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“Más de 8M de consultas anuales: nunca habríamos tenido tanta gente llamando a la puerta sin Internet”

Agnès Ponsati, directora de la Divisió de Processos i Serveis Digitals de la BNE
Agnès Ponsati, directora de la División de Procesos y Servicios Digitales de la Biblioteca Nacional de España (BNE), ha participado durante dos días en un seminario organizado por el grupo de investigación PROLOPE para reflexionar y debatir sobre las necesidades la edición digital de textos críticos.

17/01/2018

Agnès Ponsati tiene una gran experiencia en este ámbito. Es licenciada en Filología y diplomada en Biblioteconomía por la Universitat de Barcelona. Desde el 1994 y hasta el año pasado dirigía la red de bibliotecas de investigación del CSIC en Madrid, donde llegó después de coordinar la informatización de las bibliotecas de este organismo en Barcelona.
                         
- Ustedes dicen que 300 años después de la creación de la BNE están volviendo a construir un nuevo edificio, invisible en tanto que digital, pero que será el que más se verá.
 
- El proceso de transformación digital es consustancial a todas las bibliotecas. El concepto del espacio, desde que ha aparecido el cambio de paradigma con la edición y los servicios digitales, y toda la tecnología que nos permite gestionar todo lo que habíamos gestionado en el mundo impreso, ha cambiado, se evapora. No es ya sólo un espacio físico, también es un conglomerado de servicios y de sistemas que virtualizan las colecciones que tenemos en la Biblioteca.
 
- ¿Qué hacen en la División digital que dirige?
 
- Trabajamos en la digitalización de contenidos y el depósito legal electrónico. Todo lo que se publica en formato digital en el Estado español lo tenemos que recoger, describir, conservar y preservar para la consulta actual y futura. Todo esto se tiene que hacer soportado en aplicativos, sistemas que nos ayudan a gestionar y preservar los objetos digitales. También nos ocupamos de que puedan ser reutilizados de formas diversas y generar nuevos contenidos que puedan ser de interés para ámbitos culturales o sectoriales de la economía muy diversos.
 
- ¿Cómo lo están haciendo y con qué resultados?

- Se han construido dos grandes espacios virtuales. Uno es la Hemeroteca Digital, que contiene a día de hoy más de 2.000 títulos de revistas históricas impresas digitalizadas, es decir, más de 40 millones de páginas, que para la comunidad investigadora del país y a nivel internacional es una herramienta muy valiosa. El otro es la Biblioteca Digital Hispánica, que permite la consulta de más de 200.000 títulos de obras en dominio público. Comprende tipologías documentales muy diversas: monografías, carteles, materiales de pequeño formato, grabados, soportes musicales, etc.
 
El índice de consulta es muy elevado: más de 8 millones anuales. Nunca habríamos tenido esta cifra de usuarios llamando a la puerta de la Biblioteca. Y tiende a crecer, porque todavía hay mucho terreno para avanzar en la digitalización de los fondos. En total, tenemos contabilizados 30 millones de ítems documentales en la BNE -hablamos de unidades físicas, no de títulos-. Un porcentaje elevado es susceptible de ser digitalizado para ponerlo a disposición de los usuarios.
 
- ¿Qué retos se ha marcado en esta nueva etapa profesional?
 
- Cuando hablamos de magnitudes tan importantes, pues uno de los grandes retos es que las infraestructuras, el know how y los recursos humanos que tenemos para gestionarlas crezcan a futuro de acuerdo con las necesidades que esta digitalización masiva necesita. La gestión de todo este flujo de acciones es muy compleja. Pero evidentemente no nos podemos quedar con una visión que acabe en la digitalización y la preservación y la accesibilidad. Tenemos que promover acciones que favorezcan que la comunidad de internautas acabe aterrizando en estos contenidos y se generen más iniciativas sobre las colecciones.
 
Además, la Biblioteca tiene que desplegar una serie de servicios y de herramientas de apoyo a los procesos de investigación. A corto plazo definiremos cuál es nuestra estrategia, para ver si somos capaces de generar un gran portal de servicios para la comunidad investigadora.
 
Otro objetivo que tenemos es poner a disposición de los usuarios toda la información que tenemos alrededor de las colecciones que hemos digitalizado para su explotación, mediante colaboraciones con otras instituciones o entidades. Con la Real Academia de la Lengua, por ejemplo, ambicionamos a relacionar sus diccionarios con los nuestro corpus. Un usuario que consulte un término en el diccionario histórico podrá consultar los documentos históricos que lo contienen. 
 
- ¿Están cambiando los perfiles de los profesionales que trabajan en una biblioteca?
 
- La evolución tecnológica y los cambios sobre estándares, formatos y aplicativos que hemos tenido que asimilar en las bibliotecas desde hace muchos años ha sido brutal. Yo creo que más que pretender que los bibliotecarios nos convirtamos también en grandes analistas de datos o ingenieros informáticos, es más importante que profesionales que provienen de diferentes ámbitos se complementen y trabajen en colaboración, en un diálogo constante para el desarrollo de una biblioteca innovadora. Ya hay perfiles más tecnológicos en las bibliotecas, pero no tantos como querríamos.
 
- ¿Cómo imagina las bibliotecas digitales en el futuro?
 
- Más potentes, más distribuidas, las fronteras se diluirán entre ellas. Es uno de los grandes retos que tenemos: las Instituciones hemos generado nuestras colecciones y sistemas y hay poco nivel de interacción transparente entre los datos.
 
Ahora el gran futuro de las colecciones y repositorios digitales está en la tecnología Linked Open Data, lo que denominamos la web semántica, que a través de una búsqueda inteligente vincula tu consulta con otros resultados similares que están en otro lugar. El catálogo de la BNE ya tiene una versión con este tipo de consultas. Por ejemplo, buscas un autor musical y los resultados permiten acceder a sus obras y las diferentes versiones, lo vincula con otros autores que han participado en estas versiones, etc.
 
Es una consulta inteligente, pero a la vez transparente. La web semántica nos puede permitir movernos por un universo difuso de repositorios, que han sido subidos en bibliotecas o instituciones diferentes. Esto requiere que la información sea tratada siguiendo un estándar y una tecnología que ya existe, pero no tiene el nivel de implementación que tendría que tener. Primero hemos de hacer que los bibliotecarios lo promuevan y que las instituciones lo apoyen. La tecnología la tenemos, ahora se trata de que la usemos.
 
- ¿Cómo puede usar la sociedad el material digitalizado por la Biblioteca?
 
- Tenemos varios proyectos de reutilización de contenidos recogidos al BNELab, el laboratorio digital de la Biblioteca. Por ejemplo, Chef BNE, que reúne a historiadores de la gastronomía y restauradores elaborando recetas de cocina presentes en libros de nuestras colecciones históricas. Pronto presentaremos también un prototipo de plataforma de crowdsourcing documental, con documentos sobre los que los ciudadanos nos pueden ayudar a completar la información que tenemos sobre ellos. En uno de ellos nos ayudarían a geolocalizar fotografías.
 
Queremos, además, que los profesionales y las empresas del mundo cultural y tecnológico realicen proyectos sobre las colecciones, porque la BNE no tiene que ser sólo un motor de promoción cultural o una institución de la memoria, además ha de fomentar el apoyo a la investigación. También puede ser motor de economía para otros sectores. Ahora trabajaremos en un portal que se llama BNE Escolar con empresas de multimedia y del sector educativo, para producir materiales didácticos tecnológicamente innovadores y experiencias educativas basadas de nuevo en la explotación de nuestro corpus documental.
 
- ¿Cuál es la política que están siguiendo en materia de Humanidades Digitales?
 
- Es un tema que estamos repensando y enlaza con el portal virtual de apoyo a la investigación que comentaba antes. Tenemos que analizar qué hemos hecho hasta ahora, qué nos está pidiendo el entorno, qué tenemos capacidad de hacer y qué papel pueden jugar las bibliotecas institucionales y la BNE. Parece que efectivamente hay una tendencia general sobre que hay que construir un espacio que apoye, no sólo con las colecciones, sino también con tecnología para desarrollar o ayudar a investigar en el ámbito de las humanidades.
 
- ¿Pero ya hay herramientas para que los investigadores de Humanidades puedan hacer su trabajo digitalmente?
 
- Cuando hablamos de Humanidades Digitales hablamos, por ejemplo, de qué tecnología tenemos para que se pueda desarrollar una investigación filológica o histórica. En este sentido, las bibliotecas hace años que están ayudando las Humanidades Digitales. Empezaron a digitalizar las colecciones, creando muchos portales de difusión de información, y se han aplicado herramientas de representación y visualización de la información para ser consultada. Pero todavía hay trabajo por hacer y no todos los ámbitos están cubiertos.
 
El problema principal es que estamos hablando de hacer un portal que apoye a disciplinas que tienen necesidades muy específicas cada una de ellas en cuanto a la explotación de los datos: filólogos, historiadores, arqueólogos, musicólogos, e incluso dentro de ellas también hay diferencias. Las necesidades que tiene un filólogo que tiene que analizar manuscritos árabes del siglo XIV pueden tener poco a ver con otro que analiza los del Siglo de Oro.
 
Por eso, ofrecer herramientas para disciplinas que son muy nicho cuesta mucho. Precisamente por este nivel de especialización, no hay mercado. Si las necesidades de la comunidad fueran estandarizables, todo sería más sencillo, porque habría empresas del sector interesadas en desarrollar los aplicativos que necesitan.
 
- ¿Como Biblioteca Nacional, intentan darles respuesta a estas necesidades?
 
- Esto también lo tenemos que pensar, porque podemos hacer un entorno virtual de investigación, pero tenemos que ver a quién serviremos, qué herramientas tenemos que poner a disposición, qué coste tendrá esto y, en relación a este coste, qué uso potencial tendrá. ¿Somos nosotros quiénes tenemos que facilitar estas herramientas? ¿O son las universidades y los centros de investigación, que es donde realmente está la masa crítica de investigación? Porque, para la Biblioteca, ahora en el entorno digital los investigadores son una comunidad difusa.
 
Tenemos que pensar cómo lo hacemos para hacerlo bien y si somos capaces de hacerlo en colaboración con otras instituciones, como hemos hecho otras veces. Estudiaremos también en el nuevo documento estratégico qué se está haciendo en otros países, en bibliotecas de referencia, como las francesas, las alemanas o las australianas, muy importantes en la gestión del patrimonio digital.
 
- ¿Cómo valora la relación de la BNE y la UAB?
 
- Es una relación que ha ido evolucionando con el tiempo, muy positiva. Recientemente hemos colaborado en la digitalización de más 1.600 rollos de pianola, en colaboración con el Departamento de Arte y de Musicología, que ha incluido también la restauración de los soportes originales, su preservación digital y el estudio musicológico. Es una experiencia de la que la Biblioteca está muy satisfecha y es un ejemplo muy ilustrativo de cómo dos instituciones pueden compartir conocimiento y colaborar para poner a disposición pública el patrimonio cultural.
 
Además, tenemos una relación de años de colaboración entre la BNE y el Grupo PROLOPE, con resultados de investigación y divulgación muy enriquecedores, como es el caso el descubrimiento de “Mujeres y criados” del escritor del Siglo de Oro, que hizo Alejandro García-Reidy, miembro de este grupo, el 2014.
 
A nivel de digitalización estamos trabajado juntos para dar respuesta a las necesidades de acceso y utilización de materiales y copias digitales de colecciones de la Biblioteca, con la creación de un OCR (Reconocimiento Óptico de Caracteres) para manuscritos. Estos trabajos nos están ayudando a digitalizar el fondo del teatro español del Siglo de Oro de la Biblioteca y culminarán el próximo otoño con una exposición, comisariada por investigadores de PROLOPE. No sólo mostrará este valiosísimo patrimonio cultural, también lo que las nuevas tecnologías permiten en materia de su difusión, investigación y explotación.