y ellos también se habían fijado en mí, o sea que lo intenté. Realmente, que Polonia no me aceptase fue lo mejor que me podía haber pasado. Cuando llegué a Estambul todo era muy diferente. Éramos 30 voluntarios de diferentes países: Pakistán, China, Rusia, Egipto, Túnez...
El proyecto consistía en dar clases de inglés a niños de entre 14 y 18 años, tanto orales como escritas, y a perder el miedo a hablar en público en este idioma. El lugar era una escuela a la que íbamos cada día. El horario de trabajo era de las 9 h hasta las 5 h de la tarde, y después nos reuníamos voluntarios y alumnos y hacíamos actividades y teníamos tiempo libre. En cuanto al alojamiento, que está incluido en el programa de voluntariado, en principio estábamos en una casa con más voluntarios y después fui a una host family con un chico turco encantador que intentaba que mi estancia fuera lo mejor posible.
A mí me cambió la vida. Un año después fui a hacer un voluntariado cultural en Argelia, para promocionar el país turísticamente. Lo que más me llamó la atención fue la amabilidad de la gente. Además, coincidió que era el Ramadán y lo hice porque quería integrarme completamente. Fue muy duro pero muy reconfortante. El Ramadán no es sólo el hecho de dejar de beber y comer, sino que está rodeado de espiritualidad y familiaridad. Tienen un cordero y lo parten en tres partes: una parte para ellos, otra para familiares y amigos y la última para quien no tenga nada que comer. Por la noche se colocan mesas donde se pone la comida para esta gente. Ver esto con tus propios ojos te hace borrar todos los prejuicios.
 
Miquel Molina, 21 años

Yo conocí AIESEC gracias a mi hermano, que había hecho un voluntariado. Fui a Florianópolis, Brasil. Mi proyecto era educativo, en una escuela pública con niños. Todos los proyectos están destinados a las carencias que tiene cada país, y en el caso del Brasil se necesita ayuda educativa. Éramos alrededor de 50 voluntarios de 30 nacionalidades diferentes, y esto te permite tanto conocer la cultura del país donde vas cómo la de los países de los voluntarios. Vivíamos en casas de acogida o de estudiantes. Todavía mantengo el contacto con mucha gente que conocí en Brasil. El hecho que todo el mundo sea voluntario hace que las coses se hagan de forma desinteresada. Además, la gente que organiza los voluntariados también ha hecho uno, o sea que saben de qué hablan.

Victor Martínez, 19 años

Mi voluntariado fue en Taiwán. Estaba muy interesado en la cultura asiática, y por eso lo elegí. Estuve seis semanas haciendo de profesor de niños de 12 a 15 años. Cuando decidí hacer un voluntariado no pensaba que me cambiara tanto la vida. Me esperaba un choque cultural, pero no una experiencia como la que viví, que me permitió comprender la realidad y los problemas de la gente. Cuando volví me sentía tan bien conmigo mismo que quería que todo el mundo también tuviera esta experiencia. Mi voluntariado fue diferente al de otras personas. No había otros voluntarios, sólo estaba yo, o sea que vivía con una persona que también trabajaba en la escuela. Pude ver la realidad desde tres puntos de vista: el de los niños, el de los padres y profesores y el de la persona que me acogió en casa suya. A mí no me gusta sentirme como un turista, y en Taiwán nunca me sentí así gracias a mi integración. La próxima vez que haga un voluntariado iré a América Latina o África.

Alejandra Badelon, 20 años

El país que escogí fue Bolivia, concretamente Santa Cruz de Sierra. Me gustaba la idea de ir a América Latina, y el proyecto que se hacía allí me enamoró. Fueron 8 semanas, desde junio hasta septiembre. Yo trabajaba en un orfanato con niños a los que sus padres y madres habían abandonado o maltratado o que no tenían recursos económicos. La situación de estos niños es muy difícil y pensaba que me costaría adaptarme, pero no fue así. Los niños estaban muy acostumbrados a estar en contacto con voluntarios de todo el mundo, o sea que no tuve ningún problema. Vivía en el orfanato durante la semana y los fines de semana podía visitar otros lugares de Bolivia. Me sirvió sobre todo para valorar aquello que tengo. Sólo pienso en  volver, echo mucho de menos a los niños que ayudé.