Sala de prensa Prensa y medios

"El gobierno español tiene una posición cómplice con el régimen marroquí"

Ali Lmrabet
Tras una última batalla contra el gobierno marroquí para recuperar su pasaporte, Ali Lmrabet se dispone a volver a su país y abrir una nueva revista satírica. El periodista ofreció una charla sobre su trayectoria y la situación de la prensa en Marruecos en la Facultad de Ciencias de la Comunicación.

02/10/2015

El 23 de septiembre, en la Facultad de Ciencias de la Comunicación, el periodista marroquí Ali Lmrabet disertó sobre las dificultades que ha sufrido a lo largo de su carrera para ejercer el periodismo en su país. Lmrabet ha dirigido las publicaciones Le Journal, Demain (y su versión en árabe, As-sahifa), Demain magazine (primer semanario satírico francófono del país) y Doumane, siempre ejerciendo la profesión desde una posición independiente y comprometida que le ha enfrentado repetidamente a las autoridades marroquíes. El gobierno cerró sus publicaciones y Lmrabet fue condenado a una pena de cuatro años de prisión, por lo que realizó una huelga de hambre hasta ser indultado en 2004. De 2005 a 2015, ha sufrido la prohibición de ejercer el periodismo en Marruecos y, recientemente, ha realizado una nueva huelga de hambre en Ginebra hasta recuperar el derecho a renovar su pasaporte. El acto, organizado por el Departamento de Periodismo y de Ciencias de la Comunicación, se enmarcaba dentro de la asignatura "Periodismo internacional".

¿Cómo describiría la situación de la libertad de prensa en Marruecos hoy en día?

Según todos los informes de organismos como Reporteros sin Fronteras que han salido durante los últimos años, ya no tenemos libertad de prensa. Cuando algún medio intenta trabajar, sufre persecuciones, campañas de difamación o juicios. Estos últimos años, diversos periodistas han sido encarcelados por motivos fútiles o porque, en sus publicaciones, intentaban hacer algún tipo de información al margen de la línea oficial.

Cuando murió Hassan II y empezó el reinado de Mohammed VI, pareció que habría una cierta apertura pero, después, no ha sido así.

Fue el papel de la propaganda no solamente marroquí sino también extranjera: demostrar que Marruecos había cambiado y que el rey Mohammed VI era un demócrata. El problema no es el personaje sino el régimen: hay pequeños cambios en los métodos y las formas pero, en el fondo, no ha cambiado. Sigue siendo una monarquía absoluta donde el rey reina y gobierna.

¿Hay medios de comunicación satíricos en Marruecos?

No. Hay una revista satírica un poco particular que, en su primer número, anunció que no iba a salir de la línea oficial marroquí y que haría una suerte de periodismo satírico acorde con el régimen. No sé si contarla porque "satírico" implica que estás en contra del sistema, de los poderes fácticos... Salir un poco de un entorno adormecido. Esa revista, en cambio, sigue la línea oficial y se mete con los periodistas independientes que están intentando practicar un periodismo, digamos, honorable.

¿Se puede vehicular una mayor libertad de expresión a través de internet y las redes sociales?

Sí. En internet, muchas páginas web sacan más información que la que puede publicar una revista de papel porque son difícilmente controlables. A nosotros, cuando querían fastidiarnos, iban a la imprenta y paraban la producción; lo que pasa ahora es que hay ciertas páginas web que son más libres. Por eso, el régimen decidió legislar sobre los medios digitales para poder controlarlos más.

Hablaba de tres grandes tabús: el rey, el Sáhara Occidental y el islam. ¿Se puede hablar libremente de casos de corrupción que no afecte el rey?

Se puede salvo cuando afecta, por ejemplo, al jefe de los servicios secretos y de la policía nacional. Tiene abiertos casos por actos tortura en Francia y, hoy en día, lo busca la justicia francesa. Nadie en la prensa marroquí habla de ese caso; o bien, se evoca para asegurar que el jefe de la policía y los servicios secretos es inocente y todo responde a una campaña contra Marruecos.

¿Quién ejerce presión sobre los periodistas?

La justicia. No tenemos cortes independientes y la justicia depende del palacio real. Lo mismo pasa con los servicios secretos: tenemos pruebas documentales de que manejan y financian a una cierta prensa. En el entorno del rey, hay un personaje muy importante: Fuad Ali El Himma, uno de los consejeros reales. Estudió con el rey, fue ministro y es la eminencia negra de Marruecos, el que maneja los hilos. Hace de intermediario entre el rey y el ministro del interior (elegido a dedo) y el ministro de justicia (un islamista light que está ahí para hacer lo que le ordene el palacio real).

¿Hay un movimiento de reivindicación de la libertad de expresión?

Hay un movimiento islamista que se llama Justicia y Espiritualidad, no reconocido pero tolerado. Es la asociación islamista más grande de Marruecos. Puede parecer extraño pero defiende la libertad de expresión. Está también la Asociación Marroquí de Derechos Humanos (AMDH), la más importante del mundo árabe, que ha llegado a más de cien prohibiciones de actos en todo el país.

Retomando la pregunta de un estudiante durante el acto, ¿cuál es la situación de los periodistas extranjeros en Marruecos?

Si no te adaptas al mismo molde que casi todos los periodistas marroquís, te quitan la acreditación. Se la han quitado a redactores de la BBC, de ABC o incluso de Al-Yazira. Han cerrado muchos despachos y, cuando no te expulsan, si sigues trabajando, te ponen querellas criminales en tu país. Me la pusieron a mí y perdieron; se la pusieron a Ignacio Cembrero de El País y perdieron; se la pusieron a otro periodista marroquí en Francia y perdieron… Y siguen perdiendo los juicios y el dinero de las arcas públicas.

Por motivos políticos o económicos, el gobierno de España parece tener una posición muy tibia respecto a Marruecos.

No es una posición tibia sino cómplice. Cuando se trata de Venezuela, se recibe en la Moncloa a Lilian Tintori [esposa del líder opositor Leopoldo López], se convoca a la prensa, Felipe González se implica personalmente... Me parece perfecto y estoy en contra de que los políticos sufran condenas de cárcel. Pero yo preguntaría al señor Rajoy o al señor Zapatero si se atreverían a invitar a la Moncloa, por ejemplo, a un periodista marroquí perseguido. En el caso de Cembrero, hubo una fuerte presión del gobierno de Rajoy y del antiguo ministro de Justicia, Alberto Ruiz-Gallardón, que dio consejos a los marroquís sobre cómo hacer una denuncia viable contra un periodista en España. Es gravísimo.

¿Y en su caso particular?

Cuando estaba haciendo mi huelga de hambre, un grupo de diputados el Congreso hizo una declaración de apoyo a mi derecho a ejercer el periodismo en mi país. ¿Quién la paró? El PP. Ahora, sigo esperando que el señor Rajoy me invite a ir a la Moncloa, convoque a la prensa y diga: "Nosotros apoyamos a este señor" [Ríe]. Y le digo una cosa: en toda mi carrera, me apoyó un solo jefe de gobierno extranjero: José María Aznar. Cuando estaba encarcelado, en 2003, fue el único que pidió mi liberación: ¡José María Aznar! Increíble, ¿no? Es que, en ese momento concreto, las relaciones con Marruecos estaban mal.

¿Cuál es la situación de los estudios de periodismo en Marruecos?

Hay dos escuelas: una privada en Casablanca y una pública en Rabat. La gente diplomada en esas escuelas, por ser instituciones oficiales que forman a un sector restringido del funcionariado marroquí, pueden ingresar en la administración. La inmensa mayoría de los egresados no se complican la vida: se enfrentan a la realidad periodística del país, se dan cuenta de que lo que ellos han aprendido no se puede practicar e ingresan en los ministerios, donde se ocupan de la comunicación.

De cara al futuro, tengo entendido que está preparando una nueva revista.

Sí, con mi amigo Khaled, que es un gran caricaturista, y con un humorista muy conocido que se llama Bziz. Vamos a sacar una revista en papel. A ver si nos dejan ejercer en paz el periodismo con sus propias leyes. Creo que nos van a autorizar a hacer la revista pero van a presionar a las imprentas para que no la saquen. Ésa es la batalla que se va a jugar en los próximos meses.